Publicada en CNN Chile el 13 de octubre 2023
La investigadora de Fundación SOL explicó las tres principales conclusiones que se obtuvieron del "Informe Mensual de Calidad del Empleo", e indicó que la propuesta de la organización es "elaborar conocimiento con indicadores alternativos y más complejos que nos permitan entender las múltiples aristas del debate sobre empleo en Chile".
En Fundación SOL, desde hace más de diez años elaboramos el “Informe Mensual de Calidad del Empleo” (IMCE). Este es un informe financiado por microdonaciones ciudadanas que realizan personas que apoyan nuestro trabajo y que forman parte de nuestra red de donantes SOL. La semana pasada dimos a conocer el IMCE del trimestre junio-agosto de este año 2022. En esta columna explicamos tres principales resultados de este informe.
Primero, observamos un estancamiento en la creación de empleo en el país y un alto grado de precarización de los empleos recuperados.
Es cierto que luego de los meses más duros de la pandemia se reactivó el mercado laboral, sin embargo, los datos nos muestran que el 44% de los nuevos puestos de trabajo son informales, es decir, empleos que no ofrecen condiciones mínimas de seguridad social ni estabilidad laboral. Esta situación de informalidad es especialmente relevante en algunas actividades de la economía. Por ejemplo, una de cada tres personas empleadas en el Comercio tiene un empleo informal (33%); en la Agricultura, este porcentaje es de un 37,7%; y en la Construcción la informalidad llega al 33,9% del total de personas ocupadas.
Por otra parte, las cifras indican que la recuperación de empleo ha ido frenándose en este tercer trimestre del año. Al comparar la situación pre-pandemia (trimestre de junio-agosto 2019) con la actual (trimestre de junio-agosto 2022), hoy existen 74 mil personas ocupadas menos; 31 mil personas desempleadas más; y 732 mil personas inactivas más, es decir, personas que salieron de la fuerza de trabajo remunerado. Dicho de otro modo, hoy tenemos el mismo nivel de empleo que hace cuatro años atrás (tomando como referencia el trimestre de septiembre-noviembre 2018), pero con una población en edad de trabajar que tiene 941 mil personas adicionales. Esto nos permite dimensionar la gravedad de la actual situación en el país: ni siquiera se están recuperando empleos para alcanzar el nivel pre-pandemia.
Segundo, desde Fundación SOL nos parece importante visibilizar la tasa de subutilización de la fuerza del trabajo que reporta nuestro informe y que es de un 19,6% (equivalente a 2.055.733 personas).
La tasa de subutilización refleja no sólo la situación de las personas que son parte de la población económicamente activa y que buscan empleo y no encuentran (desempleo), sino también la situación de personas con empleos de jornada parcial y que tienen deseos y disponibilidad para trabajar más horas (subempleo); personas que son parte de la fuerza de trabajo potencial; y personas inactivas que declaran disponibilidad para trabajar (iniciadores disponibles). Como dijimos, esta tasa alcanza un 19,6%; porcentaje que supera con creces la cifra de desempleo de un 7,9%.
Para dimensionar el impacto de la pandemia, recordamos que durante el trimestre de junio-agosto del año 2020, es decir durante la época más dura de la pandemia, la tasa de subutilización de la fuerza de trabajo llegó a un 34,2%. Esto significa que más de un tercio de las personas económicamente activas tenían problemas de desempleo, subempleo, eran iniciadores disponibles o formaban parte de la fuerza de trabajo potencial.
Tercero, nuestro informe IMCE viene, una vez más, a reafirmar los problemas estructurales de la calidad del empleo en Chile.
En Fundación SOL hacemos una distinción entre “empleo protegido” y “empleo endeble”. El primero, es un empleo que cumple con todas las disposiciones formales que les permiten a las personas tener un mínimo de seguridad. Por ejemplo, contar con un contrato escrito o empleos con cotizaciones previsionales y de salud. Calculamos que en Chile sólo un 28,4% de la población ocupada cuenta con un trabajo de estas características. Además, hay importantes diferencias por región. Por ejemplo, la Región Metropolitana, Antofagasta y Magallanes son las únicas regiones del país en que el porcentaje de empleo protegido supera el 30% de las personas ocupadas. En cambio, en regiones como Arica y Parinacota, Tarapacá, Coquimbo, Biobío, Maule y O’Higgins los niveles de empleo protegido están por debajo del 20% para el trimestre junio-agosto de 2022. Dicho de otro modo, en estas últimas regiones, apenas una persona de cada cinco personas ocupadas tiene un empleo protegido.
Vale la pena señalar que cuando hablamos de empleo protegido, estamos considerando trabajos que aseguran mínimas disposiciones legales. Esto es, empleos que cubren derechos de vacaciones, enfermedad con licencia, seguro de cesantía, presencia de un contrato escrito, cotización de AFP o salud, entre otros elementos. No estamos considerando aspectos como la suficiencia de los salarios, duración de los contratos de trabajo o sindicalización y negociación colectiva que también son derechos fundamentales que definen a un trabajo decente.
Por otra parte, en Fundación SOL cuando hablamos de empleo endeble nos referimos a un trabajo que aun cuando sea contabilizado como formal por las encuestas, no es de calidad porque no asegura mínimos legales que sí se garantizan en los empleos protegidos. En Chile, calculamos que un 44,9% de la población ocupada se encuentra inserta en empleos endebles. Aquí, de nuevo, hacemos una distinción por ramas de la economía. Por ejemplo, en áreas como la Administración Pública y las Actividades de Servicios gran parte del empleo es de inserción endeble (con un 72,9% y 64,6% respectivamente), predominando formas de contrato externalizado, a honorarios, o contratos con coberturas parciales.
Sumando a las personas con empleo informal (26,7%) y endeble (44,9%), tenemos que la gran mayoría de las personas ocupadas en Chile (71,6%) está lejos de tener un empleo de calidad. En otras palabras, un empleo con mínimos estándares de seguridad es un derecho para una minoría en Chile.
Nuestra propuesta como equipo de Fundación SOL es elaborar conocimiento con indicadores alternativos y más complejos que nos permitan entender las múltiples aristas del debate sobre empleo en Chile. Al mismo tiempo, apostamos por generar conocimiento para que la clase trabajadora y el movimiento sindical en Chile cuente con más y mejores herramientas para hacer valer sus derechos y para que en conjunto elaboremos propuestas populares que nos ayuden a imaginar futuros distintos a los que nos ofrece el capitalismo.