Por Gonzalo Durán/Investigador de Fundación SOL
En Estados Unidos, la Securities and Exchange Commission (SEC), que en Chile vendría siendo la Superintendencia de Valores y Seguros, tienen muy claro que la desigualdad de ingresos se genera en el mundo del trabajo. Es por ello que han puesto una nueva regla para las empresas: declarar el ratio “sueldo máximo/sueldo medio”. La medida, conservadora aún, apunta a develar lo que el Drum Major Institute define como elÍndice de Injusticia. O sea, indicar cuán desigual es la estructura salarial dentro de las compañías. Con seguridad, la medida ha ruborizado a muchísimas empresas.
El problema de la desigualdad salarial al interior de las compañías (y sobre todo de las grandes empresas) es un fenómeno creciente, el cuál sin control, amenaza seriamente con empeorar las desiguales distribuciones de ingreso que presentan algunos países.
En esta materia, Chile pelea por el campeonato mundial.
De acuerdo a los datos el Economic Policy Institute (EPI) de Estados Unidos, la distancia entre los sueldos (antes de impuestos) de los Gerentes Generales y los trabajadores de cuello azul (obreros) promedia 20 veces para los países de la OCDE. En Holanda por ejemplo, la razón es de 18 a 1, en Suecia de 19 a 1, Alemania 20 a 1, Francia 23 a 1, y en Bélgica 18 a 1.
Si extrapolamos los cálculos del EPI, esta vez comparando el salario mínimo contra el máximo observado en las empresas, obtendremos el Índice de Injusticia (en su versión genuina). Usando la base de datos de la OCDE, podríamos concluir que en los países europeos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, este índice roza las 30 veces. ¿Qué pasa con Chile?
De acuerdo a los datos de la consultora empresarial Seminarium, los sueldos anuales promedios de los máximos ejecutivos para las grandes empresas, bordean los $300 millones de pesos. Entonces, considerando que el sueldo mínimo en Chile es de $172.000, estaríamos frente a un Índice de Injusticia de 145, así, simple y directo, siguiendo la metodología pura del EPI. Casi 500% más de lo que se ve en el club OCDE, del cual somos parte.
Es más, si vemos el caso de la Banca, el Índice de Injusticia se dispara a 250. Es decir 833% más. Es una completa vergüenza.
¿Y si hacemos el ejercicio a la SEC?, es decir, comparando sueldos máximos con sueldos medios, seguimos campeonando: esta vez el índice de injusticia “ajustado” (por llamarlo de un modo), llega a 105 veces (usando información CASEN 2009). Muy por arriba de la media OCDE.
El panorama es todavía más crítico si consideramos que quienes ganan el mínimo integran hogares donde el número de personas que trabajan no supera a una persona. De ahí que, técnicamente hablando, sea posible detectar, casos de empresas donde gerentes súper millonarios, comparten con asalariados indigentes (a partir de datos CASEN 2009). Sí, leyó bien.
Hoy que se discute el salario mínimo falta poner sobre la mesa este tipo de temas. No nos olvidemos que Chile es el país OCDE más injusto salarialmente hablando. Es el país dónde las personas que pertenecen a los hogares del 5% más rico tienen ingresos 830 veces superiores que las que pertenecen a los hogares del 5% más pobre (Fundación SOL en base a CASEN 2009). La injusticia salarial es, obviamente, uno de los grandes responsables.
Convendría pues, pensar en la obligatoriedad de reportar un Índice de Injusticia Salarial: nacional, por sector, por rama de actividad, cómo sea. Mal que mal, somos los campeones en estas lides. Si Estados Unidos, ícono del capitalismo, lo hace….
Columna Publicada en La Tercera.cl y El Mostrador