Columna de opinión publicada en Cooperativa el 15 de noviembre 2023
Por Gonzalo Durán, investigador Fundación SOL
La revista británica The Economist sugiere que los altos tipos de interés que se observan actualmente se mantendrán así durante mucho tiempo, habla de una década. Sebastián Claro, exvicepresidente del Banco Central, comparte este pronóstico para Chile y sugiere que se trataría de una "Nueva Normalidad".
Tanto The Economist como Claro se centran en los tipos de interés a largo plazo, por ejemplo, en hipotecas, bonos corporativos y bonos del Estado. En Chile, tal como consigna La Tercera: "las tasas hipotecarias llegaron a 4,91% en la última semana de octubre, la mayor cifra desde abril de 2009, mientras que en el décimo mes las tasas se ubicaron en promedio en 4,72%, y es el valor más alto desde marzo de 2009".
Pero los tipos de interés a corto plazo también son altos. El Banco Central ha aplicado una política de tipos de interés muy restrictiva que ha resultado violenta para las familias trabajadoras.
La nueva normalidad de las altas tasas de interés, planteada por la revista británica y repetida en Chile por el exvicepresidente del Central, puede ser vista como una reacción a una (nueva) caída de la tasa de ganancia de las empresas. Esto fue planteado por Marx hace más de 150 años: el capitalismo está lleno de contradicciones, y una de ellas es la permanente inestabilidad del sistema debido a la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, que se manifiesta en crisis recurrentes. Ante esto, la respuesta del capital es la búsqueda incesante de mecanismos compensatorios, y los altos tipos de interés son uno de estos mecanismos. Con estas medidas, sobreviven los más fuertes y, en consecuencia, se concentra la propiedad de los medios de producción.
Con tipos de interés altos, a su vez, los hogares tienen que pagar más por pedir dinero prestado. Esto supone un duro golpe para los hogares y familias trabajadoras, que están endeudadas en Chile como consecuencia de unos salarios estructuralmente bajos e insuficientes. Según la IX Encuesta de Presupuestos Familiares publicada recientemente, la mayoría de los hogares están endeudados (sólo en el 20% de los hogares más ricos los ingresos medios superan a los gastos medios) y si se observa la composición del gasto de un hogar tipo en el país, la mayor parte del gasto se destina a necesidades básicas como alimentación y transporte.
En Chile, la mitad de las y los trabajadores perciben menos de $500.000 líquidos y el gasto tipo de un hogar supera con creces dicha cantidad. Para simplificar, pensemos por ejemplo en el caso de un hogar unipersonal sólo con casos de personas trabajando y considerando las grandes capitales regionales: el 50% tiene un ingreso disponible laboral menor a $600.000, mientras, el gasto mediano es de $748.685, lo que deja poco margen de ingresos autónomos para permitirse los bienes y productos de la vida moderna.
Las altas tasas de interés también tienen consecuencias para los fondos de pensiones: significan inestabilidad y vulnerabilidad para un gran número de empresas que pueden enfrentarse a posibles pérdidas, como señala The Economist. No es de extrañar entonces que todos los fondos, incluso el más conservador de las AFP, el fondo E, muestren cifras negativas, lo que ha provocado que miles de cotizantes vean cómo sus ahorros previsionales simplemente desaparecen. Así, podemos ver que la nueva normalidad de altas tasas de interés hace aún más inviable el sistema de pensiones chileno.
Esta nueva normalidad, en todo caso, no debe ser asumida como una condición naturalizada o incontestable, por las consecuencias concretas que afectan a la empobrecida y endeudada clase trabajadora chilena. ¿Qué hacer frente a este nuevo asalto al nivel de vida? Es necesario fortalecer la posición de quienes representan directamente los intereses de las y los trabajadores ante los grandes poderes económicos, es decir, los sindicatos, pues ello haría más factible al menos la recuperación del poder adquisitivo, pero también la disputa de los frutos del crecimiento económico. En cuanto a las pensiones, es urgente desactivar el invento dictatorial (validado por los sucesivos gobiernos), que sólo da seguridad y beneficios a los capitalistas y se traduce en una inseguridad social generalizada para el resto.