Cada 12 de octubre se conmemora el “encuentro de dos mundos”, momento en el que Colón llega a América. Esto abre un capítulo de colonización, violación y despojo en el sur del mundo, que no finaliza en 1492, sino que se mantiene a través de distintos mecanismos hasta nuestros días. La desposesión de derechos, la contención salarial y el bajo valor de la fuerza de trabajo se profundizan en la población indígena, dejando en evidencia que hoy día el capitalismo no nos golpea a todos por igual, sino que hay una población vulnerable que está más expuesta a la mercantilización de la vida.
La efeméride, nos obliga a observar como las lógicas colonizadoras -antes de España, hoy día del gran capital-, siguen explotando la tierra y la fuerza de trabajo indígena. Las cifras oficiales de pobreza de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, CASEN 2015, indican que el 18,3% de las personas pertenecientes a un pueblo originario en Chile se encuentran en situación de pobreza por ingresos. Las personas no indígenas tienen un 11% de pobreza por ingreso. A partir de los datos de CASEN se puede revelar que el ingreso mediano de la ocupación principal con un jefe/a de hogar no indígena es de $300.000 pesos y en el caso de que la ocupación principal sea indígena esta cifra disminuye a $253.000. Esta diferencia es estructural y podemos observarla con mayor precisión en los ingresos autónomos medianos que tienen los hogares. En un hogar no indígena, la mediana de los ingresos autónomos es de $550.000 pesos, en cambio en un hogar indígena es de $428.083, monto que supera escasamente la línea de la pobreza establecida para un hogar nuclear de 4 personas.
En el estudio de Fundación SOL “Pobreza y fragilidad del modelo chileno” se profundiza en el indicador de pobreza analizándola sólo por la generación de ingresos autónomos, sin incluirle los subsidios de Estado ni la figura de alquiler imputado, este último considera como ingresos el arriendo que una persona propietaria de una vivienda o que le fue cedida una vivienda pagaría en caso de ser arrendataria. Esto significa que al monto de sus ingresos se suma el valor del “arriendo” que están dejando de pagar, lo cual implica que a muchas personas se le “suma” el valor del arriendo como ingreso. En la simulación del Estudio se restan los subsidios del Estado y el alquiler imputado, quedando sólo los ingresos autónomos de las personas. Con este ejercicio, la cifra se eleva a 37,1%. Los pueblos originarios quedan ubicados como la población más vulnerable a la pobreza, junto a los adultos mayores.
Según CASEN 2015, el 31,7% de la población que se autodenominó como indígena estaba concentrada en la Región de La Araucanía. Cuando observamos los índices de pobreza por región, la misma encuesta indica que la pobreza en La Araucanía es la más alta del país (23,6%). En el estudio de Fundación SOL, previamente referido, se establece que la pobreza por ingreso autónomo en la mencionada región asciende a un 44,3%, le siguen la del Bío Bío (37,7%) y la de Los Ríos (36,3%). Zonas con una alta presencia indígena, especialmente población mapuche.
Observar estos altos índices de pobreza en Chile, nos obliga a reflexionar en torno a la matriz productiva nacional, la extracción de materias primas y la depredación del territorio ancestral. Hoy día Chile tiene una matriz productiva que se basa en la explotación de materias primas con poco valor agregado, mientras la estructura rentista de nuestra economía busca el enriquecimiento de grandes empresarios al corto plazo, el cual se basa en el agotamiento de la naturaleza y en la precarización del trabajo.
En el sur de nuestro país, especialmente en las regiones más pobres, la explotación forestal es uno de los principales motores productivos, y su desarrollo se sustenta en las privatizaciones que efectuó la dictadura cívico-militar. En efecto, el año 1974 se modifica la Ley de Bosques, lo que tuvo como consecuencia que el Estado le traspasó a privados de 6 empresas el control de tierras para la explotación forestal. La Ley de Bosques se cambia a través del DL 701 “fomento forestal”, que modifica la tenencia de tierras. La autoría de este DL es de Fernando Leniz, ministro de Economía de la dictadura, quien, antes de asumir ese puesto, era gerente de producción de la Cía. Manufacturra de Papeles y Cartones (CMPC) y presidente de CORMA (Corporación Chilena de la Madera) La ejecución del DL 701 quedó en manos de Julio Ponce Lerou, principal accionista de SQM y yerno de Pinochet y sindicado como principal responsable del Caso Cascadas. Director ejecutivo de CONAF de la época (1974), el ingeniero tuvo que renunciar abruptamente a todos sus cargos públicos en 1983, cuando fue acusado de enriquecimiento ilícito, gracias a la acumulación de numerosas y valiosas tierras agrícolas y forestales.
Las empresas beneficiadas gracias a Ponce Lerou y Leniz fueron: Celulosa Arauco, Celulosa Constitución, Forestal Arauco, Inforsa, Masisa y la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC). El grupo Angelini controlador de la mayor inversión forestal a través de Forestal Arauco y Celulosa Arauco, y el grupo Matte que dueños de Forestal Mininco y Celulosa CMPC, controlan más del 70% de la actividad forestal en Chile. Ambos grupos son financiados por las AFP.
¿Cómo se relaciona a Ley de Fomento Forestal con la pobreza en los territorios del centro y sur de Chile? La reducción de tierras, y la expropiación y control del territorio a manos de grandes grupos económicos, ha generado una crisis ambiental importante. El monocultivo de pino y eucaliptus y el desplazamiento del bosque nativo, han generado que el suelo quede inutilizable y el agua escasee, ya que el pino y el eucaliptus son especies que necesitan de mucha agua para mantenerse. La desaparición de fuentes de agua y la sequía permanente en los suelos ha impactado en el ejercicio de la agricultura, actividad principal en esos territorios. La crisis ambiental promovida por la explotación forestal es la gran causa de la pobreza en los territorios del sur de Chile, las forestales han arrasado con la tierra, apropiándose de su riqueza y desplazando a las comunidades que históricamente se habían sustentado gracias a la producción agrícola. Una de las consecuencias de este modelo de producción ha sido, precisamente, que las personas que se quedan viviendo en estas zonas deben emplearse como fuerza de trabajo en precarias condiciones.
Hoy la colonización y el despojo adquieren otras lógicas. Ya no es la encomienda, es el control del trabajo y los bajos salarios. Ya no son las mercedes de tierras, es la expropiación de territorio ancestral a las comunidades mapuche. El saqueo y la expropiación son los mecanismos para mantener en la pobreza a los pueblos originarios. Hoy día el grupo Matte tiene 700 mil hectáreas, el grupo Angelini 1 millón de hectáreas, todas las comunidades ,apuche del país 500 mil. A 525 de la colonización, es momento de frenar el despojo.