Soberanía y semillas, amenazadas por el libre comercio en Chile
Columna de opinión en Ojalá

Columna de opinión publicada en Ojala.mx el 26 de octubre 2023

Por Andrea Sato, investigadora Fundación SOL

Ilustración: Zinzi Sánchez @z_i_n_z_i_art. 

En la zona central de Chile el clima es templado y la tierra fértil. Quienes nacimos en esa angosta franja de tierra disfrutamos de comer las frutas de los árboles de nogales, naranjos, limones y manzanos, que son parte del paisaje urbano en las calles periféricas de la capital. 

Mi abuela tenía un gran jardín en su patio trasero donde pasaba la mayor parte del día. Entre las plantas se le veía agachada en su delantal celeste floreado con grandes bolsillos donde coleccionaba los dibujos que diariamente le regalaba después de desayunar. 

Nuestro lugar favorito en verano era bajo la flor de la pluma, un arbusto enorme que puede vivir hasta 100 años y solo florece en primavera, ahí daba el fresco en las tardes mientras nosotras nos dedicábamos a limpiar las uvas de la parra que cubría parte del jardín. Mi abuela armaba los paquetes de uva para toda la familia, también les guardaba uvas a los pájaros que cuidaban el parrón. 

Al terminar la temporada solo quedaban los racimos raquíticos en la vid y muchas semillas en el suelo. Mi abuela con paciencia recogía una a una las semillas, las ponía en sus bolsillos donde se confundían mis dibujos con las pepitas entierradas. Me decía que una parte las iba a usar para su artritis y la otra para ponerlas en la tierra de la parra y así esperar el siguiente ciclo. La mayoría de los frutales que habitaban esa casa eran semillas que mi bisabuela trajo del campo a la ciudad cuando la obligaron a casarse a los 14 años. 

Guillermina, mi abuela, cuidó los árboles y semillas durante toda su vida, cuando ella murió también murió su jardín. Este ejercicio de cuidado y conservación de semillas que yo y tantas otras infancias observamos en nuestras abuelas y en los sectores tradicionales campesinos es hoy es una actividad en peligro de extinción y olvido.

Monocultivos, exportación y explotación

El modelo de “desarrollo” primario exportador que ha elegido Chile promueve el agronegocio en el cual las semillas y la mayor parte de la agricultura dependen de acuerdos económicos relacionados a Tratados de Libre Comercio (TLCs). Chile es el país con más acuerdos comerciales firmados y vigentes. Desde el año 1996 que Chile firma su primer TLC con Canadá hasta la actualidad el país ha suscritos 33 acuerdos comerciales con más de 60 países distintos. 

Los TLCs han permitido la privatización de las semillas en Chile, obligando a campesinxs y agricultorxs a comprar semillas transgénicas a los proveedores aprobados por los grandes socios comerciales de Chile como lo son China, la Unión Europea y Estados Unidos. Campesinxs y agricultorxs compran estas semillas aprobadas para poder conservar sus actividades de autosustento y asegurar la venta de su producción.

Este modelo de producción basado en la exportación está vinculado con el aumento en el uso de transgénicos y monocultivos, degradando los suelos y favoreciendo la desertificación. En este proceso de “reemplazo” de semillas orgánicas por semillas transgénicas y monocultivos aumenta de forma alarmante el uso de plaguicidas y pesticidas ya que las semillas alteradas tienen una mayor resistencia a estos químicos. 

De los 400 principios activos de plaguicidas registrados en Chile, 102 son altamente peligrosos. Gran parte de los plaguicidas listados como altamente peligrosos se presentan en insecticidas que son utilizados actualmente en la producción agrícola de forma intensiva para asegurar niveles de exportación mínimos exigidos por los países de destino de las exportaciones chilenas.

El sector agrícola en Chile que hoy está basado en la exportación de alimentos hacia países con algún tipo de acuerdo comercial vigente tiene que cumplir con los estándares de producción comprometidos con anticipación. Entre 2012 y 2021 la producción de alimentos destinados a mercados externos aumentó en  casi 13 por ciento. Las principales exportaciones agroalimentarias son frutas, entre las que se destacan las cerezas, las uvas de mesa, las manzanas y los arándanos. 

En las últimas décadas se ha experimentado una disminución acelerada de siembra y cosecha de alimentos para el auto sustento mientras ha aumentado la importación de alimentos que se producen fuera de Chile. Esto se puede observar especialmente en las legumbres, entre los años 1979 y 1980 se sembraron 202,420 hectáreas de legumbres a nivel nacional, superficie que bajó hasta llegar a las 22,578 hectáreas en 2019. En la actualidad sólo la cuarta parte de los legumbres que se consumen al año en Chile se cultivan en el territorio nacional.

La progresiva disminución del autoabastecimiento de productos alimenticios básicos, como el cereal, maíz o legumbres, pone en riesgo el derecho a la alimentación. Deja al arbitrio de los mercados externos la disponibilidad de provisiones en los hogares de Chile perdiendo así cualquier tipo de soberanía colectiva sobre la producción y consumo.

Las personas más afectadas por los plaguicidas y agrotóxicos son lxs campesinxs que deben manipularlos. Ya sabemos que la exposición prolongada a plaguicidas produce alteraciones neurocognitivas, entre otras afecciones como el cáncer. 

Chile de pie contra los TLC

Han habido masivas manifestaciones en Chile contra los Tratados de Libre Comercio, especialmente contra el polémico Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11). Este acuerdo regula la privatización de las semillas por la expansión de los derechos de propiedad intelectual sobre las variedades de semillas y la implementación de patentes sobre semillas modificadas genéticamente. 

Este tratado multilateral tiene como objetivo la integración comercial de los países del Pacífico (Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, y Vietnam). Fue ratificado en el 2022 después de años de protestas que se desarrollaron con fuerza desde el año 2017, cuando se acordaron los principios básicos del acuerdo. Las protestas continuaron hasta que entró en vigor en febrero del 2023.

El actual gobierno de Gabriel Boric tampoco ha hecho caso de los movimientos sociales que han sostenido una posición crítica frente a la profundización de lógicas coloniales y de dependencia con los centros económicos globales. Eso, a pesar de que en su programa de gobierno Boric se compromete a analizar los acuerdos comerciales vigentes y evitar futuras firmas de tratados.

Las luchas contra los Tratados de Libre Comercio están imbricadas con las resistencias ancestrales para conservar semillas y modos de producción respetuosos con los ciclos de renovación de la tierra.

En este contexto, defender las semillas, como hizo mi abuela en el patio de su casa, es una forma de resistir, de defender la tierra para que ningún jardín vuelva a morir.