Publicada en The Clinic el 10 de abril 2012
Por Marco Kremerman, investigador Fundación SOL
Hace algunas semanas, los diputados Ernesto Silva y Gustavo Hasbún de la UDI, en el marco de la discusión sobre la Reforma Tributaria, señalaron que no era necesario subir los impuestos a las empresas, porque en Chile “sobra la plata”. Me imagino que tanto usted como yo nos sorprendimos con esas particulares declaraciones, sin embargo, […]
Hace algunas semanas, los diputados Ernesto Silva y Gustavo Hasbún de la UDI, en el marco de la discusión sobre la Reforma Tributaria, señalaron que no era necesario subir los impuestos a las empresas, porque en Chile “sobra la plata”. Me imagino que tanto usted como yo nos sorprendimos con esas particulares declaraciones, sin embargo, hay algo de cierto y algo de falso en ellas.
Lo cierto es que Chile ha crecido mucho en las últimas dos décadas, con un promedio anual de 5%. El PIB per cápita ajustado por poder de compra, se empina cerca de los US$17.000, la inversión minera para los próximos 8 años alcanzaría los US$100.000 millones y año a año vemos como la Banca, Isapres, AFP, Retail, sector Forestal y la misma Minería no dejan de tener elevadas utilidades. Tenemos un país rico en recursos naturales como el cobre, el molibdeno, el litio, frutas, verduras, peces y cuánto a usted se le ocurra.
En resumen hemos generado mucha riqueza y tenemos una tremenda riqueza potencial, o para decir lo mismo en el lenguaje de los diputados: “sobra la plata”.
El gran problema, tal como usted sabe, es cómo se distribuye este crecimiento, y aquí es dónde los diputados incurren en un error de proporciones y sus palabras pasan a ser una falta de respeto para la mayoría de los chilenos.
O acaso, ¿a usted le sobra la plata? Si se encuentra entre el 76% de los trabajadores en Chile que, según la Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida 2010 del Ministerio de Salud y Trabajo, tiene un sueldo líquido inferior a $350.000, es poco probable que así sea.
¿Y a usted le sobra la plata? Si pertenece al 65% de los hogares chilenos que, según la encuesta CASEN 2009, vive (sobrevive) con menos de $594 mil al mes, no cabe duda de que las cosas tampoco andan bien. Y si vamos un poco más allá y observamos que el 91% de los hogares chilenos (promedio de 4 personas) vive con menos de $1.500.000 y deben pagar la educación de los hijos, dividendo o arriendo, servicios básicos, alimentarse, movilizarse, vestirse y otros gastos que toda familia debe incurrir, la verdad es que la frase no tiene mucha cabida. En realidad ¿a alguien le sobra la plata?
Menos aún podemos decir que en Chile sobra la plata, si ni siquiera tenemos un sistema público de educación y salud universal de calidad y gratuito, las pensiones básicas solidarias apenas superan la línea de la pobreza ($75.000) y el salario mínimo ($182.000) sólo cubre un 62% de la línea de la pobreza familiar.
Entonces ¿dónde está la plata?, ¿a dónde va a parar tanto crecimiento? A pesar de que usted debe hacer malabares y endeudarse para llegar a fin de mes y no entiende como alguien puede decir que en el mismo país que usted vive el dinero sobra, la verdad (y aquí el acierto de los diputados) es que hay un pequeño grupo de la población que se ha beneficiado de sobremanera, el 1% más rico.
Aquel grupo que vive con cerca de $8 millones al mes y que ha estirado su diferencia, entre 1990 y 2009, con respecto al 10% más pobre de 84 a 123 veces. En el 1% más rico, el ingreso mensual por persona promedio es de $3,8 millones, mientras en el 93% de los hogares no supera los $600 mil.
Quizás a ese pequeño grupo se refieren los diputados, elite que a través de sus centros de influencia y sus grupos empresariales harán el lobby correspondiente para tener un sistema tributario a su medida, tal como el que existe actualmente y que les permite pagar pocos impuestos. Esa elite que intentará convencernos que en Chile la plata sobra o que es más conveniente endeudarse en el extranjero antes que aumentar los impuestos a las empresas, tal como recientemente dijo la senadora Von Baer.