En el año 2007 el Obispo Alejandro Goic propuso un sueldo ético de $250.000. Luego de muchos años de crecimiento económico y la promesa del “chorreo”, parece más sensato repensar seriamente nuestro particular modelo. Así como existen restricciones para conducir a altas velocidades porque puede afectar la vida y la libertad de otras personas, también deberían existir restricciones a los altos salarios y ganancias, en la medida que terminan afectando la libertad y las condiciones de vida de muchos trabajadores/as y su grupo familiar al no poder satisfacer sus necesidades de subsistencia.
Es así, como el Día Internacional del Trabajo sorprendió a las y los chilenos en una situación de alta complejidad, donde crece la economía (15 mil dólares per cápita), sin embargo la meta propuesta de un salario ético, por ejemplo, está muy lejos en el horizonte y donde las mujeres siguen siendo las más afectadas.
Frente al actual debate, enunciado por el Presidente de la CUT, Arturo Martínez, sobre alcanzar un salario mínimo de los actuales 182.00 a los 250.000 pesos y la respuesta del Gobierno en orden a insistir que esto generaría un mayor tasa de desempleo, el economista de la Fundación Sol, Gonzalo Durán, sostiene que no existe evidencia categórica de que subir el sueldo mínimo provoque aumento en la cesantía, por cuanto responde a motivaciones “políticas” el que se use siempre este argumento para rechazar el alza, como ha quedado de manifiesto al retomarse esta discusión en Chile en los últimos días.
Opina: Gonzalo Durán, Economista e Investigador del Área Desigualdad y Salarios y del Área Sindicatos y Negociación Colectiva de la Fundación SOL.
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