Todos los años, cuando se acerca el debate del salario mínimo, la cosa parece igual: pobrecitos, empresarios, lloran que un alza considerable los dejaría en la calle y, qué horror, dispararía la inflación. Y todos los años, esos lloriqueos encuentran respaldo en el ministro de Hacienda de turno que dice -mirada seria y voz de estadista- que aquello sería una irresponsabilidad y una filita de bla bla bla que al final deja a los trabajadores viendo un chispero. Este año, a ese respaldo institucional se ha sumado la propia ministra del Trabajo, Evelyn Matthei.
Para que eso no pase de nuevo -o al menos no en los niveles del pasado-, la Fundación Sol preparó una suerte de mandamientos basados en varias de las cifras económicas oficiales que se presentan con bombos y platillos y que dan más argumentos a los trabajadores de porqué cualquier incremento salarial debiera superar los 9.500 pesos del año pasado.
El documento, piedra central de la campaña Tu trabajo vale, rescata una serie de datos que reflejan la profunda desigualdad en los ingresos del país en el que el 5% de los hogares más ricos es 830 veces mayor que en el 5% de los hogares más pobres.
La campaña será presentada hoy por Marco Kremerman, economista de la fundación, Cristián Cuevas, presidente de la Confederación Trabajadores del Cobre, Pedro Davis, presidente de CONUPIA, Gabriel Boric, presidente de la Federación de Estudiantes Universidad de Chile, Andrea Riquelme, presidenta de la Confederación Bancaria y Camila Vallejo, Vicepresidenta Federación de Estudiantes Universidad de Chile.
Según el escrito, la razón fundamental de la desigualdad es precisamente el trabajo, pero advierten que esto no se zanja simplemente creando más empleos, “sino que resulta fundamental que estos sean de calidad, tanto en sus condiciones contractuales (estabilidad, formalidad, protección, subempleo, tercerización), salariales, como en relación a los derechos colectivos que doten de mayor poder a los trabajadores”.
Así, denuncian, si hace 2 años, el 11,6% del trabajo asalariado era tercerizado (subcontratación y suministro), hoy es el 16,7%. Por otro lado, el 56% de las personas que trabajan jornada parcial lo hacen de manera involuntaria. Además, hay 1.100.000 trabajadores asalariados que no tienen contrato.
Según la fundación, el escaso poder que tienen los trabajadores en Chile para negociar mejores condiciones laborales a nivel nacional, sectorial o dentro de la empresa, explica que, mientras las remuneraciones promedio el año 2011 crecieron en términos reales 2,3%, los gerentes generales de las grandes compañías y los directores de las 40 principales empresas del IPSA tuvieron incrementos reales en sus remuneraciones de más de un 15%.
Por otra parte, aún cuando las proyecciones del FMI apuntan a que para el 2014 el PIB per cápita ajustado por paridad de poder de compra llegue a los 20 mil dólares, el 76% de la fuerza laboral recibe un salario líquido inferior a 350.000 pesos.
Actualmente el salario mínimo es de 182.000 pesos y sólo cubre el 62% de la línea de pobreza familiar (para un hogar promedio de 4 personas). Sin embargo, la medición de la línea de la pobreza no ha sido actualizada, por lo que la efectividad del salario básico estaría en duda. Cuando no existe pago de gratificaciones, ni bonos de movilización o colación, el salario mínimo líquido (después de descontar el pago de cotizaciones) es de $145.000, lo que equivale a sólo un 49% de la línea de pobreza familiar.
Según el estudio, actualmente un gerente general de una gran compañía chilena tiene una remuneración 102 veces más alta que el Salario Mínimo nacional. El año 2010 esta diferencia era de 91 veces. De esta forma, el día 3 de Enero a las 15:30 horas, ya ganó todo lo que gana en un año, un trabajador que recibe el salario mínimo y labora 45 horas a la semana.
Otro de los argumentos para el debate señala que según estándares internacionales el salario mínimo adecuado debe representar entre el 30% y 60% del PIB per cápita de cada país. En Chile, señalan, tenemos un mini salario mínimo, dado que sólo representa un 31,6% del PIB, el valor más bajo registrado desde 1989.
Publicado en The Clinic on line