Editorial publicada por Diario Concepción el 8 de diciembre de 2017.
Si bien es cierto que las cifras de desempleo muestran variaciones episódicas, relacionadas con determinados ciclos de la actividad productiva, hay otros factores, que operan en la experiencia del ciudadano corriente, que explican su baja credibilidad, ya que en las estadísticas se puede ocultar hechos conocidos que no suelen ser mencionados. Es políticamente conveniente analizar tendencias amplias e impersonales, que en no pocas oportunidades distan mucho de reflejar la realidad pura y dura, lo que sucede cuando se baja los datos a escala humana.
En los rutinarios informes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), se puede apreciar justamente la situación descrita, al comunicar que la tasa de desocupación del trimestre enero-marzo de 2017 fue de 6,6%, se agrega el dato que el empleo asalariado bajó por cuarto período consecutivo y hubo una fuerte alza de los trabajadores por Cuenta Propia. El Banco Bbva, por su parte observa técnicamente, “sólo empleos independientes creó la economía en el trimestre móvil terminado en marzo, insuficiente para detener el aumento de la tasa”.
Efectivamente, según las cifras del INE “en doce meses, el aumento de los Ocupados fue impulsado por los trabajadores por Cuenta Propia”, quienes subieron 6,6% en un año, mientras que los asalariados tuvieron una variación de -0,4% en comparación al mismo trimestre de 2016. En la interpretación del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Clapes UC), “Los datos más preocupantes están en la creación de empleo y su composición, en el último año el empleo aumentó en apenas 57.548 puestos de trabajo, de los cuales 52.417 son cuenta propia en la calle”. Según estos números, el 91% corresponde a un aumento en este último tipo de empleo, mientras, según la misma fuente, se han destruido 11 mil empleos en el sector privado.
Según datos de Clapes, el 38 por ciento de los empleos por cuenta propia se realiza en la calle y un 19 por ciento en el propio hogar de los trabajadores. En la misma línea, estudios desarrollados por la Fundación Sol han señalado que se trata de empleos precarizados o de subsistencia donde las personas invierten muchas horas de trabajo para alcanzar un sueldo mínimo.
Sucesivas administraciones, han mostrado el lado más conveniente del vaso, las cifras de trabajadores, sin definir con claridad que se entiende por persona empleada, ya que para propósitos estadísticos, para entrar en esa categoría basta con haber trabajado una fracción del día en un plazo determinado, ocultando altas tasas de subempleo, por otra parte, los trabajadores independientes, representan uno de los desafíos de mayor importancia para el sistema previsional ya que no todos imponen, o lo hacen con tasas de cotización muy baja, por lo general bastante inferiores a las de la fuerza de trabajo asalariado.
No sería justo dejar de reconocer los esfuerzos de los gobiernos por crear puestos de trabajo de buena calidad, bien remunerados, que permitan a los trabajadores sostener una merecida buena calidad de vida y contribuir al desarrollo del país, pero al mismo tiempo es necesario que la información en este ámbito sea transparente, que realmente describa la situación de los trabajadores chilenos, su grado de ocupación, la calidad de sus empleos, una forma de sinceridad en los datos que actúe como catalizadora de las iniciativas necesarias para mejorarlos.