Columna publicada en Blog de La Tercera 12 octubre 2011
Por Gonzalo Durán, investigador Fundación SOL
Uno de los proyectos más esperados del último tiempo fue enviado al congreso durante esta semana. Se trata el Ingreso Ético Familiar (IEF). La historia tiene cerca de 4 años y se remonta al debate instalado en agosto del año 2007 por el Monseñor Alejandro Goic sobre la necesidad ética de que las empresas pagasen un sueldo de al menos $250.000, eran los tiempos del "sueldo ético". El debate se materializó en que la entonces Presidenta, Michelle Bachelet, creó la comisión asesora Trabajo y Equidad, cuya tarea era obtener recomendaciones concretas para mejorar las condiciones de miles de trabajadores en Chile.
El tiempo pasó, y de Salario Ético se comenzó a hablar de Ingreso Ético, diferencia no sutil, ya que en el segundo, se añaden las transferencias del Estado y se podría desvincular de la idea genuina de Goic de que las empresas pagarán mejores sueldos. También se añadió el apellido "familiar", desligándolo de la persona, o del trabajador. Lo importante son las familias. El pasado martes 27 de Septiembre, finalmente el Presidente Piñera envía al congreso el proyecto de Ley, que contempla transferencias monetarias para el grupo de personas "extremadamente pobres".
Son los indigentes, son cerca de 620.000 personas y en su mayoría no trabajan ni buscan trabajo. En efecto, el 75% clasifican como inactivos. Por tanto, la orientación es otra. Es una política que busca acabar con la extrema pobreza al 2014, para ello ofrece, un Ingreso Ético Familiar de cerca de $53 mil pesos mensuales por familia y que en el mejor de los casos podría llegar a $78 mil pesos. No se trata entonces, de un Sueldo Ético, toda vez que no son las empresas las que incurren en el gasto, es el Estado. Es además un bono transitorio, por 24 meses. Conviene entonces, no perder de vista el famoso "sueldo ético".
Este proyecto ha pasado por el lado de la idea de Goic sin mirarla, esquivando así la delicada situación de los salarios en Chile. Y es que, los salarios en nuestro país están lejos de ser éticos y dignos. En efecto, de acuerdo a los datos de la primera Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo, Calidad de Vida y Salud (ENETS), el 90% de las personas que trabajan, ganan menos de $650 mil pesos. Es incluso menos que el Salario Mínimo de la mayoría de los países de la OECD (ajustando por paridad de poder de compra). Es decir, 9 de cada 10 trabajadores en Chile, gana menos que el salario mínimo promedio de los países avanzados. Además, el 76% de los trabajadores/as, gana menos de $350.000, monto equivalente al Salario Ético del Monseñor actualizado a la fecha por el IPC de alimentos.
Es decir, en Chile, cerca de 8 de cada 10 trabajadores obtienen menos que el salario ético. Pero en Chile, parece que al momento de evaluar la marcha de la economía se observa una realidad paralela, aquella que nos dice que el país creció al 8,4% en el primer semestre de 2011, que nos habla de una baja tasa de desempleo y una fuerte creación de empleos.
Se omite, por cierto, que 3/4 parte del crecimiento económico se lo apropia el 10% más rico y que la vigorosa creación de empleos, es fundamentalmente empleo de mala calidad, precario e indecente (según la definición de la misma OIT). Se omite también que el desempleo a tiempo parcial, o desempleo por subempleo ha crecido en cerca de un 50% desde el año 2009. Tampoco se señala que en las actuales condiciones, quienes ganan el mínimo tienen un 21% más de probabilidad de ser pobres (respecto al año 2006). Es evidente que un aumento en las transferencias monetarias para quienes se encuentran en la extrema pobreza es una buena medida, que duda cabe y quien podría oponerse, no obstante ello, es importante que proyectos como estos, no oculten un problema real que incuba mes a mes una Burbuja Laboral cada día más peligrosa.
Por Gonzalo Durán, investigador Fundación SOL
Uno de los proyectos más esperados del último tiempo fue enviado al congreso durante esta semana. Se trata el Ingreso Ético Familiar (IEF). La historia tiene cerca de 4 años y se remonta al debate instalado en agosto del año 2007 por el Monseñor Alejandro Goic sobre la necesidad ética de que las empresas pagasen un sueldo de al menos $250.000, eran los tiempos del "sueldo ético". El debate se materializó en que la entonces Presidenta, Michelle Bachelet, creó la comisión asesora Trabajo y Equidad, cuya tarea era obtener recomendaciones concretas para mejorar las condiciones de miles de trabajadores en Chile.
El tiempo pasó, y de Salario Ético se comenzó a hablar de Ingreso Ético, diferencia no sutil, ya que en el segundo, se añaden las transferencias del Estado y se podría desvincular de la idea genuina de Goic de que las empresas pagarán mejores sueldos. También se añadió el apellido "familiar", desligándolo de la persona, o del trabajador. Lo importante son las familias. El pasado martes 27 de Septiembre, finalmente el Presidente Piñera envía al congreso el proyecto de Ley, que contempla transferencias monetarias para el grupo de personas "extremadamente pobres".
Son los indigentes, son cerca de 620.000 personas y en su mayoría no trabajan ni buscan trabajo. En efecto, el 75% clasifican como inactivos. Por tanto, la orientación es otra. Es una política que busca acabar con la extrema pobreza al 2014, para ello ofrece, un Ingreso Ético Familiar de cerca de $53 mil pesos mensuales por familia y que en el mejor de los casos podría llegar a $78 mil pesos. No se trata entonces, de un Sueldo Ético, toda vez que no son las empresas las que incurren en el gasto, es el Estado. Es además un bono transitorio, por 24 meses. Conviene entonces, no perder de vista el famoso "sueldo ético".
Este proyecto ha pasado por el lado de la idea de Goic sin mirarla, esquivando así la delicada situación de los salarios en Chile. Y es que, los salarios en nuestro país están lejos de ser éticos y dignos. En efecto, de acuerdo a los datos de la primera Encuesta Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo, Calidad de Vida y Salud (ENETS), el 90% de las personas que trabajan, ganan menos de $650 mil pesos. Es incluso menos que el Salario Mínimo de la mayoría de los países de la OECD (ajustando por paridad de poder de compra). Es decir, 9 de cada 10 trabajadores en Chile, gana menos que el salario mínimo promedio de los países avanzados. Además, el 76% de los trabajadores/as, gana menos de $350.000, monto equivalente al Salario Ético del Monseñor actualizado a la fecha por el IPC de alimentos.
Es decir, en Chile, cerca de 8 de cada 10 trabajadores obtienen menos que el salario ético. Pero en Chile, parece que al momento de evaluar la marcha de la economía se observa una realidad paralela, aquella que nos dice que el país creció al 8,4% en el primer semestre de 2011, que nos habla de una baja tasa de desempleo y una fuerte creación de empleos.
Se omite, por cierto, que 3/4 parte del crecimiento económico se lo apropia el 10% más rico y que la vigorosa creación de empleos, es fundamentalmente empleo de mala calidad, precario e indecente (según la definición de la misma OIT). Se omite también que el desempleo a tiempo parcial, o desempleo por subempleo ha crecido en cerca de un 50% desde el año 2009. Tampoco se señala que en las actuales condiciones, quienes ganan el mínimo tienen un 21% más de probabilidad de ser pobres (respecto al año 2006). Es evidente que un aumento en las transferencias monetarias para quienes se encuentran en la extrema pobreza es una buena medida, que duda cabe y quien podría oponerse, no obstante ello, es importante que proyectos como estos, no oculten un problema real que incuba mes a mes una Burbuja Laboral cada día más peligrosa.