En los últimos años, nos hemos enterado "formalmente" sobre la existencia de múltiples casos de delincuencia empresarial, ya sea a través de denuncias por colusión de precios (en medicamentos, pollos, papel higiénico, transporte interurbano, cemento, asfalto, navieras, radios, transporte aéreo de carga, y ahora supermercados) o por otras prácticas fraudulentas (La Polar y caso Cascadas). Prácticas condenables que se han transformado en exportaciones no tradicionales (denuncias y/o sanciones internacionales para Lan Cargo y CMPC).
Sin duda, esto no se trata de excepciones, ni una noche (años) de ambición desatada de unos pocos empresarios desconocidos, sino que nos enfrentamos a una situación estructural, con participación transversal de los principales grupos económicos, desde Matte hasta Paulmann, cuya consecuencia inmediata debería ser una discusión profunda y democrática sobre el "modelo" chileno, aquel que fue impuesto en dictadura, haciéndole el quite al debate "libre" de ideas.
Más allá de la coyuntura, es fundamental reconocer que el modelo chileno tiene serios problemas de origen, y el despojo está instalado en su ADN. El ciclo de acumulación del capital de los grandes grupos económicos, en sus tres fases, presenta este común denominador. En la fase 1, a través de fraudulentas privatizaciones de empresas públicas, subsidios estatales y cuotas (como el DL701 para las forestales o las cuotas de Pesca para las 7 familias) y fondos frescos y permanentes de las AFP (US$3.600 millones para las empresas de Matte por ejemplo), la elite económica ha captado gran parte de su capital inicial (acumulación originaria). Esto ha ayudado a la formación de múltiples oligopolios y holdings integrados vertical y transversalmente. De libre competencia, muy poco. Además, debido al abandono estatal de los servicios públicos y un set de políticas de mercado (voucher, CAE), se han creado nichos de negocio para los derechos sociales (Educación, Salud).
En la fase 2, aquella que tiene que ver con la producción, los dueños de Chile también han tenido su “kit” a la medida para minimizar costos: 36 años de Plan Laboral sin negociación por rama y con reemplazo durante la Huelga, 7 de cada 10 trabajadores ganando menos de $450.000 líquidos (¿Colusión en los Salarios de "Mercado"?) y un sistema tributario integrado, con FUT y un pseudo royalty a la minería. En la fase final (vender lo que se produce), utilizan la colusión para maximizar su tasa de ganancia y han fomentado la deuda como sustituta de los salarios (10,8 millones de endeudados y 3,8 millones morosos). El mantra del crecimiento (el fin), justifica los medios.
Curiosamente, los mismos grupos económicos que nos hablan de competencia y libertad de mercado, han amasado sus fortunas con privilegios, subsidios y vandalismo. Pero una vez en la cima "patean la escalera" y le exigen al resto lo que ellos no practicaron (el economista Ha-Joon Chang describe el mismo comportamiento en la promoción de los tratados de libre comercio por parte de las potencias mundiales). Ha llegado el momento de poner en cuestión el "modelo" y el capitalismo a la chilena, y no dejar el monopolio de la solución a los defensores de la competencia y el libre mercado, porque ya sabemos adónde conduce aquello.
