Publicada en El Desconcierto el 26 de mayo de 2022
Además, la investigación realizada por Fundación SOL exploró el alza del trabajo en domicilios, pasando de 655.257 empleos en el primer trimestre de 2019 a 1.280.787 entre julio y septiembre de 2021.
Por Edgar Pfennings de la Vega
La versión actualizada del estudio sobre trabajo textil denominado «Trabajo en Domicilio: Pandemia y Transformaciones en el Trabajo Textil y la Cadena de Vestuario en Chile» de Fundación SOL reveló cifras que grafican la precaria realidad laboral que viven las trabajadoras en domicilios y el recrudecimiento de éste durante el periodo de confinamiento del COVID-19.
De acuerdo a la investigación, que contó con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Coordinadora de Trabajadores/as a Domicilio (Conatrado), entre el trimestre julio-septiembre de 2021 y el momento previo al inicio de la pandemia (diciembre-febrero de 2020) se han perdido más de 35.900 empleos en el sector.
La industria textil equivale a 6,5% de las personas ocupadas en la industria manufacturera y 72% de las personas ocupadas en ella corresponden a mujeres.
El estudio también indagó en el alza del trabajo en domicilios producto de la crisis sanitaria, el que a principios de 2019 abarcaba a 655.257 personas. En el curso de la pandemia se produjo un aumento significativo llegando a 1.760.699 empleos. La mayor parte de quienes integran esta forma de trabajo corresponden a mujeres, quienes a principios de 2019 superaban las 383 mil en esta modalidad de trabajo, aumentando a más de un millón en junio-septiembre de 2020.
Además, entrevistas realizadas dieron cuenta de la percepción de las trabajadoras respecto a la falta de ayudas estatales durante la pandemia. En muchos casos se planteó que la entrega del IFE universal constituyó un apoyo relevante, a diferencia de los retiros, ya que la escasa cobertura de seguridad social y existencia de lagunas de cotizaciones en el trabajo en domicilio hace que esto no haya sido una alternativa relevante para las propias trabajadoras.
«El análisis da cuenta de una realidad precaria que ya vivían las trabajadoras en domicilio, pero que recrudece durante el periodo de confinamiento del COVID-19. Los esfuerzos por mantener los ingresos, cuidar a sus familias y mantenerse saludables fueron exigencias durante todo el tiempo de pandemia», explica Andrea Sato, investigadora de Fundación SOL y coautora del estudio.
La investigación también da cuenta que, al haberse roto la mayoría de las cadenas productivas, se generó también una transformación en la producción en el hogar y la comercialización.
“Hay una intención de permanente renovación y enfrentar las situaciones coyunturales que se presentan, pero el quiebre en las cadenas de valor y suministro ha tenido consecuencias en distintos niveles y dimensiones que obligó a la transformación productiva y al reordenamiento de la organización del trabajo; confeccionar nuevos productos, utilizar más y mejor las redes sociales y explorar otras formas de generar ingresos”, señaló Recaredo Gálvez, investigador de Fundación SOL y coautor del estudio.
El trabajo en tiempos de confinamiento
«En el escenario de pandemia el trabajo se describe como una actividad que requiere mucha más dedicación horaria sin existir parámetros exactos respecto de cuanto es el tiempo justo o saludable para dedicar a la producción. El temor a perder la relación con el/la cliente influye en la flexibilidad de los horarios«, indicó Fundación SOL en un comunicado sobre la investigación.
La totalidad de personas entrevistadas para el estudio realiza trabajo en su domicilio y la mayoría de ellas lo hacía total o parcialmente desde antes de la pandemia. «Esto no ha significado que sea más fácil, en cambio, inmersas en el mundo productivo del hogar, se observa un incremento en las cargas reproductivas y un reacomodo de los tiempos y espacios domésticos», precisaron desde el centro de estudios.
Benjamín Sáez, investigador de Fundación SOL y coautor del estudio explica que «al mismo tiempo, el trabajo se realiza conjuntamente con otras rutinas, como los cuidados, el ocio o la alimentación, entrando en directas contradicciones. El desarrollo de actividades simultáneas y la dificultad para encontrar momentos de desconexión y desahogo en un contexto de alta carga para la salud mental ha sido también un aspecto relevante».
Avances estratégicos
Durante el estudio, los investigadores recomendaron aspectos a trabajar. La mayoría de estas sugerencias se han mantenido desde la versión anterior del estudio (2017), pero que aún se mantienen vigentes.
Algunas de las recomendaciones fueron promover los sindicatos de trabajadores a domicilio y del área textil, ratificar el convenio 177 de la OIT para reconocer y regular el Trabajo en Domicilio, desarrollar negociaciones colectivas por rama en la industria textil de carácter tripartitas, lograr tarifados nacionales unificados y formar una federación nacional de trabajadores en sus domicilios.
Por último, la investigación explica que «las organizaciones sindicales han permitido ir construyendo un relato común el cual se aúna en la expectativa que el actual contexto político permita algún cambio positivo que implique el reconocimiento legal para que a lo menos las enfermedades derivadas del trabajo que realizan puedan ser reconocidas y bonificadas como corresponde».