Gonzalo Durán Sanhueza, economista Fundación SOL
El gobierno ha celebrado los empleos creados bajo su administración y la tasa de participación económica de las mujeres
1.- ¿Cuál es su diagnóstico de la realidad laboral de los trabajadores chilenos en general, y de las mujeres, en particular?
El análisis sobre realidad laboral es dual. Si se revisa la tasa de empleo, efectivamente se constata un aumento en el número de ocupados sobre el total de personas en edad de trabajar (análisis de volúmenes) (52,5% en el trimestre móvil Enero-Marzo 2010 vs 56% en Febrero-Abril 2012).
El lado "B", es el diagnóstico sobre la calidad. Ahí, las cifras muestran rasgos preocupantes. El subempleo, es decir, personas que trabajan menos de 30 horas a la semana y que están disponibles y deseosas para trabajar más, llega al 56% del total de trabajadores de medio tiempo, ello equivale a casi el triple de lo registrado en países desarrollados. El empleo de medio tiempo "involuntario" es precariedad para la OIT.
Otro componente de precariedad, que se percibe muy nítidamente en el caso de las mujeres, es la creciente tercerización del empleo asalariado. En efecto, del total de empleos dependientes creados en los últimos 25 meses (202.827 empleos), el 94,1% corresponde a la modalidad de suministro, subcontrato y enganche temporal, es decir, formas atípicas que tienen menor probabilidad de tenencia de derechos colectivos y que obtienen remuneraciones que son un 30% más bajas (en promedio) que aquellas obtenidas por los trabajadores contratados directamente.
2.- La OIT ha definido el "empleo decente". ¿En qué medida se cumple en Chile con esa meta?
Trabajo Decente se define como "oportunidades para hombres y mujeres de obtener trabajo productivo y decente, en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana". La OIT en una reunión de expertos de 2008 definió un marco conceptual basado en un set de indicadores para medir trabajo decente. Chile tiene déficits en -a lo menos- la mitad, 9 de los 18 indicadores. Entre ellos destacan: Negociación Colectiva, Tasa de Sindicalización, Exceso de Horas de Trabajo, Trabajadores Pobres, Estabilidad y Seguridad en el Trabajo.
3.- Cuando se inicia el debate en torno al salario mínimo, ¿qué impacto puede tener esta definición en un mejoramiento de la distribución de los ingresos por trabajo?
En el contexto chileno, con bajos salarios (el 76% de los trabajador@s obtiene menos de $350 mil como ingreso líquido) y escasos resultados de la negociación colectiva (menos del 1% como reajuste real inicial para el promedio de los últimos 10 años), el salario mínimo es un poderoso inductor de una mejora en la distribución de ingresos. Adicionalmente, la variación en los niveles de ocupación, ante cambios en los niveles del salario mínimo (elasticidad empleo-salario mínimo) se encuentra en niveles históricamente bajos, de hecho, el salario mínimo como proporción del PIB per cápita mensual ajustado por paridad de poder compra, se sitúa en 0,32, cercano a lo que técnicamente se conoce como un "minisalario mínimo".
4.- ¿Qué medidas considera urgentes para mejorar las condiciones de trabajo en general, y de las mujeres en particular?
Del diagnóstico, se desprenden a lo menos 3 medidas urgentes:
- Nuevo Marco Institucional (Código del Trabajo) que tenga como eje la relación de Poder entre trabajador@s y empresas. Urge dotar de poder a los trabajador@s a través de negociación colectiva sobre el nivel de empresas y real derecho a huelga.
- Cambio en la matriz productiva.
- Pensando particularmente en las mujeres, se necesitan políticas públicas en orden a disminuir/eliminar la brecha salarial entre hombres y mujeres, para ello es fundamental mejorar la calidad de los puestos de trabajo y disminuir el elevado subempleo femenino (sobre el 50% del total de trabajadoras de medio tiempo).