Por Gonzalo Durán y Marco Kremerman/Investigadores Fundación SOL
De acuerdo a los datos de la encuesta CASEN 2009, en Chile el 5% de los hogares más ricos tienen un ingreso autónomo (el que proviene principalmente del trabajo) per cápita 830 veces superior al 5% de los hogares más pobres. Estos elevados niveles de desigualdad se han exacerbado en los últimos años y ha provocado que coincidan los estudiantes, la Iglesia y hasta el propio presidente Sebastián Piñera catalogando a este flagelo como “Escándalo” o “Vergüenza Nacional”.
No obstante, no sirve de mucho manifestar asombro ni vergüenza ante tal descalabro social, sino se identifican con claridad las causas y los principales responsables. Por ello despertaron tanta polémica las recientes palabras del periodista Fernando Paulsen en un programa radial cuando dijo que: “El país está secuestrado por 3 mil o 4 mil personas verdaderamente ricas que difunden la ideología que la universidad gratis es subsidiar a los más ricos. Lo que realmente quieren evitar es que les suban los impuestos, porque para ellos es más barato pagar la universidad que contribuir realmente de acuerdo a sus ingresos”.
Más allá de estas declaraciones, que irritaron a la elite económica, en el marco del incipiente debate sobre la necesidad de una reforma tributaria y las demandas estudiantiles, lo cierto es que más de 4 mil familias chilenas hace varias décadas viven en una verdadera burbuja. Y no se trata de familias excéntricas o grupos que viven alejadas del mundanal ruido, sino que corresponden a aquellas que han determinado y determinan las reglas del juego de la sociedad y de la economía chilena.
Según los datos procesados por la Fundación SOL en base al micro-dato de la encuesta CASEN 2009, en Chile 4.459 familias tienen un ingreso autónomo mensual promedio de $18.951.931, se trata del 0,1% de los hogares más ricos, que en general tienden a subdeclarar sus ingresos en este tipo de encuestas de hogares.
En este selecto grupo podemos encontrar a los principales accionistas de los 114 Grupos Empresariales registrados a septiembre de 2011 por la Superintendencia de Valores y Seguros y los principales ejecutivos que sirven a las empresas que pertenecen a estos Holdings. En esta lista se encuentran los dueños de los bancos, compañías de seguro, los supermercados, las AFP, Isapres, las pesqueras, forestales, mineras, salmoneras, medios de comunicación, en fin, los dueños de Chile, la elite que configura y decide día a día la economía nacional.
Estas familias se acostumbraron a tener un estilo de vida ostentoso y para ello deben asegurarse que este pueda ser conservado y mejorado año a año, realizando el lobby correspondiente para que las instituciones, las leyes y los dictámenes funcionen a su conveniencia. Tal como concluyen los economistas Daron Acemoglu y James Robinson en su paper “Persistence of Power, Elites and Institutions” (2006), el equilibrio económico a nivel institucional es un resultado del ejercicio del poder político de jure y de facto y las elites siempre apuestan por la invariabilidad de las instituciones políticas y económicas a través de la conquista del poder político (jure) o del poder económico (facto) que actúa irritando al poder político.
Las conclusiones de Acemoglu y Robinson parecen haberse inspirado a cabalidad en el modelo chileno. La fortuna alcanzada por estas 4.459 familias ha sido posible a través de un secuestro institucional que ha favorecido la concentración, la determinación de débiles leyes laborales y una carga tributaria baja y una estructura regresiva.
Si revisamos las recientes discusiones sobre las cuotas de pesca, la disminución de la tasa máxima convencional para los créditos de consumo, las enormes utilidades alcanzadas por las Isapres y las AFP o la posibilidad de que la educación sea gratuita, inmediatamente se monta una máquina comunicacional para invalidar posibles cambios y objetar sus potenciales efectos positivos.
Recordando las palabras que dijo hace más de un siglo Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín (dueño de uno de los principales grupos forestales del país, entre otros negocios), “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio" (Diario El Pueblo, 19 de Marzo de 1892).
Este modelo está haciendo aguas, el modelo histórico de la hacienda, que tiene su expresión moderna en la gran empresa que se acostumbró a pagar bajos salarios para asegurar la rentabilidad que exige el estilo de vida de sus dueños y en las familias adineradas que se acostumbraron a no pagar impuestos y que se escudan en las pequeñas empresas para frenar los cambios estructurales que se necesitan. Las mismas empresas de menor tamaño que deben soportar las asimétricas reglas del juego que colocan los grupos empresariales, aquellos que tienen secuestrado al país y que se aferran como un niño mimado a sus privilegios (tal como reconoció Warren Buffett en Estados Unidos) a costa de la educación, la salud, la calidad de vida y la dignidad de la gran mayoría de los chilenos.
Publicada originalmente en Blog de Gonzalo Durán en La Tercera