Publicada en The Clinic el 13 de agosto 2017
Por Andrea Sato, investigadora Fundación SOL
"ENEL, no sólo ha utilizado la flexibilización como mecanismo para aumentar sus ganancias, sino también que es una estrategia muy útil para dividir a los trabajadores y reducir al mínimo el poder sindical. La externalización jerarquiza a los trabajadores, fomentando una competencia interna entre asalariados de primera y segunda categoría. Los trabajadores de empresas externas casi siempre son reclutados con salarios y condiciones de trabajo inferiores a aquellos de la empresa principal, aunque ejecutan tareas similares dentro del mismo giro productivo en un espacio común".
El corte de luz que afectó a gran parte de la Región Metropolitana tras los temporales, no dejó indiferente a nadie. Los reclamos de los afectados y las justificaciones de la empresa eran noticia obligada en los medios nacionales. Las críticas a ENEL no se dejaron esperar, había un cuestionamiento al deficiente funcionamiento de la empresa a pesar de las grandes sumas de dinero que maneja. Durante el primer semestre de 2017, ENEL Chile obtuvo ganancias de $169.660 millones de pesos, un crecimiento del 54,2% en relación al periodo anterior. Es decir, la empresa de energía tuvo ganancias diarias de $942.555.556, casi mil millones de pesos al día.
Todos los dedos acusadores apuntaron a la presidencia de la empresa, especialmente al presidente de ENEL. El abogado Hermán Chadwick Piñera, primo de Sebastián Piñera y hermano de Andrés Chadwick, ex ministro del interior. Hermán Chadwick, es militante UDI, consejero de la SOFOFA y de la Cámara De Comercio de Santiago, también participa en el directorio de Aguas Andinas, AIM y Viña Santa Carolina. Su curriculum se extiende con su participación en Intervial Chile, de las concesionarias Ruta del Maipo, Ruta del Maule, Ruta del Bosque, Ruta de la Araucanía y Ruta de los Ríos. Además de ser el síndico de quiebra del caso CAVAL. La administración de Chadwick Piñera recibió una oleada de críticas desde distintos sectores, además de demandas de municipalidades por la inoperancia de la empresa.
Pero aún faltaba que hablaran los propios trabajadores/as de la empresa, las críticas se profundizaron aún más, con el comunicado que emanó de la dirigencia del sindicato de trabajadores profesionales universitarios de Chilectra se explicitan que las demoras en la restitución del servicio de luz se debe a la reducción y externalización del personal, el sindicato indicó que esto redujo el número de trabajadores para las labores de operación. El sindicato agrega que “Las funciones terciarizadas fueron todas las asociadas a las actividades que se ejecutan en terreno, encontrándose entre las principales las relacionadas con la continuidad y aseguramiento del suministro de energía eléctrica a la población”.
Esto deja de manifiesto una realidad de la que no nos queremos hacer cargo. El aumento escandaloso de la externalización de trabajadores/as en el mundo del trabajo y su impacto en el país durante las últimas décadas. Para comprender la génesis de esta estructura que promueve la externalización de trabajadores/as es fundamental entender que tras las crisis de la deuda en los 80’ el salvataje del sistema financiero nacional se condicionó al seguimiento irrestricto de los planes racionalizadores propuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, consistentes en la privatización de las empresas del Estado, el recorte de funciones del mismo para disminuir el déficit fiscal, y la “modernización” de la estructura productiva nacional para ajustarla a los requerimientos de la competencia en los mercados mundiales, este último mecanismo íntimamente relacionado con el espacio que debían ocupar los trabajadores/as en la producción.
Para que Chile, fuera más competitivo en el mercado internacional debía bajar los costos para aumentar las utilidades, este costo lo pagaron los trabajadores, ya que a través de mecanismos de externalización se buscaba abaratar la mano de obra. La terciarización se ha convertido en la estrategia por excelencia y central de las empresas para organizar el trabajo y la producción. En los últimos 7 años se han creado 1.292.592 puestos de trabajo. De ellos, el 64,1% corresponden a empleo tercerizado (subcontrato y suministro), cuenta propia mayoritariamente de baja calificación y pocas horas; y empleo familiar no remunerado.
La fragmentación productiva abarata los costos para las empresas, además mantiene e incrementa las tasas de ganancia de las empresas que se basan en la vulneración de derechos para los/as trabajadores/as, exponiéndolos a la más cruda precarización. La flexibilización, por tanto, es un mecanismo de desposesión utilizado por las empresas para aumentar sus ganancias. Esto se puede observar en la investigación de Bio-Bio que evidencia como ha cambiado la fisionomía de la empresa energética en las últimas décadas, en el reportaje se revela que los trabajadores propios de la empresa pasaron de ser 1.383 en 1999 a 688 en 2016, lo que equivale a una baja de 50%; en igual período los clientes aumentaron 47%, llegando a más 1,8 millones; y los contratistas aumentaron 42% desde 2004 hasta 2016, pasando de 3.252 a 4.630.
ENEL, no sólo ha utilizado la flexibilización como mecanismo para aumentar sus ganancias, sino también que es una estrategia muy útil para dividir a los trabajadores y reducir al mínimo el poder sindical. La externalización jerarquiza a los trabajadores, fomentando una competencia interna entre asalariados de primera y segunda categoría. Los trabajadores de empresas externas casi siempre son reclutados con salarios y condiciones de trabajo inferiores a aquellos de la empresa principal, aunque ejecutan tareas similares dentro del mismo giro productivo en un espacio común. Por lo general, no gozan de estabilidad en el empleo, en la medida en que la empresa subcontratista normalmente está limitada por un contrato de duración determinada con la empresa principal; motivo por el cual sus trabajadores no tienen expectativas de empleo más allá de la duración del contrato en cuestión. Todo esto dificulta la organización de trabajdores/as de la misma clase, por la separación ficticia entre “internos y externos”.
Esto no sería un gran problema, si es que en Chile existiese la negociación colectiva ramal, pero como la negociación sólo se circunscribe a la empresa, el poder de los trabajadores/as está sumamente atomizado y la externalización sólo fomenta la competencia entre personas de la misma clase. Esta realidad se complejiza aún más, dado que ENEL es una de las empresas que solicitó no tener derecho a huelga por ser considerada una empresa estratégica. En ENEL, la libertad sindical es imposible de practicar con las altas tasas de externalización y la posible negación al derecho a huelga.
Cuando observamos la situación de ENEL, comprendemos que el problema de la externalización no es sólo del trabajador/ra externo de ENEL, sino que es un problema colectivo que afecta al país. Las ganancias estratosféricas que ha tenido ENEL el último año se sustentan en la precarización sistemática de las personas que trabajan para la empresa, esta precarización que se expresa en menos personas haciendo el mismo trabajo, impacta directamente en el mal servicio que reciben los usuarios del servicio energético. Por lo que es esencial comprender que la externalización y sistemática precarización del trabajo en Chile, nos afecta a todos y todas. La lucha se tiene que dar en cada empresa, organizarnos y exigir que las ganancias de los grandes grupos económicos no sean a costa de nuestro trabajo y nuestra precarización.