Aplausos sacó el incremento de 325 mil personas a la fuerza laboral detectado por el sondeo de Caracterización Socioeconómica Nacional entre 2013 y 2015. Pero, tras las cuentas alegres, la realidad muestra que los sueldos no solo se han mantenido sino que también hay, en la práctica, una regresión en las remuneraciones de más del 8%, pues, si se calcula el aumento del IPC de esos años, el poder adquisitivo de los trabajadores baja. Malos sueldos que estarían ligados a una baja sindicalización y a la falta de poder negociador.
Publicado en El Mostrador el 20 de enero de 2017
Trescientas veinticinco mil personas se sumaron a la fuerza laboral en Chile entre 2013 y 2015. Cuentas alegres para el país, que se dieron a conocer esta semana tras los resultados de la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) sobre el módulo de Trabajo, lo que fue aplaudido desde el Gobierno.
Esta mejora es vinculada, por el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, al aumento de plazas ocupadas por mujeres. “La cifra más destacable es aquella que refleja que, en ocupación por sexo, el 2013 existía un 41,9% en el caso de mujeres y se incrementa un 43,4% el 2015”. Por ello, aseguró el secretario de Estado tras la entrega de los resultados de la encuesta el martes pasado, “a partir de las políticas públicas para el fomento de la empleabilidad, en el caso de la mujer, donde tenemos las principales brechas, se verifica que hay indicadores de crecimiento positivo”.
Desde una perspectiva distinta, los resultados de la Casen muestran un nulo avance respecto a los salarios, lo que queda claro al revisar las cifras de la misma encuesta, que evidencian que el ingreso promedio anual de la ocupación principal varió en $ 3.887, pasando de $458.064 en 2013 a $461.951 en 2015.
Leve aumento que, en los hechos –según un análisis de la encuesta realizado por Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol – implica una disminución de 8,2% en el poder adquisitivo. Esto, porque “al considerar la inflación habida entre 2013 y 2015, existe un retroceso en los ingresos medios: los trabajadores son más pobres en 2015 que en 2013. Los ingresos disminuyeron cerca de un 8,2% y eso significa que disminuyen los de la ocupación principal en términos ‘reales’ o ajustados por el IPC”.
En esa línea, Durán plantea que “una parte tiene que ver con la participación laboral, se puede señalar que es importante que las personas tengan trabajo, porque eso les genera ingresos. Pero más importante es que las personas tengan un buen salario. Por ejemplo, los trabajadores pobres que, a pesar de tener un trabajo de 45 horas a la semana, no logran salir de la pobreza, porque estadísticamente caen bajo esa misma línea”.
Por otro lado, explica el economista, los datos de la encuesta muestran que la mediana –es decir la mitad o el 50% – no supera los 300 mil pesos líquidos. “Ese es el principal resultado y da cuenta de un muy bajo valor asociado a la fuerza de trabajo”.
Desglosando los datos que arroja la Casen, y considerando solo jornadas completas, la mitad de los trabajadores gana menos de $330 mil pesos.
Realidad que no solo está asociada a pequeñas y medianas empresas. Según explica el economista de la Fundación Sol, si consideramos solo a las grandes empresas, donde uno esperaría que paguen más, la mediana igualmente es muy baja: el 50% gana menos de $400.000 líquidos. En otras palabras, el 50% gana menos que el último sueldo ético propuesto por el sacerdote Alejandro Goic.
Los resultados de los ingresos salariales “dan cuenta de un nivel de desigualdad terrible”, expresa Durán, quien además habla del endeudamiento de los trabajadores: “Lo hacen para llegar a fin de mes y, a través de esa dinámica, intermediarios como los bancos acumulan más ingresos”.
En regiones, de acuerdo a este análisis, el problema se agudiza: “En La Araucanía y el Maule se detectan medianas de $250.000”. Además, señala, la mediana en los trabajadores por cuenta propia llega a 210 mil pesos.
El abogado laboralista y profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Diego Portales (UDP), César Toledo, coincide en que hay una regresión en las remuneraciones, lo que –asegura– está directamente vinculado con la baja tasa de sindicalización, que según la Casen llega a 13%.
“A esto cabe sumarle cómo están estructurados normativamente los sindicatos: tenemos sindicatos que desde hace más de 30 años son actores no empoderados a cumplir su función: representar intereses comunes con una alta representatividad (...). No hay un poder real de los trabajadores organizados sindicalmente, porque la negociación colectiva, precisamente por la debilidad del actor sindical, no permite que los trabajadores alcancen un aumento de remuneraciones adecuado, y se mantienen bajas con relación a la productividad de las empresas”.
El experto laboral sostiene que la reciente Reforma Laboral impulsada por el Gobierno de Michelle Bachelet no mejora la situación, ya que se conserva una serie de lógicas que mantienen a los sindicatos como actores sin poder.
“La reforma Laboral no cambia nada. No solo eso: hay normas que hasta pueden ser regresivas”, afirma el académico de la UDP.