Por Gonzalo Durán/Investigador Fundación SOL
Este viernes 07 de Octubre se festeja el día mundial por el Trabajo Decente y en esta ocasión se ha puesto un énfasis especial: La desigualdad.
Y es que para muchos analistas, la actual crisis que atraviesan los países avanzados tiene mucho que ver con los preocupantes aumentos en la desigualdad de ingresos. Para Nouriel Roubini, economista que predijo la anterior crisis financiera, sería la desigualdad una de las mayores causas de la falta de demanda en los mercados (misma situación prevista en los años 30' por Keynes).
Esta desigualdad rampante se cruza entonces con los análisis de empleo decente.
Los chilenos somos trabajólicos, al punto de que nuestro país se encuentra entre los 3 países de la OECD con mayor número de horas trabajadas, transformando la compatibilidad trabajo - familia en un verdadero lujo. No sólo eso, para Carmen Pagés, destacada economista del Banco Interamericano de Desarrollo (el BID), Chile tiene la productividad laboral más alta de América Latina1, misma conclusión que arroja esta semana la agencia Standard and Poor's (la misma que redujo la clasificación para los bonos de Estados Unidos y que dio la vuelta al mundo).
A pesar del esfuerzo invertido, no obstante, los salarios no alcanzan, habiendo un 76% de los chilenos que gana menos de $350 mil (Encuesta ENETS, MINSAL-DITRAB) y al menos un 61% de los hogares con deudas, con una tendencia clara a seguir empeorando. Esto en parte se debe a un indicador poco conocido hasta el momento.
Uno de los problemas sociales que se guarda con mayor hermetismo por la clase política y empresarial es la llamada "Tijera de la Desigualdad". Esta alude a que los trabajadores estarían siendo explotados (en el sentido estricto de la definición marxista), al ser remunerados por debajo de los aumentos en su productividad. Así, la tijera formada entre la línea de crecimiento de productividad y la línea de crecimiento de remuneraciones constituye el "excedente productivo no remunerado", o sea, la parte de la productividad que correspondiendo a los trabajadores es absorbida por la empresa.
Con el correr de los años, esta mochila se ha hecho cada vez más pesada para Chile, ilustrándose aquello, en un país desigual y altamente endeudado. En términos gráficos y haciendo uso de información oficial del Banco Central y del INE, observamos una disociación cada vez mayor de la productividad y de las remuneraciones.
Y es que en este esquema, da lo mismo si la empresa aumenta sus ganancias, digamos, en un 1000%. La productividad adicional del trabajo tiene nombre y apellido: dueños y ejecutivos de confianza (tal como vimos en La Polar con los famosos sistemas de compensaciones llamados Stock Options) y tal como pasa en la mayoría de las negociaciones colectivas del país, en donde el reajuste real inicial no supera el 1%, en consideración que las ganancias de las empresas donde se llevan a cabo dichas negociaciones superan el 40% (ver libro"La Negociación Colectiva en Chile: la debilidad de un Derecho Imprescindible).
Preocupa entonces, que siendo Chile la Noruega de América Latina en términos productivos, padezca de una tijera tan acentuada, que se oculta y que no se trata, radicalizando entonces, la brecha salarios - productividad, y condenando a millones de chilenos a vivir con ingresos que para el 90% de los trabajadores son menores al salario mínimo ajustado por poder de compra de los países de la OECD.
En este día mundial por el trabajo decente, urge instalar en el debate al trabajo como centro de la estrategia de desarrollo. En este norte, un cambio profundo al sistema de negociación colectiva (fundamentalmente orientado a subir su cobertura y efectividad) surge como uno de los recursos que mayor efectividad tienen contra la Tijera de la Desigualdad.
[1] Ver Páges, C (2010). "La Era de la Productividad", Banco Interamericano de Desarollo.
Columna publicada en Blog de La Tercera