Publicado en CIPER el 18 de diciembre de 2017
Por Alexander Páez, investigador Fundación SOL.
Las últimas cifras de desempleo entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) presentaron una tasa de desocupación prácticamente sin variación entre el trimestre agosto-octubre 2016 e igual trimestre de 2017: estable en torno al 6,7%. La tasa más alta se observó en el trimestre marzo-mayo 2017 con un 7,02%, desde ahí ha ido a la baja.
Esta estabilidad muestra que la tasa de desocupación no estaría respondiendo al bajo ritmo de crecimiento económico de Chile, lo cual sería una anomalía. Algunos especialistas sostienen que la explicación estaría en el crecimiento del empleo público, que aumentó un 10% anual a agosto-octubre 2017. También habría influido el trabajo por cuenta propia que creció un 4,8%, un alza importante si se lo compara con el 0,8% que aumentaron los asalariados.
Lo que estos análisis no dicen es que también creció mucho, a nivel anual, el sector servicios. Destacan aquí Enseñanza (7,7%) y Actividades de Salud (10,5%) cuyo desempeño contrasta con la caída anual que registraron sectores productivos como Industria (-3,3%), Construcción (-3,1%) y Minería (-8%).
Dicho de otro modo, los sectores que dependen de la demanda interna de servicios han continuado creando empleo, mientras que los sectores directamente productivos, que dependen de la demanda externa (e interna en el caso de la Construcción), han visto disminuir su número de ocupados.
Respecto de la idea de que el empleo público explica la baja tasa de desocupación, las magnitudes involucradas revelan lo impreciso de ese análisis: la variación anual del sector Enseñanza fue de 52 mil ocupados mientras que la variación Salud fue de 44 mil. La suma de ambos sectores duplicó los 45 mil nuevos empleos que aportó la Administración Pública.
El examen detallado del sector servicios da pistas para entender algo más importante aun: qué está ocurriendo con la calidad del empleo hoy.
En el caso de “Enseñanza”, este sector se ha mostrado particularmente activo. De hecho, es el que más ha crecido en los últimos siete años y medio, con casi 300 mil ocupados, explicando el 22% de la variación del empleo total en el período. Es importante consignar que, tanto las cifras del sector Enseñanza como de Salud, corresponden al sector privado. El sector público en su totalidad se encuentra registrado en Administración Pública.
Primordial es, sin embargo, que tanto Enseñanza como Salud tienen indicadores precarios de empleo. Después de la Minería, son el segundo y el tercer sector con mayor proporción de asalariados externos, es decir, con mayor cantidad de trabajadores contratados por empresas externas bajo la modalidad de subcontratación y/o suministro de trabajo. Esto quiere decir que al 35% de los empleos de Enseñanza y al 34% para Salud, se les paga menos que a otros de igual calificación; que al no ser parte de los sindicatos de planta y competir con ellos, viven la fragmentación de sus derechos colectivos. Esto contribuye a una percepción general de que hay trabajadores de primera y segunda categoría.
“El misterio de la tasa de desocupación estable es producto de la expansión del trabajo flexible, el que ha precarizado el bienestar del trabajador o trabajadora”
A su vez, ambos sectores tienen alta incidencia de lo que técnicamente se denomina como “jornadas parciales involuntarias”: trabajadores que acceden a empleos parciales, pero no porque así lo quieran, sino porque buscan un trabajo de más horas y la economía no los produce. También llamada “subempleo horario”, esta categoría registra cifras altas en Enseñanza (51%) y Salud (47%).
La expansión de este tipo de empleo a nivel nacional ha sido contundente. Hoy 788 mil empleos entran en la calificación de jornada parcial involuntaria, lo que representa el 51% de las jornadas parciales del país. La relevancia de estos tipos de empleo queda en evidencia cuando se considera que la desocupación en Chile afecta a 600 mil personas.
Contra la idea de que el empleo público y el trabajo por cuenta propia controlan la tasa de desocupación, los datos expuestos indican que las causas del ajuste hay que buscarla en fenómenos mucho más estructurales.
Concentrémonos entonces en el subempleo horario. Cuando consideramos el total del empleo que se ofrece, Chile tiene, en el contexto de la OCDE, la segunda mayor proporción de trabajadores en el rango de jornada parcial (17,4%), superados sólo por Italia (18,6%). Si ahora nos enfocamos en la categoría de trabajo parcial, observamos que el subempleo horario representa el 51% de ese universo, proporción que ubica a Chile como el quinto país entre los miembros de la OCDE donde ese subempleo horario tiene más peso (ver gráfico)[1].
Si bien existen países con mayor proporción de jornada parcial, estos no tienen índices tan altos de subempleo, como es el caso de Holanda, que registra un 37,7% de jornada parcial sobre el total de empleo, pero tan sólo un 8% de subempleo. El mismo promedio de la OCDE es de un 16,4% de subempleo, con una cifra similar de jornada parcial sobre el total de empleo (16,7%).
Esto indica un alto nivel de subempleo en el país, lo que vuelve muy flexible y precaria a la fuerza de trabajo. Es un indicador que también señala problemas serios de productividad del capital ya que lo que define al subempleo es trabajar menos horas de manera involuntaria, por lo tanto, la insuficiencia de horas productivas en la economía, señalando de este modo una insuficiencia de trabajo.
Todo lo anterior nos lleva a una constatación importante: la tasa de desocupación es un indicador mediocre para los objetivos de medir insuficiencia de trabajo. Lo que hace esta tasa es ponderar la falta de trabajo (no estar trabajando la semana de referencia) con un comportamiento activo frente a esa insuficiencia de trabajo. Mide una razón objetiva (no trabajar remuneradamente) junto a una evaluación del comportamiento de la persona para ser declarado como búsqueda activa. En eso estriba la presión en el mercado laboral de la búsqueda de empleo. Sin embargo, la necesidad de más horas, es una búsqueda de trabajo, así como una señal de falta de horas productivas para el mismo. Y la tasa de desocupación no da cuenta de esa falta.
“La tasa de desocupación es un indicador mediocre para los objetivos de medir insuficiencia de trabajo”
En este sentido, el subempleo es fundamental no solo para regular las horas de trabajo a gusto de las necesidades de la empresa; también lo es para regular salarios. Según Fundación SOL la mitad de los trabajadores subempleados obtienen ingresos inferiores a $120 mil, de acuerdo a los datos obtenidos a partir de la Nueva Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE (NESI 2016).
Todo esto permite sostener que el misterio de la tasa de desocupación estable ante bajas de la tasa de crecimiento económico, es producto de la expansión del trabajo flexible, el que ha precarizado el bienestar del trabajador o trabajadora. Es también una señal de un mediocre rendimiento económico por parte del capital, dado que ofrece puestos de trabajo insuficientes para las necesidades de la población. Finalmente, oculta una enorme reserva de fuerza de trabajo precaria, cuya existencia permite contener los salarios de las mayorías.
[1] La proporción de subempleo horario se calcula sobre el total de las jornadas parciales existentes en el país. La OCDE asume la definición de jornada parcial de cada país. Para el caso de Chile son las jornadas de menos de 30 horas a la semana.