Por Gonzalo Durán/Investigador Fundación SOL
Durante cerca de un mes fuimos testigos de un pobre debate de ideas en torno al reajuste del salario mínimo, un instrumento distributivo fundamental para un país donde la negociación colectiva no cubre más del 10% de los asalariados y en donde los resultados económicos de la misma, no superan el 1% en términos reales.
Finalmente ayer, se aprobó el reajuste de $10.000 pesos. Nuestro nuevo salario mínimo es de $182.000 brutos, $145.600 líquidos.
El gran triunfador, hay que decirlo, fue el Informe de la Comisión Asesora Laboral y de Salario Mínimo que convocó el año pasado el presidente Piñera y que propuso un escueto reajuste que bordeaba los $8.000 pesos. Al final fueron $10.000 pesos.
El informe - manuscrito sacro para todos quienes creyeron en él - omite importantes consideraciones, que dejan entrever la clara intencionalidad detrás de las recomendaciones de política pública.
A continuación se plantean una serie de preguntas, que, técnicamente documentadas en uninforme evacuado desde la Fundación SOL, no fueron respondidas.
Primero, ¿Por qué la comisión y los parlamentarios, no calcularon y analizaron el “Índice de Kaitz ajustado por PIB per cápita”?, según este indicador, Chile tiene un amplio espacio para avanzar en mejores salarios mínimos sin caer en lo que técnicamente se conoce como “maxi-salario mínimo”. De hecho un reajuste para este año entre $205 mil y $225.000 nos dejaba aún bajo el promedio de los países de la OCDE. Sin presiones inflacionarias, sin riesgos en el empleo. Raro que no lo vieran.
Segundo, ¿Por qué la comisión técnica y sus parlamentarios, no proyectaron el año para el cual – bajo el actual ritmo de reajustes - el salario mínimo lograría cubrir una línea de pobreza familiar?, tomando en cuenta que el promedio de los reajustes para los últimos 10 años es de 2,3% real y que una canasta de necesidades básicas tendría un reajuste anual de 5% por IPC, deberán pasar 79 años más para que el sueldo mínimo cubra el 100% de la línea de pobreza familiar. ¿Es que acaso, esto no es relevante para ser un país desarrollado?
Tercero, ¿Por qué la comisión técnica, parlamentarios oficialistas e incluso quienes desde la propia Concertación pedían $185 mil, majaderamente afirmaban que subir el mínimo produciría desempleo?, ¿qué pasó con la nutrida evidencia que demuestra lo contrario? Resulta extraño que se omitieran las conclusiones de investigaciones científicas del mismísimo Instituto de Economía de la Universidad Católica de Chile (Romero, 2006), de la Comisión de Salarios Mínimos de Inglaterra, los artículos de Bravo y Contreras (2000), Flinn (2006), Lemos (2008), Neumark y Wascher (2007) y Boeri (2009) por citar sólo algunos. Considerando la foto completa, con toda la literatura sobre la mesa, el reajuste, tenía su punto de flotación bastante más arriba que los $182.000.
En cuarto lugar, si las empresas de menor tamaño necesitan mayor competitividad ¿por qué hacerlo a costa de salarios bajos? ¿Qué pasa con los créditos, y las relaciones comerciales dónde los poderosos de siempre, ese puñado de grandes empresas, fijan oligopólicamente sus condiciones para mejorar sus márgenes de ganancias? ¿Por qué no se escucharon propuestas en esta línea?
Quinto. ¿Por qué la comisión no cuestionó el mecanismo de decisión del salario mínimo? El mismo economista Tito Boeri, al cual citan en el informe final de la comisión, señala en otra investigación, que el modelo chileno, así como los de su tipo, son la peor opción para fijar sueldos mínimos. Este tipo de sistemas incrementan la probabilidad de que los salarios se dispersen, aumentando gravemente la desigualdad en la distribución de ingresos.
¿Por qué entonces nuestros parlamentarios, gobernantes y representantes de los trabajadores siguen repitiendo los mismos errores?, ¿por qué Ministros avalan ciegamente el informe de la comisión sin cuestionarse este tipo de cosas? ¿A cuánto deberá llegar la obscena brecha entre los más ricos y más pobres para que se haga algo al respecto?, según los datos de Fundación SOL, usando la CASEN 2009, es de 833 veces, ¿cuánto se necesita, para que se lo tomen en serio?
Chile necesita ser audaz en políticas que incidan sobre la distribución. En esto hay que ser súper claro: sin regulación, sin mayores impuestos a la riqueza, sin más y mejores sindicatos, sin negociación colectiva de calidad, y sin una política decidida de salarios mínimos, no es mucho lo que se puede hacer. En tanto, seguiremos siendo el país más desigual de la OCDE.
Columna publicada en el Blog de Gonzalo Durán en La Tercera