Por Gonzalo Durán/investigador Fundación SOL
"¿Cómo vivimos? midiendo el bienestar", es el nombre del recién publicado informe de la OECD que busca entregar nuevos indicadores para medir bienestar.
La idea se remonta al año 2009, en la entonces Comisión Stiglitz (Joseph Stigltiz , Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi). Hoy, los "indicadores para una vida mejor" de la OECD, se hacen cargo de muchas de las recomendaciones de dicha Comisión. El objetivo es evidente: develar nuevos indicadores que estén acordes a los desafíos actuales apuntando a diagnosticar el bienestar y el progreso.
El informe de la OECD, incluye un análisis individualizado país por país. Chile obtiene preocupantes resultados. En la presente nota, ahondaremos en el análisis sobre dos indicadores relacionados con el mundo del trabajo: empleo e ingresos.
¿Estamos bien en empleo?, si uno analiza en detalle el informe, la respuesta es no. Una primera lectura señala que nuestro país logra un 6,5 en una escala dónde el mínimo es "0" y el máximo es "10". Pero, ¿estamos tan bien?, veamos ...
Originalmente y presente en la idea genuina de Stiglitz, Sen y Fitoussi la calidad del empleo es una variable fundamental para el indicador de bienestar. El informe recién publicado, en su página 60, señala que el indicador compuesto para medir la situación de empleo tiene 4 ingredientes: Tasa de Ocupación, Tasa de Desempleo de Largo Plazo, Subempleo Visible1 e Índice de Contratos Temporales. Esta lógica busca tomar en cuenta dos dimensiones: Cantidad de Trabajos (primeros dos indicadores) y Calidad de los Trabajos (últimos dos indicadores).
Siendo esta, la primera versión del reporte, no fue posible disponer de información comparable2 para la totalidad de los países de la OECD en lo referido a los dos sub-indicadores de calidad (subempleo e índice de contratos temporales). De modo que para esta primera entrega (2011), el índice compuesto solamente consideró tasa de ocupación y tasa de desempleo de largo plazo. Ahí, Chile obtiene como nota un 6,5.
Faltan pues, los otros dos importantes indicadores... y es que la OECD también se da cuenta de que no es suficiente crear y crear empleos si estos no son de calidad (los ejemplos africanos son los más dramáticos: tasas de ocupación muy altas, pleno empleo, pero pésima calidad). De ahí la importancia de indagar respecto al indicador completo.
Afortunadamente (y en pos de enriquecer el análisis), el informe, entrega luces sobre los otros dos sub-indicadores para un conjunto más que significativo de países (88%). Considerando lo anterior, Fundación SOL ha calculado cual sería la verdadera nota que obtendría Chile considerando los 4 sub-indicadores. Así y dado que en aquellos dos sub-indicadores, Chile obtiene los peores resultados (y en consecuencia tenemos la peor calidad de empleo de la OECD), la nota para el bienestar en materia de empleo, no sería 6,5 sino 3,24 (de un máximo de 10).
Este diagnóstico, impulsado por el nobel en economía Joseph Stiglitz3, adoptado por la OECD y promovido por la OIT, Fundación SOL lo viene realizando sistemáticamente, advirtiendo reiteradamente el aumento que ha experimentado el subempleo en Chile. Sin embargo, el desdén de nuestras autoridades por realizar un análisis riguroso de las cifras de empleo nos ha llevado esta delicada situación.
¿Y el bienestar en materia de ingresos?, aquí, el informe es lapidario. Chile es el país que tiene los más bajos ingresos de la OECD, es decir en la escala de notas, el bienestar en materia de ingresos obtiene un "0". Esta nueva alerta, se suma a otras importantes señales que ya han sido publicadas por la Fundación SOL: el 90% de los trabajadores en Chile gana menos de $650 mil pesos, o sea, menos - incluso - que el salario mínimo de los países de la OECD (ajustado por paridad de poder de compra). Es más, el 76% gana menos del salario ético "actualizado" (el mismo que impulsó en 2007 el Obispo católico Alejandro Goic), finalmente y muy trascendente, hay cerca de 500 mil trabajadores que en Chile clasifican como "pobres" (y más del 75% son asalariados).
Medir el bienestar, está dentro de las prioridades de la OECD y forma parte de la agenda de dicha institución. Los esperados indicadores, tienen por objeto servir de ayuda para el diseño de políticas que busquen los máximos niveles de bienestar, para todos y todas. Continuar obviando este tipo de análisis, agrava aún más la delicada situación del trabajo en Chile. ¿Será esta la oportunidad que nuestro Gobierno y parlamentarios/as reaccionen?
Publicada originalmente en el Blog de Gonzalo Durán en La Tercera