«LA LÓGICA DEL “CADA UNO SE LAS ARREGLA POR SÍ SOLO”, ES UNA IDEA QUE YA SE EVIDENCIÓ FRACASADA SOCIALMENTE, SOBRE TODO, PORQUE ESTAMOS EN ENORMES DESIGUALDADES DE PODER»
Fotografía: Fundación Sol

La Junta de vecinos n° 20 de Ñuñoa, Parque Juan XXIII, el sábado 18 de octubre realizó un conversatorio sobre seguridad social. Los expositores invitados fueron Andrés Solimano, presidente de Centro Internacional de Globalización y Desarrollo (CIGLOB) y Karina Narbona, antropóloga social e investigadora de Fundación SOL.

(Santiago, 20 de enero, 2020) La instancia contó con la participación de alrededor de 30 vecinos, quienes dialogaron sobre los desafíos para una nueva constitución frente a seguridad social y sus implicancias para los y las jubiladas. Karina Narbona, desde su mirada antropológica, definió el concepto de seguridad social y lo contrastó con el sistema previsional actual que enfrenta nuestro país. “Es importante tener a la vista la noción de seguridad social, entendida como un instrumento del cual se dota a la sociedad en su conjunto, es decir, como colectivo, para dar garantías o certezas frente a las contingencias de la vida que podrían atentar contra una existencia digna. Dentro de este instrumento está la parte previsional, pero también está la protección por salud, maternidad y desempleo, entre otros, siendo la jubilación una arista más dentro de un sistema orgánico”, explica.

Narbona plantea en relación a esta definición de seguridad social, que se pueden ver por lo menos tres fallas del sistema previsional. La primera, que este no apunta al sentido colectivo o "social" del término, pues plantea una solución individual. La segunda, el sistema tampoco da certezas, resguardos o "seguridad", porque la única claridad que tiene la persona es la contribución que hace mes a mes, pero no el beneficio, el cual es incierto y por lo demás insuficiente. Y, la tercera, es que este modelo no está concebido en perspectiva integral o sistémica, en el sentido de que la previsión no está integrada con las otras ramas de la seguridad social, sino que cada una va por carriles separados.

Para contextualizar a los y las vecinas, se subrayó que la historia de la seguridad social está marcada por la lucha y organización activa de los trabajadores, que partieron desarrollando una solidaridad de base, con instancias iniciales de socorro o apoyo mutuo, que después pasa a ser incorporada a la institucionalidad de alcance nacional. También se evidenció el quiebre que se forma en dictadura, desde el 79 en adelante, con respecto al trato institucional al mundo del trabajo. “Ese año se instala el Plan Laboral, bajo la gestión de José Piñera, ese plan buscó despejar el terreno de los elementos que se consideraban enturbiadores de las decisiones de inversión, en este caso los sindicatos, neutralizando la acción colectiva para hacer primar la acción individual”, comenta la antropóloga.

Según Narbona, la idea que se intentaba instalar en ese momento, era de la actuación individual como referente máximo de las relaciones sociales, bajo una lógica y una disciplina de mercado. “Por la coyuntura histórica, no se podía eliminar de cuajo a los sindicatos y lo que se erige como mal menor, fue establecer una ley sindical que los llevó a su mínima posibilidad de ser y actuar”.

Luego, bajo la misma gestión de José Piñera, viene la reforma de las pensiones, estrechamente vinculada. Narbona explica que “el acta de la discusión que se dio en materia previsional es clara, dice que con esto él viene a consolidar lo que ya se hizo en el Plan Laboral, aquí se rompe con la politización de los trabajadores y se instala la idea de que cada uno vaya por su cuenta, como debiese ser desde la perspectiva neoliberal, lo que significa, en el fondo, arreglárselas como pueda”. Asimismo, otra ocasión en la que José Piñera reafirma esta lógica individual con el nuevo sistema de capitalización es la que aparece en el libro "El cascabel al gato", donde plantea que se apuesta a un cambio de identidad, hacer que los trabajadores se sientan propietarios y no proletarios.

Bajo esas nociones, Narbona, desprende que “el sentido y la lógica normativa -que había en ese entonces - es muy importante de comprender para entender los problemas que tenemos hoy a la hora de intentar levantar demandas sociales más generales. Cuando se está luchando por tener mínimas seguridades compartidas, hay que deconstruir y replantear la forma en la que nos entendemos nosotros mismos y nuestra relación con los demás”.

Entrando en el diagnóstico actual de las pensiones, la antropóloga explica que este sistema castiga de manera general a la población trabajadora y en particular a las mujeres, “esto tiene que ver con un sistema laboral muy deteriorado en este golpe del capital sobre el trabajo, pero además con un sistema previsional que lo que hace es reproducir las desigualdades de clase y de género en el mundo del trabajo, y no solo reproducirlas como si fuese un espejo, sino que ampliarlas y eso es lo más grave”, detalla.

Asimismo, expresó la mirada sobre los recursos. Actualmente, los fondos que se han acumulado, que son dineros de los y las trabajadoras y equivalen a cerca del 75% del PIB, benefician a los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros, que están presentes en Chile y también internacionalmente, mientras a las personas comunes que generan el ahorro de base, les llega una ínfima proporción de esa masa de dinero. “Es una situación que solo puede gatillar más desigualdad. Si no se cambia de raíz el actual modelo, solo podremos encontrar más desigualdad al futuro. Es imposible revertirlo dentro de la actual lógica de funcionamiento del sistema”, subraya Narbona.

En este sentido una salida que presenta es la que ha formulado la Coordinadora de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP, con la cual Fundación SOL ha trabajado. Se trata de un sistema de reparto tripartito que pondría a Chile acorde al estándar de seguridad social que existe en el mundo. En dicha propuesta se concibe que haya una pensión básica, universal, que sea igual al salario mínimo, por lo menos partir de ese piso. Luego, sobre el pilar contributivo, que se reconozcan los años cotizados y, en función de eso, se asegure, por medio de la solidaridad, un beneficio definido, una tasa de reemplazo. En Fundación SOL se calcula que la tasa de remplazo por lo menos se duplicaría en relación a la que actualmente existe. Además, en el caso de las mujeres, se le van agregando años de cotización adicional a las que ellas realizan, por las dificultades que tienen.

Aclara que no se propone en estricto rigor volver al sistema de reparto antiguo sino que construir uno moderno: el trabajar con las reservas técnicas que son la posibilidad de ir generando algún tipo de ahorro para el sistema y para las contingencias que van a venir, principalmente, demográficas. “Esto permitiría hacer de colchón frente a situaciones donde la tasa de esperanza de vida aumenta permanentemente y se produce una curva demográfica, donde empiezan -todavía no, pero a futuro- a ver más personas mayores en relación a personas que están activas laboralmente, subraya la antropóloga. En estos términos se hace frente al largo plazo.

Al finalizar el conversatorio y refiriéndose al paradigma de cuentas individuales que sostiene al modelo chileno, la antropóloga, señaló que “la lógica del ‘cada uno se las arregla por sí solo’, es una idea que ya se evidenció fracasada socialmente, sobre todo, porque estamos en enormes desigualdades de poder”. Esta lógica no se sostendría, más en general, como principio de regulación de la sociedad, “Aquí es falso que podamos enfrentarnos al gran capital empresarial en igualdad de condiciones, es falso que todo dependa de nuestro esfuerzo individual, porque hay muchas condiciones y muchas barreras que hacen que, a pesar de que las personas se esfuercen, a fin de mes, no puedan llegar si quiera con un trabajo asalariado a cubrir la línea de la pobreza”, concluyó.