Por Gonzalo Durán/Investigador Fundación SOL
Friedrich Von Hayek es el ideólogo de buena parte de los thinks tanks de derecha, así como también de los asesores y primer anillo o círculo de hierro de las 4.500 familias que constituyen la elite del país. Sus líneas argumentativas han calado fuerte en las escuelas de economía y en los cursos de administración de empresas.
En el año 1959, Hayek plasmaba su opinión sobre los sindicatos en el ensayo titulado "Sindicatos, ¿para qué?", ahí, considera que a la organización sindical no le cabe un rol transformador ni social ni político. Para el austriaco y también nobel de economía, el poder del monopolio sindical es inflacionario, des-incentivador de inversión, expropiador de ganancias que legítimamente corresponden a los empresarios, y generadores de desempleo. En su parecer, los sindicatos, de existir, deben situarse sólo al nivel más bajo existente, de empresas, y dedicarse exclusivamente a labores asistencialistas para sus miembros.
Hoy, 50 años después de la publicación, el tema sindical vuelve a estar en la escena mundial, aún cuando en Chile no se quiera entrar al debate. Todavía.
El ala hayekiana, que en Chile se identifica con el Instituto Libertad y Desarrollo (entre otros), argumenta que uno de los principales factores del alto desempleo español y de otros países europeos es justamente un problema sindical, y que la respuesta iría por flexibilizar los mercados laborales y reducir el poder de los sindicatos. Es más, el modelo chileno de relaciones laborales con su sindicalismo de empresa a ultranza, es incluso observado como ejemplo digno de imitar.
Sin embargo, existen otros, como Joseph Stiglitz - también nobel de economía -, que señalan que la debacle europea se debe en buena parte al ingente crecimiento de las rentas financieras y de los consecuentes efectos sobre la desigualdad en la distribución de los ingresos. En este marco, la debilidad del sindicalismo y de la negociación colectiva como institución social han sido clave. La cura, dirá Stiglitz, consiste en atacar la desigualdad. No en aumentarla.
Chile tiene tradición de ser un país altamente desigual, un país donde 9 de cada 10 trabajadores NO negocian colectivamente sus condiciones de trabajo. Un lugar, donde las ideas de Von Hayek han calado hondo.
Recogiendo su pregunta sindicatos ¿para qué?, la respuesta es sencilla. Veamos lo que ha sucedido en el país sin ellos:
· Durante los últimos 20 años, y tomando los datos del Banco Central de Chile y del INE, la productividad en Chile ha crecido sistemáticamente a un ritmo casi 4 veces superior a las remuneraciones. El denominado excedente productivo no remunerado, constituye una fracción relevante de las ganancias patronales.
· De acuerdo a los datos de la ENETS (Ministerio de Salud y Ministerio del Trabajo), cerca del 76% de los trabajadores obtiene menos que el Salario Ético ajustado por IPC del Obispo Goic ($350.000). Dicho de otro modo, casi 8 de 10 trabajadores en Chile, gana menos de la mitad del Salario Mínimo promedio - ajustado por poder de compra - de los países de la OECD.
· Hoy la desigualdad medida en veintiles, muestra que las personas que pertenecen al 5% de los hogares más ricos, obtienen ingresos que son 833 veces más a los que obtienen quienes pertenecen al 5% más pobre (cálculos Fundación SOL en base a CASEN 2009). Si se quiere expresar porcentualmente, estamos hablando de un 83.300% de diferencia.
· En Chile - de acuerdo a los resultados de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo - cerca del 30% de los asalariados de tiempo completo laboran casi un 24% de sobre jornada a la semana. Casi en la mitad de los casos sin pago de horas extras. El sindicalismo históricamente ha tomado parte de estas luchas, protegiendo precisamente el sobretiempo. Pero en Chile 9 de 10 trabajadores no negocian colectivamente.
Respecto a estas constataciones, el rol de los sindicatos es de suma trascendencia en cada situación, y a la luz de los antecedentes locales, merece atención de primer orden.
No se avanza mucho simplemente con crear y crear más puestos de trabajo (majadero argumento de Matthei, pero también del ex Ministro de Hacienda y ahora precandidato presidencial Andrés Velasco), sin sindicatos musculosos. De hecho, está comprobado científicamente que dichos empleos tienen mayor probabilidad de ser precarios. Es lo que justamente ocurre hoy.
Los sindicatos y la negociación colectiva, así como la legitimización del actor sindical como agente de transformación social, son clave para combatir la desigualdad. En ese espacio, Chile tiene enormes deudas fruto de un sistema estilo Hayek que fue heredado de la dictadura y conservado en los posteriores Gobiernos.