Por Valentina Doniez/Investigadora y Asesora Sindical de la Fundación SOL
Hacer efectiva una huelga en Chile es algo muy difícil. En primer lugar porque, a pesar de que nuestro país ratificó los convenios de la OIT sobre la materia, no se respeta cabalmente el derecho a huelga como un Derecho Fundamental. A ello hay que sumar que el contrato de trabajo se suspende y por lo tanto no se pagan las remuneraciones; no se entregan licencias ni ningún beneficio de la empresa. Los trabajadores deben aceptar que su empleador los reemplace y que la legislación permita el descuelgue individual, tema impensado desde un derecho que se ejerce colectivamente.
Hoy es el Sindicato Nacional N°1 de Trabajadores de Farmacias Ahumada el que se encuentra en las calles y en las afueras de sus locales reivindicando sus condiciones salariales. Esta medida fue tomada luego de que la empresa, la mega corporación Farmacias Ahumada, recientemente adquirida por el grupo mexicano Casa Saba, se negara a mejorar las remuneraciones de los 749 trabajadores involucrados en la negociación colectiva según las peticiones del sindicato.
La negociación colectiva no puede pensarse como un proceso que busca minimizar los costos para maximizar utilidades. Bajo una lógica así, los resultados económicos de la misma no lograrán jamás cumplir con unos de los objetivos clásicos de la distribución de las ganancias. Por definición, la negociación colectiva aumenta los costos. Reconocer las sendas ganancias y a su vez esperar que tras una negociación colectiva estas queden iguales, es una estrecha filosofía en el manejo de las relaciones laborales.
Los puntos que más generaron ruido entre los gerentes que representaban a la empresa fueron dos: la incorporación de una cláusula de Gratificación Garantizada y la nivelación de algunos beneficios esporádicos, como aguinaldos y bonos.
Respecto al primer punto, cabe señalar que FASA obtuvo en 2009 más de $9.000 millones de pesos en utilidad EBITDA, que es el mejor indicador para la “salud financiera” de una empresa. Ese mismo año se repartieron más de $5.000 millones en dividendos para los accionistas. Para los trabajadores, sin embargo, no hubo reparto de utilidades, pues en su caso se calculan las gratificaciones sobre la base de una utilidad que ha sido negativa, que es negativa y que lo seguirá siendo. Esto se debe a uno de los nudos de nuestra normativa laboral, que recoge una definición de gratificación del año 1931, cuando las empresas eran muy distintas a lo que son hoy. FASA es el ejemplo más emblemático de la obsolescencia del sistema de gratificaciones, sobre todo en sectores como el retail.
Por otro lado, para el sindicato es muy importante nivelar ciertos beneficios, pues se trata de un principio mínimo de justicia. FASA entrega aguinaldos y otros bonos en ciertas fechas, sin embargo no los reparte a todos por igual. Las principales inequidades se generan en cargos que fueron contratados con posterioridad al 2008: ellos pueden recibir hasta el 20% del bono que reciben los demás trabajadores. Por otro lado, los trabajadores de regiones, antiguos y más nuevos, reciben bonos que son en promedio 25% menores a los que se entregan en Santiago. Datos como éstos muestran como en el seno mismo de las grandes corporaciones se generan las desigualdades sociales que condenamos.
Pero no todo es desgracia para el sindicato, ya que los trabajadores han probado el gusto que tiene la fuerza del colectivo. Para hacer frente a las dificultades que implica la huelga y mantener su manifestación, se han organizado en red para intervenir una gran cantidad de locales, especialmente los de mayor venta. Además, la directiva se ha movilizado eficientemente para que desde la Inspección del Trabajo se reconozca como reemplazo a una gran cantidad de trabajadores que fueron contratados antes de que se concretara la huelga. Esto es una forma en que la empresa se evitar de pagar las 4 UF que fija la ley.
Valentina Doniez es parte de la comisión negociadora que asesora al Sindicato Nacional N°1 de Farmacias Ahumada.