Por Loreto Soto, Radio Universidad de Chile, publicado el 30 de Abril de 2012
Las profundas transformaciones que ha sufrido el mercado laboral en las últimas décadas – que han desembocado en mayores índices de subcontratación, flexibilización y tercerización de los empleos – configuran un escenario complejo para la actividad sindical a nivel mundial.
En la actualidad, Chile presenta una tasa de sindicalización de 13,9 por ciento, que nos sitúa dentro de los mejores de Latinoamérica después de Uruguay, Argentina y Brasil. Sin embargo, continuamos lejos de la media de los países de la OCDE, que fluctúa en torno al 25 por ciento y muy por debajo de algunos países europeos donde este indicador puede llegar a alcanzar el 70 y el 80 por ciento.
Pero aún más preocupante es la paradoja que existe entre el número de personas sindicalizadas y las que están sujetas a procesos de negociación colectiva, ámbito esencial a la hora de entender el rol de los sindicatos y su impacto en el logro de beneficios salariales y sociales.
Las cifras son claras: Mientras la población afiliada a sindicatos activos alcanza los 858 mil 571 trabajadores, sólo el 30 por ciento (267 mil) están involucrados en instrumentos colectivos, según datos de la Dirección del Trabajo.
A juicio del director de Berg Consultores, especializados en relaciones laborales y recursos humanos, Huberto Berg, en las empresas donde existen mejores relaciones laborales estos procesos se dan de manera más natural, aunque afirmó que los instrumentos colectivos no serían tan necesarios si los trabajadores se sentaran directamente con los empleadores a discutir sus inquietudes.
Pese a ello, el académico de la Facultad de Economía y Negocios (FEN), Joseph Ramos, destacó la función de un convenio laboral pactado a través de una negociación. “En las grandes firmas se han dado cuenta que un contrato que es fruto de una negociación es visto como algo más legítimo a uno que es simplemente diga tómalo o déjalo”, comentó.
Un proceso que según Valentina Doniez, investigadora de la Fundación Sol, presenta graves falencias, sobre todo, si se considera que la negociación colectiva en Chile se ha visto cercenada por el Código del Trabajo aprobado en 1979 durante la dictadura militar, que impide un real derecho a huelga.
En esa línea, la antropóloga social añadió que este instrumento no se está aplicando de manera efectiva, contraviniendo las tendencias internacionales en la materia.
“Es difícil plantear que en la actualidad la negociación colectiva esté cumpliendo el rol que ha sido llamada a tener en sociedades democráticas y modernas, donde realmente cumple una labor de redestribución de la riqueza que crean las empresas y de democratización de los espacios laborales, lo que se suele dejar de lado”, sostuvo .
En esa línea, el experto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Carlos Rodríguez, afirmó que “el diálogo social y la negociación colectiva son una inversión en términos sociales para fortalecer la democracia, y en económicos para que las compañías tengan una rentabilidad importante. Por eso, trabajadores, empleadores y el propio gobierno necesitan hacer un esfuerzo para encontrar los caminos que transformen el diálogo en negociación colectiva sabiendo de antemano que es el mejor mecanismo para dirimir diferencias. Donde hay negociación colectiva, hay mayor fluidez de la democracia porque es el mejor mecanismo de redistribución del ingreso en un país donde la desigualdad está corriendo de manera desastrosa y lamentable”.
Chile ratificó los convenios 87 y 98 de la OIT que, entre otras cosas, ponen a la negociación colectiva efectiva como eje de un trabajo decente. Dichos documentos tienen carácter vinculante, por lo que organizaciones sindicales ya han acudido a organismos internacionales para forzar que Chile establezca los cambios institucionales necesarios para dar una mayor protección al trabajo.