A través del trabajo las personas cumplimos varios objetivos: nos realizamos como individuos y desarrollamos nuestras potencialidades; satisfacemos nuestras necesidades materiales y participamos activamente en las decisiones que se toman en la sociedad. Con nuestro trabajo también contribuimos al desarrollo productivo del país, de manera tal que los beneficios de este proceso se traduzcan en una mejor calidad de vida para todos.
Pasamos buena parte de nuestra vida trabajando y es en el trabajo donde experimentamos muchos de nuestros malestares, alegrías, proyecciones y frustraciones, que alimentan nuestra identidad y nuestra relación con el entorno.
En esencia, el trabajo contiene un potencial liberador y es una fuente de expresión, y por ello debe ser parte del núcleo de cualquier estrategia de desarrollo. Un país que no coloca en el centro al trabajo no es un país sano.
Actualmente existe un gran desequilibrio en la sociedad chilena entre los aspectos económicos y sociales. Arrastramos una historia de desigualdades profundas, a nivel de ingresos, oportunidades, acceso al poder. Los experimentos realizados en materia de política pública y la ausencia de un contrato social han convertido a Chile en un país extraño, que proyecta una bonita fachada, pero que acumula una serie de fracturas internas.
El constante desmantelamiento de la educación pública y la consecuente segmentación existente en nuestro sistema educativo; la imposibilidad de que los trabajadores negocien colectivamente por rama de actividad; la posibilidad de reemplazar trabajadores en un proceso de huelga legal y las particularidades de nuestro sistema de pensiones, basado en un pilar privado, son ejemplos de esas fracturas.
El espacio del trabajo se ha transformado en el lugar donde se observan las más agudas desigualdades de nuestra sociedad. Ya no basta con tener un trabajo para salir de la pobreza. De hecho, prácticamente dos de cada tres chilenos que tienen un empleo asalariado viven en un hogar que se sitúa por debajo de la línea de la pobreza. Además, el endeudamiento de las familias es un fenómeno cada día más generalizado, al punto que de cada $100 pesos que ingresan al hogar, cerca de $63 están comprometidos en deudas. Si se considera el hecho que muchas de las grandes empresas son también dueñas de las firmas que otorgan crédito, el negocio es redondo.
Ya no basta con tener un trabajo para ocupar una mejor posición en la sociedad. En Chile, el 10% de las personas más adineradas obtiene ingresos como retribución a su trabajo que son 8.000% mayores respecto de aquellos pertenecientes al 10% más pobre. En una misma compañía, un gerente puede obtener una renta mensual 100 veces mayor que operarios que ganan el salario mínimo.
Ya no basta con tener un trabajo para sentirse seguro. Los altos niveles de rotación laboral, la fragmentación de las empresas bajos distintas razones sociales, el fenómeno de la subcontratación y los procesos de deslocalización de las empresas, se han transformado en constantes amenazas y, por ello, no es de extrañar que en Chile el 70% de los trabajadores manifieste temor a perder su empleo. Es decir, en términos de percepción, está ampliamente generalizada una inseguridad que paraliza, desincentiva y dificulta cualquier intento de articulación colectiva o de denuncia.
Ya no basta con tener un trabajo para participar activamente de aquellas decisiones que signifiquen reducir las asimetrías de poder. Actualmente, menos del 10% de los trabajadores negocia colectivamente sus condiciones de trabajo y el 95% de las empresas no tiene un sindicato.
El trabajo se ha deshumanizado. Nos acostumbramos a hablar de mercado del trabajo, del costo de la mano de obra, de capital humano, de incentivos y de regulación de los mercados.
Los temas anteriores constituyen los ejes centrales que dan vida a la Fundación SOL. Además de reconocer la gravedad del escenario actual, buscamos poner de manifiesto una serie de falsos consensos que existen en Chile. Por ejemplo, se suele argumentar que los problemas laborales se concentran en las pequeñas empresas. Sin embargo, son las grandes firmas las que fijan sus condiciones de pago o integran a las más pequeñas a su proceso productivo de manera precaria. También se plantea con insistencia que existen amplias rigideces en las relaciones de trabajo, sin embargo día a día observamos enormes espacios para flexibilizar. Por último, a diario se informa que si la economía chilena crece al 6% llegaremos a ser un país desarrollado el año 2018. Sin embargo, como hemos podido observar en las últimas décadas, las elevadas tasas de crecimiento no se han traducido en mayor bienestar para la mayoría de las personas.
Considerando que son pocos los espacios en Chile que generan conocimientos empíricos y teóricos sobre el trabajo, la Fundación SOL desea sumarse al esfuerzo por propagar y darle importancia a esta línea de investigación, con la intención de dar utilidad social al conocimiento a partir de una mirada multidisciplinaria. Para ello nos hemos organizado en 4 áreas.
El área de Tendencias del Trabajo, que tiene como objetivo profundizar el conocimiento sobre las múltiples formas que asumen hoy la organización, la gestión y la configuración del trabajo, entendiéndolas en sus novedades y persistencias de corto y largo plazo. En particular, vemos con preocupación como las nuevas formas de organizar el trabajo, repercuten intensamente en la salud mental de las personas y han potenciado la precarización y el individualismo entre los trabajadores.
El área de Salarios y Desigualdad busca contribuir al debate y la investigación sobre las causas y efectos de la desigualdad en Chile, específicamente desde su origen y manifestación en el trabajo. Resulta fundamental problematizar desde el plano teórico y cotidiano el hecho de que muchas personas que trabajan ni siquiera pueden satisfacer sus necesidades más básicas; o que no exista un mecanismo adecuado para que los trabajadores se beneficien con las utilidades generadas en una compañía.
El área de Sindicatos y Negociación Colectiva, además de generar investigación, promueve fuertemente las organizaciones sindicales como el principal camino de transformación del mundo del trabajo. Por un lado, porque creemos que la negociación colectiva es una herramienta histórica que tienen los sindicatos para incidir directamente en el mundo del trabajo, la cual debe ser potenciada para generar en el corto y mediano plazo una mejor distribución de los ingresos. Por otro, porque vemos al sindicato como un actor eminentemente político, indispensable para facilitar la formación, concientización e intervención social en el mundo del trabajo y en otros sectores de la sociedad, desde un punto de vista autónomo de los trabajadores.
Por último, el área de Institucionalidad y Desarrollo, junto con problematizar los vacíos de la institucionalidad laboral y educativa que existe en nuestro país, pretende generar un debate constante sobre la estrategia de desarrollo chilena, yendo más allá de las ideas vagas de crecimiento económico y exportación de materias primas. A nivel mundial existe un debate sobre lo que significa que un país alcance el desarrollo y se comienzan a cuestionar las mediciones convencionales. Chile no debe escapar a esta reflexión.
A través de nuestros estudios, espacios de formación y apoyo a las organizaciones sociales, Fundación SOL pretende volver a colocar en el centro del debate al trabajo y su genuino sentido, reconociendo que para ello se requieren profundos cambios culturales y políticos.