Por Gonzalo Durán, Economista Fundación SOL
El sueldo mínimo y su impacto en el empleo: elementos que se deben considerar
Los últimos días, las autoridades han señalado de manera firme, que un aumento en el salario mínimo distinto al arrojado por la fórmula "inflación esperada más productividad", puede derrumbar la creación de empleo y poner en serio riesgo el bienestar de las familias. El supuesto que hay detrás de esa afirmación, es que productividad y salarios debiesen ir acoplados: sube la productividad, sube el salario (en igual proporción). No obstante, los datos oficiales, demuestran que durante los últimos 20 años ese axioma teórico está lejos cumplirse y el patrón acumulativo ha primado. En efecto, habiendo crecido la productividad laboral en un 90% (en el lapso 1990-2009), las remuneraciones sólo lo hicieron en un 20%, explicando ello, buena parte de la desigualdad en la distribución de los ingresos. Por tanto, el pretexto de que productividad y salarios debiesen ir de la mano, parte con una deuda de arrastre no despreciable. Esto quiere decir: el punto de partida no es el correcto y nuestro nivel de salarios mínimos es más bajo del que realmente debiera ser. Al respecto, Catherine Saget (experta OIT en materia de Salarios Mínimos), realiza una interesante contribución. Tomando una muestra de más de 100 países, comprueba de manera empírica una relación matemática: cuando los salarios mínimos expresados como proporción del PIB per cápita mensual, sean inferiores a un valor de 0,3, el salario mínimo debiese ser considerado un "mini" salario mínimo, situación en la cual se requiere de un esfuerzo considerable que apunte a un mayor nivel. De otro lado, cuando dicho índice, sea mayor a 0,6, el salario mínimo es un "maxi" salario mínimo, en cuyo caso su valor y los sucesivos incrementos podrían poner en riesgo a la economía por cuanto se afectaría el crecimiento, la inversión y el empleo. Valores intermedios, esto es, dentro del rango 0,3-0,6 tienen grados de flexibilidad para una negociación más bien "política". Si tomamos en cuenta la contribución de Saget, el cálculo actualizado para Chile arroja un valor de 0,31: es decir, estamos muy cerca del "mini" salario mínimo. Estos elementos, lejos de terminar la con la discusión (falta aún la dimensión social y política), son material de consulta obligatorio al momento de hacer políticas públicas. ¿Veremos algún día un verdadero debate sobre el salario mínimo? o seguiremos creyendo ciegamente que en Chile la productividad sí se paga. Publicado en Diario Concepción 10 de Mayo de 2012