El 28 de octubre del 2018, el Presidente Sebastián Piñera anunció, vía cadena nacional, el envío de la reforma de las pensiones al Congreso. En aquella ocasión, el mandatario aseguró que la “solidaridad” sería un pilar fundamental de su proyecto, no obstante, expertos en la materia desconfían de esto, ya que, en la práctica, estaríamos ad portas de una profundización del sistema actual.
Publicado por Radio Universidad de Chile
“El proyecto de Reforma a las Pensiones que presentamos hoy apunta a fortalecer ambos pilares: el contributivo y el solidario. Su objetivo central es mejorar las pensiones actuales y futuras, pero con un cariño y una urgencia muy especial con aquellos grupos más vulnerables, con la clase media, con las mujeres y con aquellos que voluntariamente extiendan su permanencia en el mundo del trabajo”.
De esta forma fue presentada la reforma a las pensiones de Sebastián Piñera que, como principal objetivo, contempla el aumento de “las pensiones actuales y futuras”. ¿Y cómo? Pues, mediante otros aumentos, entre ellos, el de las cotizaciones, el de las instituciones que pueden manejar los ahorros y el de los años de trabajo de las personas.
No obstante, hay un aumento que no fue señalado y que se daría como resultado de los anteriores. Este es nada más y nada menos que el aumento del sistema actual. Es decir, la profundización de las AFP.
Cotización adicional, instituciones adicionales
Uno de los puntos de la reforma que deberán ser discutidos este 2019 es el ingreso de nuevas entidades al manejo de las cotizaciones, las que, oportunamente, llegarían a hacerse cargo del cuatro por ciento adicional que el proyecto contempla en el ahorro de las personas.
Dicho cuatro por ciento adicional vendría del bolsillo de los empleadores y se sumaría al diez por ciento actual que aportan los trabajadores a sus pensiones, a quienes, a su vez, se les ofrece la posibilidad de elegir entre las nuevas instituciones que participarán del sistema, las cuales podrían ser filiales formadas por cajas de compensación, cooperativas, compañías de seguros de vida, entre otras.
Ahora bien, más allá de aparecer como una alternativa para las personas, estas entidades –que podrán ser con o sin fines de lucro- vienen a volver más competitivo el manejo del fondo de las pensiones.
Las personas, al tener la opción de decidir dónde depositar el porcentaje adicional, recibirían determinadas ofertas de parte de los nuevos actores, como por ejemplo, un descuento en las comisiones que conlleva el manejo del dinero. Sin embargo, hay que tener en cuenta que si se llega a decidir por distribuir los ahorros en dos entidades, habría que pagar dos comisiones.
El economista y ex miembro del Consejo Asesor para la Reforma Previsional, Andras Uthoff, lo resume del siguiente modo:
“Con esto, lo que le están diciendo a los trabajadores es que van a tener un cuatro por ciento adicional, pero para eso van a tener que pagar una comisión. Este es un tema muy grave”.
La gravedad que señala Uthoff recae en el hecho de que las AFP cobraron durante el año pasado comisiones cercanas al dos por ciento, por lo que, si este cobro se repite en otra entidad, la adición del cuatro por ciento podría volverse prácticamente nula. Como solución a este predicamento, el economista propone que “como este es un sistema obligatorio, uno podría sugerir que las comisiones las pague el Estado y no los trabajadores”.
Muy lejos de esta sugerencia, el proyecto resuelve este problema “permitiendo descuentos en las comisiones en función del tamaño del grupo que se incorpora y de su compromiso de permanencia en el tiempo”.
El investigador y economista de Fundación Sol, Marco Kremerman, analizó este eje de la reforma y afirmó que ni la competencia ni los descuentos, y ni siquiera la cotización adicional, ayudarían a mejorar las pensiones.
“Da lo mismo en termino de mejorar las pensiones, si hay más actores o menos actores, porque la lógica es la que no cambia. La tasa histórica de rentabilidad anual promedio es de un poco menos del ocho por ciento, pero en la última década es del cuatro por ciento. El pensionado actual cotizó diez y está sacando pensiones miserables. El cotizante del futuro va a cotizar 14, pero con niveles de rentabilidad que al menos van a ser tres puntos más bajos de los que tuvieron las personas que cotizaron actualmente. La actual reforma es más AFP, entonces no puede resolver de manera estructural el problema de las bajas pensiones”.
Este último punto resulta preocupante. ¿Por qué no aumentarían las pensiones si ahora se cotizaría más y con comisiones menores?
Mayor cotización, ¿mejores pensiones?
De acuerdo con un informe de la Superintendencia de Pensiones, durante el 2018 el fondo A tuvo una pérdida de -6,57 por ciento, en tanto el B -4,54 por ciento, en el caso del fondo C registró -1,67 por ciento.
Estos tres fondos representan a los selectivos más riesgosos de nuestro sistema de pensiones. Y estas caídas representan las peores pérdidas desde el 2011.
La actual reforma a las pensiones contempla que la cotización adicional del cuatro por ciento ya mencionada, “en régimen va a significar un aumento del 40 por ciento en las pensiones de todos los trabajadores”.
Según consigna La Tercera, dicho aumento tendría la siguiente proyección: a las mujeres que se pensionen en 20 años más las pensiones aumentarán 8,6 por ciento; a los hombres que se pensionen en 25 años más se elevarían en un 13 por ciento; a las mujeres que se pensionen en 30 años más subirán en 30 por ciento; a los hombres que se pensionen en 35 años más aumentarán en 21,2 por ciento; y a quienes coticen durante todas sus carreras laborales se incrementarán un 40 por ciento.
Dando cuenta que las personas, obviamente, no han cotizado un 14 por ciento durante toda su vida, y amparado en los resultados de los fondos, el economista Andras Uthoff, señaló que todo esto es “una falacia”.
“Eso es una falacia, una mentira, porque para que aumente en un 40 por ciento las pensiones, primero, uno debería estar cotizando desde el comienzo de la vida activa con el 14 por ciento. Por otro lado, uno debería tener una densidad de cotizaciones y rentabilidad constante. Las densidades de cotizaciones son muy variables y las rentabilidades están bajando. Entonces, para que aumente en un 40 por ciento tienen que darse condiciones que nunca se van a dar en este país”.
Sobre estas condiciones, al ya mencionado mal desempeño de los fondos en 2018, se le debe agregar que 2017, con un alza del 7,7 por ciento, fue el mejor año para los selectivos desde el 2010.
Precisamente, el 2010 sentó un precedente al registrar un promedio positivo del 9,9 por ciento. Dos años antes, el fondo A cayó un 40 por ciento -los peores números en la historia de los multifondos-debido a la crisis financiera global.
Claramente, los números presentados dan cuenta de una marcada inestabilidad en el sistema.
Otra de las propuestas fundamentales de la reforma a las pensiones trata de los posibles beneficios que obtendrían aquellas personas que decidan postergar sus jubilaciones.
En cadena nacional, Piñera anunció que “el Estado también hará aportes adicionales a quienes voluntariamente posterguen su permanencia en la fuerza de trabajo y su edad de jubilación”. Sin embargo, es necesario destacar que el mercado laboral del país no se destaca por acoger de muy buena manera a a tercera edad.
De acuerdo a las estadísticas de empleo del INE del 2017, los chilenos pertenecientes a la tercera edad alcanzaron una tasa de ocupación informal de 43,5 por ciento, siendo el grupo etario con más participación en este tipo de ocupación.
Para concluir, Uthoff, al ser consultado por las posibilidades de alcanzar el alza de un 40 por ciento en las pensiones, es categórico.
“¿Del 40 por ciento? Con las medidas que se están tomando no hay ninguna. No lo van a lograr”.
El fin del receso legislativo asoma como la oportunidad perfecta para resolver esta y otras dudas, además del verdadero propósito de una reforma que, en la práctica, solo profundiza el sistema actual de las AFP.