Columna de opinión publicada el 27 de junio 2024 en CNN Chile
Por Andrea Sato, investigadora Fundación SOL
Las mejoras salariales para la clase trabajadora son urgentes. Es una necesidad que se arrastra hace décadas y que en el marco de encarecimiento de la vida se torna una discusión apremiante. En Chile el 55,7% de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $500.000 líquidos; el 71,1% gana menos de $700.000 líquidos; sólo el 15,8% gana más de $1 millón líquido.
Los salarios son paupérrimos si se considera que el promedio de gastos de hogares según la encuesta de presupuestos familiares (EPF) es de $1.686.971 con valores actualizados a mayo del 2024. Los bajos ingresos impactan directamente en los altos niveles de endeudamiento y morosidad de las personas.
Además de bajos ingresos, en Chile se observan altos niveles de desigualdad. Esta desigualdad que se ha vuelto estructural se evidencia en la distribución salarial. Más del 90% de los trabajadores y trabajadoras se ubica en rangos salariales con baja dispersión y sólo el 8% de las personas ocupadas gana más de $1.500.000 y luego un pequeño segmento (1,8%) registra salarios sobre los $3 millones líquidos llegando a un máximo de $40 millones. Esta evidencia obliga a observar un modelo desigual que se basa en la explotación de la mayoría de la población mientras el 1% goza de altos ingresos.
Esta preocupante situación se suma a los bajos niveles de cobertura de negociación colectiva en Chile. Los pocos trabajadores/as que negocian colectivamente sus condiciones de trabajo obtienen reajustes salariales reales menores al 1% en un contexto de baja sindicalización y una huelga que no paraliza. El debilitamiento del actor sindical es preocupante por sus bajos índices de participación y por las escasas herramientas eficaces para enfrentar a la patronal.
La desigual distribución de ingresos y el bajo valor de la fuerza de trabajo es un tema que preocupa a nivel nacional. Histórica ha sido la demanda por mejoras estructurales en temas de ingresos. Pero cada vez que se están debatiendo temas de salarios y suficiencia no se toma en cuenta un factor central: La negociación colectiva fragmentada a nivel de empresa que existe en Chile.
En Chile el único nivel en el que se negocia entre trabajadores/as y empleadores es a nivel de empresa. Esto tiene impactos directos en el poder real y la correlación de fuerzas entre la masa asalariada y la patronal. El principio en el que se basa la libertad sindical es la búsqueda de equilibrio de las fuerzas entre dueños de los medios de producción y fuerza de trabajo. Esto se desdibuja bajo un modelo de relaciones laborales heredado de dictadura que tiene como objetivo político principal la fragmentación del poder obrero y blindar a la patronal.
Uno de los mecanismos más eficientes para fortalecer al mundo sindical y construir poder real es ampliar la cobertura de la negociación colectiva. Transformar la negociación desde un nivel de empresa a una propuesta ramal en que se fortalezca el actor sindical de forma colectiva. La negociación colectiva de amplia cobertura en una lógica ramal (o sea, que se negocie por rama productiva) es central para pensar en las desigualdades internas en el mundo del trabajo y buscar una distribución efectiva de la riqueza que producen los y las trabajadoras. La negociación colectiva de alta cobertura es una herramienta importante para mejorar las condiciones de vida material a la clase trabajadora.
Avanzar en negociación colectiva ramal es abordar los graves problemas de distribución de la riqueza en Chile. Es por eso que recuperar una negociación colectiva ramal ha sido parte de las demandas del mundo sindical. En este escenario es inaudito que el gobierno pueda proponer un modelo de negociación colectiva que no considere los salarios en las temáticas a abordar.
El gobierno de Gabriel Boric, en su programa establecía que se avanzaría “en la ampliación de la cobertura de la negociación colectiva, caracterizada como multinivel, lo que incluye la negociación ramal”. Esta intención se volvió a reforzar en la cuenta pública presidencial. Avanzar en la negociación colectiva multinivel era un objetivo del gobierno para el segundo tiempo de su mandato. El 28 de mayo la CUT y el gobierno establecieron acuerdos para mejoras laborales. En el punto 2 de listado de acuerdos se encuentra “Desarrollar, durante el tercer trimestre, un diálogo tripartito sobre la regulación de la negociación colectiva multinivel”. Dentro de estos acuerdos no se consideran las temáticas que pueden o no abordar una propuesta de negociación colectiva de mayor cobertura.
Con estos antecedentes es sorpresivo encontrarse con titulares en la prensa nacional que aluden a que el gobierno ya hubiera tomado la decisión de excluir la discusión de salarios en el marco de las temáticas que se pueden abordar en la negociación colectiva ramal. Excluir los salarios de las discusiones enmarcadas en una posible negociación colectiva ramal atenta contra la libertad sindical y coarta la posibilidad de que en Chile puedan mejorar los salarios de forma sustantiva. Un proyecto de negociación de mayor cobertura debería estar enfocada en el ejercicio de distribuir riqueza y no resguardar el capital del 1% más rico que se beneficia de un clase trabajadora debilitada.
Le negociación colectiva tiene un objetivo distribuidor de riqueza y poder. Establecer y cercar las temáticas que puede abordar la negociación sindical es atentar contra la propia organización y presión que puede lograr la clase trabajadora con el fin de obtener mejores condiciones de vida. El gobierno debe promover una reforma que ponga en el centro la revitalización de la organización sindical a través de conquistas concretas para mejorar las condiciones de vida. El salario es un tema central que afecta a la gran mayoría de los hogares, el eje debe girar en mejorar sus vidas y no en quedar bien con la derecha.