Publicado el 23 de junio de 2016 en El Ciudadano
Economista cuestiona el alza parcelada de $26.000 aprobada en el Congreso. “En términos concretos significa casi 135 pesos más en el valor hora del salario mínimo”, señala, planteando que una cifra adecuada sería la de $400 mil propuesta por el obispo Goic.
Este jueves la Cámara de Diputados aprobó y despachó a ley el reajuste al salario mínimo propuesto por el gobierno, aumentándolo parceladamente en $26.000 de aquí al 1 de enero de 2018. Conversamos sobre esta alza con Gonzalo Durán, economista e investigador de la Fundación Sol. “Cuando se habla de que se va a generar desempleo, inflación y como que se va a destrozar la economía, están hablando los poderes fácticos”, sostiene respecto a los argumentos esgrimidos para no establecer un aumento mayor.
¿Qué te parece el aumento del salario mínimo de 26 mil pesos en 18 meses?
En términos concretos significa casi 135 pesos más en el valor hora del salario mínimo, lo cual nos continúa manteniendo en un escenario donde Chile figura como uno de los países -con el nivel de desarrollo que tiene- con el salario mínimo más bajo. Técnicamente es lo que se conoce como un mini salario mínimo, pues representa menos del 30% del Producto Interno Bruto (PIB). Y en términos generales lo que nos da cuenta esto es de que básicamente nuestras autoridades, las que toman las decisiones al respecto, en ningún caso están pensando en poner al trabajo en el centro de la discusión y de la estrategia de desarrollo.
¿Cuál es tu posición frente a la discusión que se da siempre cuando se habla del salario mínimo y que se centra en el tema de cómo esto va a afectar el crecimiento, el empleo?
Esa discusión parte del supuesto de que el salario mínimo ya cumplió con un objetivo que sería otorgarle a los trabajadores una dignidad mínima y ese supuesto está totalmente errado, por lo tanto se parte de supuestos equivocados. En Chile el salario mínimo alcanza para básicamente un kilo de pan al día, ir y volver al trabajo y un arriendo básico; con el aumento que se hace, seguramente va a alcanzar para un balón de gas, para la estufa. Entonces, cuando se habla de que esto va a generar desempleo, de que puede generar inflación y otras cosas, como que se va a destrozar la economía, básicamente lo que hay ahí es que están hablando los poderes fácticos que quieren que no se les toque la tasa de ganancia. Porque de eso estamos hablando cuando hablamos de que el salario mínimo es lo que sirve de guía de referencia no tan solo para los trabajadores que están afectos a él, sino que para el resto de los trabajadores de la economía. Y eso es precisamente lo que temen nuestras autoridades y el empresariado en general.
Como Fundación Sol, ¿plantean alguna cifra de salario mínimo y alguna fórmula para llegar a ella?
Lo primero sería que como sociedad se discutiera preferentemente con los trabajadores -y sean ellos los que sean los protagonistas de este debate- cuánto es el mínimo necesario para tener una vida digna, para un trabajador y su grupo familiar. Un cálculo rápido nos debería llevar a la cifra que propone el obispo (Alejandro) Goic, algo así como 400 mil pesos; por ahí debiese estar en base a lo que es el costo de vida en Chile. Pero tampoco eso se aleja mucho de lo que debería ser el salario mínimo para un país que tiene casi 24 mil dólares como PIB per cápita ajustado por la paridad de poder de compra. Entonces ahí observamos que hay un retraso más o menos importante.
Te oí hace poco hacer referencia al llamado “efecto faro”, en el contexto de la discusión del salario mínimo. ¿En qué consiste y cuáles son sus consecuencias?
Es básicamente la referencia que da el salario mínimo respecto al resto de los salarios de la economía. Hay que recordar que en Chile, por ejemplo, los salarios mínimos se conectan inmediatamente con el sueldo base, que es igual al sueldo mínimo; en segundo lugar, va a afectar las horas extra; en tercer lugar, va a afectar gratificaciones en aquellas empresas que la pagan, porque hay un tope de 4,75 ingresos mínimos; y, en cuarto lugar, también afecta la negociación del sector público que se viene en noviembre, porque marca el piso para esa negociación. Entonces todos estos mecanismos es lo que se conoce como esta especia de “efecto de referencia” o “iluminador” como faro, que determina el resto de los salarios de la economía. Entonces, en ese sentido, mientras el salario mínimo sea muy bajo lo que va a pasar es que el resto de los salarios en general van a ser también muy bajos, y eso es lo que observamos con los datos, cuando decimos que el 50% de los trabajadores en Chile gana menos de 305 mil pesos líquido.
¿De qué manera un salario mínimo más alto como el que tú mencionaste, contrario a lo que se dice en esta discusión, podría contribuir a nuestra economía?
En primer lugar, hay varios caminos. Uno es que se activa la demanda interna, a través de -sobre todo- el consumo en los microcomercios, en las pequeñas empresas; eso es un dinamizador de la economía a través de un mayor salario. En segundo lugar, estamos hablando de que en Chile, con los niveles generales de salarios que hay, la gran mayoría de la personas están endeudadas; de hecho hay casi 11 millones de endeudados, mucho más de lo que es la fuerza de trabajo, y los morosos son casi 4 millones, son personas que no pueden pagar las deudas. Entonces, en la medida que esa carga se alivie eso también le juega a favor a la marcha de la economía y puede generar efectos positivos. Y también desde un punto de vista más sociológico, es evidente que un mayor salario lo que hace es descomprimir la disciplina que te otorga o que te impone -por decirlo de mejor forma- el endeudamiento, que es lo que finalmente hace que los trabajadores pierdan muchos grados de libertad y tengan poca participación en lo que es pensar la sociedad y pensar lo público.