Pablo Obregón, publicado en Economía y Negocios, El Mercurio 22 de Abril de 2012
La electroobtención es uno de los pasos más complejos del proceso de producción de cobre. Dura entre seis y siete días y permite recuperar el metal disuelto en una solución de electrolitos para producir cátodos de alta pureza. Sólo después de este procedimiento, los cátodos son apilados y embalados para su transporte final al puerto.
Mario (48 años) se dedica hace once años a trabajar en este proceso. Es experto y, por lo mismo, presta servicios en Codelco, la mayor productora de cobre del mundo. Curiosamente, no le importa mucho lo que ocurre cada tres años con los procesos de negociación colectiva que llevan adelante sus compañeros, a pesar de que en estas negociaciones se juegan millonarios bonos de producción y de fin de conflicto. No le importan porque en realidad los viejos de la cuprífera estatal no son sus compañeros. Trabajan como si lo fueran, hacen lo mismo, pero tienen empleadores y jefes distintos. Él es uno de los miles de trabajadores externos que prestan servicios para la cuprífera y cuyas condiciones laborales difieren bastante de las de sus pares de planta.
"Gano $460 mil y uno de la empresa gana $1.200.000. Operamos máquinas, tenemos turnos de cuatro por cuatro y hacemos el mismo trabajo de grúa que saca el cobre de las celdas y lo lleva a una cadena de transportes, pero no ganamos lo mismo".
De hecho, el único bono que Mario recuerda es el obtenido en el acuerdo marco de 2007, que se tradujo en $700 mil parcializados en cuatro cuotas y otro obtenido en 2011, que asciende a $1,3 millones. En comparación, los últimos bonos para los empleados Codelco Norte y en Collahuasi, por ejemplo, fueron de $11,5 millones y $12 millones, respectivamente.
Su caso no es el único. Si durante los últimos 23 meses el empleo asalariado creció en 540 mil personas, 330 mil corresponden a trabajos tercerizados. ¿Por qué se profundiza esta modalidad de contrato justo en un período de estrechez de mano de obra? Porque son más baratos. Según cifras de la Fundación de Estudios Laborales SOL, elaboradas en base a los números de la Encuesta de Ingresos del INE, los asalariados contratados directamente ganan, en promedio, $407.717 mensuales, mientras que los subcontratados o suministrados ganan $310.105; es decir, casi 25% menos.
En la semana, el tema de los subcontratistas nuevamente estuvo en la palestra. Unos dos mil trabajadores tercerizados de Escondida paralizaron sus actividades en demanda de beneficios.
Las mayores brechas
Las mayor brecha se presenta en la administración pública, donde los contratados directamente ganan 2,9 veces el sueldo promedio de los subcontratados. Le siguen las actividades inmobiliarias (2,4 veces); servicios sociales y de salud (2,2 veces) y sector financiero (2 veces). En la actividad minera, esta proporción es de 1,6 veces.
Además, si en enero de 2010 los subcontratados representaban el 11,6% de todos los asalariados, en enero de 2012 llegan a 16,5%: "Podemos concluir que la tendencia a la creación de este tipo de trabajos es preocupante, dadas las brechas salariales que se encuentran en todos los sectores productivos, exceptuando la agricultura", dice el sociólogo de este centro de estudios laborales, Alexander Páez.
A juicio de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, la coexistencia de dos tipos de trabajadores en la misma empresa también responde a la inflexibilidad de la legislación laboral: "No es fácil para las empresas adaptarse con la legislación actual a las necesidades del momento. Hay mucha rigidez y se recurre a las empresas externas porque es una forma para tener más flexibilidad y reaccionar a los vaivenes del mercado".
Con todo, considera que la política de certificación de competencias laborales que ha comenzado a implementarse en algunas industrias, como la minería, apuntan precisamente a aminorar las brechas existentes: "El día que podamos tener a los trabajadores con una certificación de competencias, ese trabajador va a ser valorado por los empleadores. Hoy, tenemos muy buenos trabajadores, pero el único que sabe que es un buen trabajador es el jefe directo, nadie más. Estamos empezando a trabajar en la minería, pero hay diferencias que no tenemos cómo salvar".
¿Contratos colectivos?
Para Héctor Guerra, vicepresidente de AGEST -la Asociación Gremial de Empresas de Externalización de Recursos Humanos- resulta razonable atribuir las brechas salariales a las menores tasas de productividad y a la alta rotación que podrían tener los trabajadores tercerizados. Sin embargo, a su juicio las verdaderas razones son otras: "En el pasado algunas empresas suscribieron contratos colectivos que contemplaron sueldos exorbitantes. Había cajeros que ganaban dos millones de pesos. ¿Cómo tú justificarías eso si los cajeros cuestan trescientos cincuenta mil? Por eso hay dos mercados funcionando paralelamente".
En la misma línea, la economista de Libertad y Desarrollo, Cecilia Cifuentes advierte que en industrias como la minería, los beneficios contemplados en los contratos colectivos son tan altos que si se incorporara a planta a todos los tercerizados, dejarían de ser competitivos: "Hay que buscar fórmulas para flexibilizar los contratos colectivos de modo que el mecanismo de la subcontratación, que no es el óptimo, no sea la única solución para un mercado inflexible. Hoy tenemos un mercado dual, de gente con muchos beneficios y otros con alta rotación y menos productividad".