Publicada en Radio Universidad de Chile el 28 de noviembre 2022
Por Francisca Barriga, Gonzalo Durán, Andrea Sato, Fundación SOL
A las 06:30 AM comienza la jornada de muchas personas: una hora para levantarse y un desayuno exprés. A las 07:30 AM hay que desplazarse al lugar de trabajo: una hora promedio.
En el escenario de la vida laboral ordinaria que se tiene como referencia, a las 8:30 AM parte la jornada laboral. Se marca la tarjeta y se da inicio a las labores.
A las 18:30 horas -en teoría- termina la jornada (se ha incluido 1 hora de almuerzo). De no mediar horas extraordinarias, es el momento de retornar al hogar: una hora promedio de transporte.
Un dato no menor. Para quienes tienen una jornada de 8 horas; de acuerdo a un reciente estudio que hemos publicado, cuando el reloj da las 11:30 AM, los salarios en Chile ya se han financiado y todo el resto del día laboral se trabaja para financiar ganancias del capital, sin obtener remuneración por ello.
19:30 horas y para muchas y muchos comienza un segundo bloque del día. Puede considerarse que esta es otra jornada laboral no remunerada, solo que no es de mercado y corresponde al llamado trabajo doméstico y de cuidados. Según los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), este bloque involucra 41 horas semanales de trabajo en el caso de las mujeres y 20 horas semanales en el caso de los hombres.
Antes de ir a dormir, lo más común es tomar una once o cena rápida. Si se quiere descansar 8 horas, es necesario acostarse antes de las 22:30 horas. ¿Será posible? De acuerdo con la descripción anterior, es probable que el descanso nocturno sea insuficiente y, como es sabido, el tiempo que suele quedar para el ocio y para el cuidado personal es mínimo o más bien no existe. Esto es aún más complejo en los hogares donde hay niños/as de 7 años o menos, ya que el uso del tiempo es mucho más intensivo, llegando a casi 70 horas para las mujeres en su Carga Global de Trabajo.
En los estudios que abordan el uso del tiempo, a esta situación se le llama “pobreza de tiempo”, la cual se da cuando una persona no tiene suficientes horas para reponer sus energías, para el autocuidado y para el ocio. La investigación que hemos publicado en Fundación SOL en base a la ENUT 2015, estimó que en Chile un 44% de las y los trabajadores se encontraban en una situación de pobreza de tiempo. En el caso de las mujeres era de un 53% y en el caso de los hombres de un 36%. Al mismo tiempo, al observar a aquellas personas que dedican 45 horas a la semana en trabajos remunerados, y simulamos una reducción horaria a 40 horas, como plantea el actual proyecto de ley, se evidencia que aún más de la mitad de las mujeres que trabajan jornada completa seguiría presentando pobreza de tiempo, mientras que para los hombres esa proporción sería 1 de cada 5.
El debate del uso del tiempo implica comprender profundamente las dinámicas de los trabajadores y trabajadoras, la organización interna de los hogares y las decisiones que se toman en pos de “ahorrar” tiempo. Las políticas públicas deben reconocer las dificultades en la organización del tiempo para avanzar en propuestas integrales enfocadas en mejorar la calidad de vida de las personas.
El relato de esta columna es el de mayoría de la clase trabajadora en el país: madrugar para trasladarse a comunas o regiones donde se concentran la mayoría de las actividades productivas, dedicar al menos 8 horas al trabajo continuado, almorzar en un tiempo acotado y muchas veces sin las condiciones mínimas, y retornar finalmente a los hogares, donde las “horas libres” están destinadas a preparar el día siguiente de labores.
Los y las trabajadoras han levantado históricamente reivindicaciones para recuperar las horas de sus vidas en actividades que puedan decidir libremente, pero en este escenario no hay tiempo disponible ni siquiera para el descanso.
El tiempo robado es tiempo de vida, y como tal, es una distribución de horas de vida, de crecimiento personal, de participación política, etc. La reducción de la jornada de trabajo trata de recuperar una parte de ese tiempo para avanzar en autodeterminación. Y valga insistir en que no se pueden dar las cosas por sentadas. La lucha por cada átomo de tiempo es una lucha en la que se miden fuerzas sociales, donde el activismo social y sindical son cruciales, donde se pone a prueba nuestra auto-organización.