Por Alexander Páez/Investigador Fundación SOL
La crisis subprime iniciada en Estados Unidos el 2007 y entrando en recesión oficial el tercer trimestre del 2008, producto de los créditos hipotecarios entregados a los llamados NINJA (no income, no job, no assets). Estos deudores, una vez subido los precios de los créditos hipotecarios, no pudieron pagarlos, generando una reacción en cadena de quiebras de grandes bancos y empresas, disminuyendo el consumo interno y provocando un aumento de la desocupación de ese país.
Tales créditos sucios intentaron ser detenidos por los Estados Unidos mediante el salvataje de grandes bancos, corporaciones y la compra por parte del gobierno de General Motors, terminando según ciertosartículos, con la “Gran Fiesta Americana”. Lo cierto, es que para el 2009 Estados Unidos, la Unión Europea y Japón entraron en recesión, afectando al 60% del producto mundial.
La crisis también afectó a Chile y cómo se sabe el PIB decreció 1,5% el 2009, y la desocupación pasó de un 7,5% el último trimestre del 2008, a un 10,8% el trimestre junio-agosto del 2009. Mientras tanto laOIT a nivel mundial, organizaba la Cumbre sobre la Crisis Mundial delempleo, reuniéndose con 9 líderes internacionales para coordinar planes de empleo que no fueran en desmedro de la calidad y condiciones de vida de la población. En tal cumbre el presidente de Brasil Lula Da Silva, planteaba: “no podemos seguir viviendo con un sistema que lleva un espiral de especulación sin crear ningún puesto de trabajo”, Sarkozy, en la misma línea declaraba: “Lo que hoy es irresponsable es creer que la crisis es un paréntesis y que después todo volverá a ser como antes”.
Chile, de hecho, fue ampliamente aplaudido por las medidas contracíclicas adoptadas bajo el gobierno de Michelle Bachelet, de lo que se llamó el Plan de Estímulo Fiscal, que expandió en 4 mil millones de dólares el gasto público, básicamente a través del estímulo al empleo y el reparto de un bono de $40 mil a 1,7 millones de familias. Cabe pensar que hubiera pasado sin ese paquete, o si ese gasto redundó en un equilibrio estructural del empleo o bien fue sólo un paliativo superficial.
Una de las medidas estructurales que tanto señalan expertos y autoridades tiene que ver con el aumento del capital humano –calificaciones educativas formales que aumentan calificaciones basadas en la acumulación de conocimiento de los individuos- que en lo individual, permitiría mejorar ingresos, y a nivel macroeconómico permitiría mejorar la productividad de la economía.
En otra columna de opinión de la Fundación SOL se ha destacado el amplio alcance del subempleo ilustrado, o lo que en la literatura se conoce como subempleo encubierto o subutilización de las calificaciones. Tal columna, destaca que “hoy son más de 570 mil (casi la misma cantidad que la totalidad de las personas desempleadas), las personas que se encuentran sobre calificadas para sus trabajos y que en el caso de ser asalariados, se traduce en un obsequio de productividad extra para las empresas”.
Siguiendo en línea con la reflexión planteada en esa columna y relacionándola con la crisis subprime, como una forma de comprender los mecanismos bajo los cuales funciona la economía nacional en caso de crisis económica, Fundación SOL ha realizado un monitoreo del subempleo profesional y/o encubierto, desde el 2009, para comprender cuál fue su comportamiento en la dinámica laboral.
Esta vez, utilizaremos la metodología planteada por la OIT de la subutilización de las calificaciones, donde el subempleo profesional será todo aquel ocupado con educación superior finalizada que no se desempeña como profesional, por lo tanto, tiene el conocimiento calificado, pero no percibe las supuestas “recompensas” asociadas a tal conocimiento y calificación.
Actualmente en Chile la cifra llega a 471 mil, lo que representa al 6% del total de ocupados, siendo los sectores económicos de Intermediación Financiera (8,2%), el sector público (10%) y Minería (10%) los que proporcionalmente más subempleados profesionales contienen. Durante el 2009, el sector que más acumuló subempleados profesionales fue comercio, aumentando durante el año desde un 27% para el primer trimestre a un 32% casi un año después.
Para corroborar tal tendencia, entre los trimestres enero-marzo 2009 y marzo-julio 2011, los ocupados en el sector comercio han crecido en un 16% y el subempleo profesional en un 18%. Si tomamos en cuenta que para el año 2010 en promedio el sector comercio representaba el 22% del total de la ocupación nacional, este incremento es significativo en la economía chilena.
Incluso en un sector como el de Educación, altamente profesionalizado donde en promedio, el año 2010, el 58% de los ocupados que se desempeñan en el sector tienen educación profesional finalizada, existe casi un 40% de crecimiento del subempleo profesional. Similar situación existe en Servicios sociales y de Salud, donde ha aumentado en igual porcentaje. La crisis, más que aumentar de forma inmediata el indicador de subutilización de las calificaciones, generó un largo y sostenido aprendizaje del sistema económico que maduró durante el 2010, para instalarse con fuerza el 2011 como una regla de la ocupación, que junto al aumento del subempleo en 50% desde enero-marzo 2009 a la fecha, ha traído un pobre crecimiento de 8% de la protección laboral.
El paliativo del Plan de Estímulo Fiscal, al parecer estuvo concentrado en medidas de transferencia de ingresos desde el estado a los hogares, más que una efectiva medida que apunte a establecer ocupaciones más estables, decentes y de acuerdo a la calificación del trabajador.
Las demandas de calidad de la educación de los estudiantes, y el papel que juega el lucro en las formas de organizar la producción de mano de obra calificada, se reflejan en una creciente subutilización de las calificaciones a favor del aumento de la ganancia vía productividad y negación de la retribución remunerada vía calificación al trabajador.
Los profesionales de Chile, son precarizados altamente calificados y la crisis sirve para que esa realidad se acentúe y quede opacada por una mezquina preocupación por una tasa de desocupación que cada vez nos dice menos.
Columna publicada en El Ciudadano