Por Gonzalo Durán/Investigador Fundación SOL
Durante los últimos meses hemos sido testigos de un movimiento nacional e internacional que aboga por mayor participación sobre los frutos del desarrollo.
Chile, que por muchos años fue modelo para varios países latinos e incluso para países europeos y africanos, hoy se mira con cuidado.
Y es que basta con seguir el pulso del soporte científico más reciente para confirmar lo que a estas alturas ya podría llamarse: "la enfermedad chilena del mal vivir".
Veamos la evidencia científica nacional:
La NENE (nueva encuesta nacional de empleo, INE), viene alertándonos hace más de un año, que el empleo que se ha creado en la administración Piñera no sirve para un buen vivir. El subempleo ha llegado a sus niveles más altos desde que es posible medirlo y los nuevos asalariados son trabajadores degradados: que participan de la economía, pero bajo regímenes de subcontratación, suministro de personal y servicios transitorios. Científicamente, la calidad del empleo en Chile es mala: sólo un 38,9% del total de ocupados y un 52,8% de los asalariados presentan un empleo protegido, vale decir, con contrato escrito, indefinido, liquidación de sueldo y cotizaciones para pensión, salud y seguro de desempleo.
Según la CASEN (encuesta de caracterización socioeconómica, Ministerio de Desarrollo Social, ex-Mideplan), las personas que pertenecen al 5% de los hogares más ricos ganan 830 veces más de lo que ganan los que pertenecen al 5% de los hogares más pobres. Este resultado, es una verdadera medalla de oro en materia de desigualdad y dibuja parte importante de la distancia que existe entre el buen vivir de la clase rica y el resto de la sociedad.
La ENETS (Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida, Ministerio de Salud y Ministerio de Trabajo) nos alerta de los bajos salarios que enfrentan los chilenos. Casi 8 de cada 10 trabajadores, obtiene menos de de $350.000 es decir, la mitad del salario mínimo ajustado por paridad de poder de compra de los países de la OECD y menos que el salario ético propuesto por el Obispo Goic, traído al 2011.
Este diagnóstico que surge con bases de datos oficiales, en Chile, también es compartido por diversos organismos internacionales:
La OCDE en su "Indicador para una Vida Mejor" muestra que Chile es el país con más bajos ingresos y con la peor calidad del empleo. El Banco Interamericano de Desarrollo, ha señalado que Chile es el país más productivo de América Latina, no obstante ello, desde la mismísima Suiza, el Instituto de Estudios Internacionales de la OIT, señala que en Chile, la productividad crece mucho más que las remuneraciones: hay evidencia de un excedente productivo no remunerado. En palabras simples: hay evidencia de explotación.
La mano invisible de Smith no nos guiará hacia el desarrollo, al menos no hacia el "real desarrollo", ese que nos habla de la idea del buen vivir...para todas y todos. De ahí que el rol de las instituciones sea tan importante: sin negociación colectiva real, sin derecho a huelga real y sin una política pública integral de desarrollo país, el cómodo y bonito buen vivir seguirá siendo propiedad de una minoría.
Y en buena parte eso pasa, porque en Chile más del 90% de los chilenos no goza del desarrollo, no logra asimilarlo a su realidad cotidiana.
El buen vivir es de los ricos de este país.
Es muy preocupante, que tamaña evidencia científica, generada en buena parte desde agencias estatales bajo control del actual Gobierno, sea despreciada, invisibilizada e inutilizada. La clase política en general no ha sido capaz siquiera de entregar una hoja de ruta en orden a mejorar esta situación y sigue domesticada a los requerimientos de la elite empresarial que no quiere pagar más impuestos, no quiere pagar mejores sueldos, no quiere entregar mejores condiciones a las pequeñas empresas que proveen a sus compañías de insumos y servicios, ni aceptan que la educación pública y la salud son derechos universales que un país debe proporcionar con calidad a todos sus habitantes.
A fin de cuentas, una elite prehistórica o como dirían nuestros abuelos, personas de mal vivir…
Publicada originalmente en el Blog de Gonzalo Durán en La Tercera