Publicado en Radio U. Chile
Es difícil reconocer un error o aceptar una derrota cuando no existe claridad.
Y si bien durante la campaña presidencial tanto Michelle Bachelet como sus asesores instalaron con fuerza la idea de una reforma tributaria, hoy el discurso va por otro camino, al menos en los tiempos y contenidos propuestos originalmente.
La Mandataria ya lo había anunciado como una necesidad. “Simplificar la Reforma”, idea que comenzó a instalarse como parte del segundo tiempo del Gobierno. También el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés. Nueva consigna para el Ejecutivo. Nuevo desafío para el bloque oficialista.
Y es que durante las últimas dos semanas por dicho Ministerio circularon representantes de diversas organizaciones para exponer propuestas y sugerencias de cambios. Entre ellos, la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa).
La decisión estaba tomada. Valdés la dio a conocer ante la Comisión Mixta de Presupuestos. Y también este lunes en el comité político en La Moneda.
“No es una reforma a la Reforma. Es una simplificación técnica”. Así lo aclaró flanqueado por el subsecretario Alejandro Micco y los presidentes de las comisiones de Hacienda del Senado y la Cámara, Andrés Zaldívar y Pepe Auth, respectivamente.
Según el Ministro se trata de una simplificación técnica que permita facilitar el pago de impuestos, reducir los riesgos de elusión y evasión y hacer más fluido el proceso de recaudación. Además, un reconocimiento al necesario diálogo político que se requiere en una instancia como ésta.
¿En qué se traduce el nuevo escenario? Un debate prelegislativo rápido que no se entrampe en el Congreso, tal como lo explica el jefe de las finanzas.
“El Ministerio en un diálogo con distintos actores, que concluyó la semana pasada, llegó a la conclusión que era importante tratar de realizar algunas simplificaciones”, detalla Valdés, así como que “los equipos técnicos se avocarán a redactar este proyecto con interacción de los parlamentarios, de manera que tengamos un proceso prelegislativo fructífero. Y esperamos ingresar el proyecto al Congreso en la medida que esté listo”.
¿Triunfo del sector empresarial? Entre los parlamentarios lo descartaron. Por ejemplo, el PPD Pepe Auth apunta a la intención de simplificar lo que ya existe y no realizar una contrarreforma, consciente que desde la oposición podrían exigir nuevos cambios.
“La apuesta es que se cierra un debate y termina la incertidumbre. Después de las modificaciones será más seguro y más fácil recaudar tres puntos del PIB que antes de las modificaciones”, advierte.
Así mismo, la aceptación de que el sistema quedó más complejo de lo ideal.
“No queremos reabrir discusiones de carga tributaria ni de quien paga impuestos. Eso ya se legisló y se aprobó en el Congreso”. Sin embargo, el parlamentario reconoce la complejidad de las presiones.
“Lo que le planteamos al Ministro es que obviamente en el marco de este Gobierno no existan nuevas modificaciones. Las presiones están a la vista. Hay presiones no desde ahora, sino que desde antes que se aprobara la Reforma para que no se focalizara en el 10 por ciento más acomodado, para que no se hiciera una reforma que recaudara tres puntos del PIB, pues les parecía exagerado”, recuerda.
Desde el ámbito económico la situación es bastante clara. Sin duda, que se trata de un triunfo del empresariado. Así lo plantea Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol. Esto, considerando lo que él llama una “huelga del capital”, presente en los últimos meses, donde las señales apuntan a que las reformas bajen de intensidad, pues de lo contrario disminuiría la inversión o comenzarían las olas de despido.
“Esta ‘huelga del capital’ explica los ajustes anunciados”, revela Durán. “Lo que está haciendo el Gobierno es potenciar un sistema tributario, el parcialmente integrado. En el fondo, lo que está diciendo es que la gran reforma, que era la renta atribuida, a través de la cual se ponía fin o muerte al FUT, hoy estaría dando una especie de retroceso, un paso atrás. Eso tiene que interpretarse como un guiño al empresariado y como una victoria del empresariado”.
Pero los cuestionamientos no se detienen ahí. ¿Por qué aprobaron lo que se aprobó? ¿Por qué ahora tienen que modificar la Reforma? ¿Serán los parlamentarios los más idóneos para ello? Son algunas de las interrogantes que se plantea el economista Andrés Solimano.
“Se diluye el efecto real de la Reforma Tributaria, en cuanto a que los dueños de las empresas paguen impuestos por las utilidades que generan sus empresas. Eso no está sucediendo, a pesar de que la reforma apostaba para que así fuera”, lamenta el experto.
A ello agrega que “con los anuncios del Ministerio de Hacienda eso se estaría diluyendo definitivamente y se estaría volviendo a una situación muy similar a la de años anteriores, donde el empresario no necesariamente pagará impuestos por las utilidades de su empresa”.
En consecuencia, asegura que es muy probable que detrás de estos cambios esté el gran empresariado. “A ellos nunca les gustó la Reforma Tributaria y han presionado para que se cambie”.
“Los senadores y diputados que quieren intervenir la reforma debieran explicarle al país por qué aprobaron la legislación que aprobaron. Que a menos de un año hay que hacerle cambios nuevamente, que ellos mismos aprobaron con negociaciones también fuera del Parlamento. Entonces, ¿qué garantías existen ahora que esta nueva reforma no caiga en algo parecido?”, se pregunta.
Además, propone que “si el Gobierno asegura que no hay plata, que miren el porcentaje de recaudación. Por qué, entonces, no plantean colocarle impuestos a la banca, a la gran minería del cobre y a las AFP”.
Por último, Solimano explica que la llamada “simplificación” podría ser un código para retrotraer disposiciones que ya se aprobaron, como el aumento de tasas a las empresas. “¿Por qué el país tiene que hacer sacrificios en áreas como la gratuidad en educación o mayor gasto social en salud para no tocar a las grandes empresas que tienen utilidades muy altas?”, se cuestiona finalmente.