PIB per cápita de 16 mil dólares ¿Nos quejamos de llenos?
Por Marco Kremerman, investigador Fundación  SOL En una lista de 181 países, encabezada por Qatar, Luxemburgo, Singapur y Noruega con PIB per cápita de US$ 103 mil, 85 mil, 60 mil y 53 mil respectivamente, Chile se ubica en el lugar 56 y en América Latina sólo es superado levemente por Argentina. Según las proyecciones realizadas por el FMI, el año 2016 nuestro PIB per cápita superaría los US$ 20 mil y de acuerdo a las convenciones internacionales estaríamos a un paso del desarrollo. Las recientes movilizaciones lideradas por los estudiantes han gatillado que algunos analistas y gran parte del sistema político establezcan una simple relación entre los niveles alcanzados por nuestra economía y tal descontento de la población. Vale decir, en Chile la gente se estaría movilizando por nuevas demandas, asociadas a un país de ingresos medios-altos, que ya no se conforma con cualquier cosa. La “supuesta” clase media aspiracional indignada, se queja de llena y ahora que tiene sus necesidades básicas satisfechas, va por más. Si nos quedáramos con los fríos números o descansáramos en la tiranía de los promedios, la tesis anterior no parece descabellada, considerando que US$ 16.172 al año por persona, significa un poco más de $8 millones o $32 millones para un hogar promedio compuesto por 4 integrantes. Si hacemos el supuesto que el PIB (un indicador que mide la riqueza acumulada en un territorio) es una aproximación de los ingresos que reciben las personas, $32 millones al año, significa algo así como $2,7 millones al mes, nada mal por cierto para cualquier hogar. Sin embargo, algo huele mal y con seguridad a usted señor/a lector/a no le han convencido mucho los datos presentados. Bueno, está en lo cierto, la tiranía de los promedios una vez más bloquea el sentido común. Chile históricamente presenta grandes y lamentables niveles de desigualdad, que incluso, de acuerdo a algunas mediciones se han exacerbado en los últimos años. Cuando otros países tenían el PIB per cápita que hoy tiene Chile, sus niveles de desigualdad, medidos por el Coeficiente de Gini era la mitad del nuestro, tal como se observaba con Suecia y Dinamarca en 1961, Alemania en 1965, Noruega en 1967, Japón en 1969 o Portugal en 1987.

La cruda realidad, de acuerdo a los datos procesados de la Encuesta CASEN 2009, nos dice que el ingreso promedio anual autónomo per cápita en el decil 9, es de US$ 8.800, vale decir, en el 90% de los hogares chilenos, las personas viven con la mitad o menos del PIB per cápita promedio que el FMI calcula para Chile. Aún más, en el 60% de los hogares más pobres, las personas viven con menos de US$3.500 al año, lo que equivale al PIB per cápita de países como Nicaragua, Ghana o Irak.

¿Cómo se explica entonces, que tengamos un PIB por persona tan alto? Nuevamente la explicación es la desigualdad. El decil 10, o lo que en español significa el 10% de los hogares más ricos, registra un ingreso autónomo por persona al año de casi US$ 28 mil. Si hacemos un zoom a este grupo de hogares, podremos observar que:

  • En el 5% de los hogares más ricos el ingreso promedio anual por persona supera los US$ 40 mil (equivalente al PIB per cápita de Suecia).
  • En el 1% de los hogares más ricos supera los US$ 64 mil (superior al PIB per cápita de Singapur).
  • En el 0,1% de los hogares más ricos, o sea, 4.500 familias, el ingreso autónomo promedio anual por persona llega a US$ 112 mil (superando en un 10% el PIB per cápita más alto del mundo observado en Qatar).

Esto quiere decir que si una persona destina el 10% de sus ingresos autónomos mensuales a comprar pan en un hogar chileno perteneciente al 10% más pobre, podrá comprar 1 kilo y medio. Mientras, igual ejercicio para una persona que vive en el 5% de los hogares más rico le permite abastecerse con 115 kilos al mes.

O de otra forma. Si una persona que vive en un hogar del 10% más pobre de Chile, destina el 10% de sus ingresos mensuales a comprar bencina, podrá llegar hasta San Bernardo, quien vive en el 5% de los hogares más ricos podrá llegar a Arica y continuar a territorio peruano con casi un cuarto de estanque.

Una encuesta llevada a cabo por el Centro de Estudios Laborales de Infocap en Septiembre de 2011 y dirigida a sus estudiantes, demostró que el 48,6% de los alumnos que tienen tarjeta de crédito la usan para alimentarse. Y nuevamente al revisar los datos de Casen 2009, podemos ver que en el 80% de los hogares los ingresos mensuales no superan los $850 mil. Entonces ¿quienes son los “indignados” que salen a la calle?, ¿la elite? ó ¿los estudiantes y su núcleo familiar que apenas llega a fin de mes o llega si y sólo si hace uso del endeudamiento?, ¿es el 80% que enfrenta dificultades para satisfacer sus necesidades? ó ¿el 1% que vive a la Suiza o como algunos excéntricos millonarios de Qatar?

Necesitamos aterrizar los datos y dejar de lados los promedios en un país tan desigual como Chile si es que queremos llegar algún día al “desarrollo” o más bien proporcionar un “buen vivir” para todos. El diagnóstico de los economistas y el sistema político está siendo superado por la realidad y el malestar ciudadano.

El año 2008 el presidente Sarkozy en Francia comenzó a darse cuenta de este fenómeno y encargó a dos premios Nobel de Economía (A. Sen y J. Stiglitz) no muy queridos ni estudiados por los economistas chilenos, un sendo informe que propone monitorear indicadores alternativos para medir el real bienestar alcanzado por los países. Esa es la tendencia mundial, mientras en Chile seguimos hablando de la teoría del “chorreo”. Por ello, hoy en día hacen más sentido las palabras de nuestro Nicanor Parra, que las del Ministro de Hacienda:

“Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno: Consumo promedio: Un pan por persona”.

Publicado por El Mostrador