Publicada en El Mostrador el 28 de noviembre 2017
Por Marco Kremerman, investigador Fundación SOL
Mientras los grupos económicos actúan gremialmente y cotidianamente defienden sus derechos adquiridos a través de sus distintas ramas de actividad (Comercio, Industria, Minería, Banca, etc.), los trabajadores solo pueden negociar colectivamente a nivel de empresa. A pesar de que en la mayoría de los países capitalistas está permitido y es normal la negociación colectiva por rama o sector económico, ya que aminora la asimetría de poder entre capital y trabajo, nos dicen que Chile no está preparado para aquello. Un gran discurso "modernizador".
En una reciente entrevista con revista Capital, el presidente de la Sofofa, Bernardo Larraín Matte, señaló: "Si Guillier abraza las ideas del Frente Amplio, se alejará de un Chile moderno".
Más allá de la coyuntura electoral, y de los proyectos políticos que encarnan –o podrían encarnar– Guillier y el Frente Amplio, resulta importante poner en cuestión el concepto de modernidad al cual se refiere el vocero de los grandes grupos económicos. Vocero, que hoy es Larraín Matte, pero que antes fue Larraín Vial, Cruzat Larraín, Matte Larraín, y que el día de mañana podría ser Matte Vial.
Lo que insinúa el actual presidente de la Sofofa, deja entrever que, durante las últimas cuatro décadas, Chile ha avanzado por una senda de modernización capitalista y, por tanto, si se continúan implementando, en términos generales, las mismas políticas que se han llevado a cabo en los últimos 40 años, este camino encontrará un final feliz.
Sin embargo, los acontecimientos del Chile real parecen estar bastante lejos del discurso empresarial. Veamos algunos ejemplos:
Según la última Encuesta Suplementaria de Ingresos, el 50% de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $350 mil líquidos. En el caso de aquellas personas que trabajan en las grandes empresas del sector privado, bajo jornada completa, la mediana salarial solo llega a $480 mil. Dado que, la línea de la pobreza para un hogar promedio de 4 personas es de $415 mil, no parece muy “moderno” que un número importante de trabajadores (incluso aquellos que forman parte de grandes empresas) no puedan sacar a su familia ni siquiera de la pobreza. Cuando tienen que trabajar dos personas en un hogar por obligación o necesidad, solo para salir de la pobreza por ingresos, el futuro no se ve muy auspicioso. Pero ellos ya no son trabajadores, son "colaboradores" o "partners" y, por tanto, están a un clic del Chile "moderno".
Actualmente, el salario mínimo es de $270 mil brutos, valor que ni siquiera permite a un trabajador sacar a su familia de la “extrema pobreza”, considerando que el umbral para un hogar promedio de 4 personas es de $276.623. Nuestro Minisalario Mínimo parece más bien un sueldo de enganche para un practicante o aprendiz. Vaya "modernidad".
Mientras los grupos económicos actúan gremialmente y cotidianamente defienden sus derechos adquiridos a través de sus distintas ramas de actividad (Comercio, Industria, Minería, Banca, etc.), los trabajadores solo pueden negociar colectivamente a nivel de empresa. A pesar de que en la mayoría de los países capitalistas está permitida y es normal la negociación colectiva por rama o sector económico, ya que aminora la asimetría de poder entre capital y trabajo, nos dicen que Chile no está preparado para aquello. Un gran discurso "modernizador".
Según la Encuesta Nacional de Empleo, hoy en Chile se registran 8,3 millones de personas ocupadas, no obstante en el país hay 11,3 millones de personas mayores de 18 años endeudadas (¡3 millones más de quienes tienen un trabajo remunerado!). Entre los endeudados, 4,4 millones de personas están morosas, vale decir, ni siquiera tienen la posibilidad de pagar las deudas que han contraído, ya que la mayoría de ellas reporta ingresos menores a los $500 mil. Se trata principalmente, de endeudamientos para alimentarse, vestirse, pagar las cuentas básicas, comprar remedios o comprar educación. En síntesis, endeudarse para llegar a fin de mes. La “modernidad” está a la vuelta de la esquina.
Actualmente, las AFP y las compañías de seguro pagan 1.230.000 pensiones, por un monto promedio de $215 mil, cifras que más bien reflejan la realidad de un país que tiene la mitad del PIB per cápita que hoy tiene Chile. Además, las pensiones vienen bajando. Por ejemplo, en el mes de septiembre de este año, se jubilaron 9.145 personas por vejez, y la mitad de ellas pudo autofinanciar una pensión menor a $45 mil. Ni siquiera el modelo funciona echándole más bencina. De hecho, el 50% de los pensionados que cotizaron entre 30 y 35 años obtuvo una pensión menor a $238 mil, por ello no es de extrañar que actualmente la tasa de reemplazo mediana, sin los subsidios del Estado, llegue a solo un 20%, vale decir, si usted antes de jubilarse ganaba 500 mil, solo podrá financiar una pensión menor a $100 mil.
Por otro lado, las AFP hoy administran más de 200 mil millones de dólares, equivalentes al 75% del PIB chileno. Gran parte de este monto se invierte en los grupos económicos que el vocero de la Sofofa representa, lo que les permite contar con recursos frescos y a bajo costo, recursos a los cuales jamás podrá optar una pequeña empresa, en las que ustedes generalmente se escudan para impedir que se lleven a cabo reformas democratizadoras.
En resumen, sacrificaron el bienestar de más de un millón de adultos mayores (que prontamente serán dos millones), por expandir sus negocios y fortalecer el sistema financiero y el mercado de capitales. La edad del júbilo, se posterga por una edad efectiva de jubilación que supera los 70 años. Se sigue trabajando por necesidad. Muy "moderno" todo.
En los últimos 40 años, a estos mismos grupos económicos no les ha interesado ni han necesitado invertir en la capacidad productiva de nuestro territorio ni en innovación, ni en tecnología. Su "modernización" capitalista se ha basado en el extractivismo y en la explotación de los recursos naturales, en la generación y distribución de energía para ese extractivismo, la especulación financiera a través de sus bancos y los recursos que administran sus AFP, compañías de seguros, fondos mutuos y fondos de inversión; y el retail que nos vende sus productos a través de la deuda, ya que no pueden ser pagados con los bajos salarios que estos grupos pagan.
Esta matriz productiva, basada en el rentismo (ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible), no permite generar empleos de calidad, que se mantengan en el tiempo. De hecho, desde el año 2010 a la fecha, en Chile se registra una creación neta de 1,36 millones de empleos, pero el 70% corresponde a empleo tercerizado (subcontratación y suministro de trabajadores) y trabajo por cuenta propia de baja calificación y pocas horas, esto significa mucho de empleo callejero y ambulante y poco de Bill Gates. Estamos a un paso de la "modernidad".
Al medir en Chile la pobreza de mercado, o sea, aquella que depende de los ingresos autónomos que generan las familias, podemos observar que esta pasa de 11,7% (2 millones de personas) a casi un 27% (4,7 millones de personas). Si, además de considerar los ingresos autónomos, incluimos una canasta de alimentos de calidad en la construcción de la línea de la pobreza, las personas en situación de pobreza llegarían a 7,3 millones. Un modelo más bien frágil que “moderno”.
Tampoco parece muy "moderno" que grupos económicos como los que usted representa, y que aparecen en el ranking Forbes mundial de multimillonarios, se coludan para cobrar un precio artificialmente mayor en un bien de primera necesidad como el papel higiénico. ¿Será parte de la modernidad seguir aumentando la tasa de ganancia con actos delictivos que hacen gran daño al pueblo chileno? Si bien la delincuencia empresarial que encarna la colusión en los medicamentos, los pollos o en el papel higiénico, históricamente ha sido parte de la acumulación capitalista, quizás podrían ser un poco más recatados en sus prácticas para convencernos de su proyecto “modernizador”.
En la misma línea del punto anterior, en los últimos años, gracias al periodismo de investigación, hemos podido confirmar que nuestros grupos económicos se llevan gran parte de las utilidades generadas por los trabajadores a paraísos tributarios, han comprado empresas quebradas y las resucitan (cual zombis) para pagar menos impuestos, y contratan una industria de contadores y abogados para que les enseñen todos los mecanismos habidos y por haber de elusión.
En otras palabras, pagando pocos tributos en términos relativos, para llevar a cabo sus negocios hacen uso de las fuerzas de orden, las carreteras, los puertos y toda la infraestructura pública que el Estado financia con los impuestos que todos pagamos (principalmente a través del IVA, de carácter regresivo). Pero niegan la posibilidad de aportar cuantiosos recursos para tener un sistema público, masivo y de calidad de educación, salud y pensiones, como los que tienen la mayoría de los países capitalistas del mundo, que se autodefinen como “modernos”. ¿O seremos nosotros más "modernos"?
Finalmente, mientras las principales fortunas de Chile cuentan con family offices para expandir sus negocios y maximizar su tasa de ganancia, ocupando las técnicas más desarrolladas de especulación financiera, la clase trabajadora, el pueblo chileno, debe realizar bingos, completadas o pollas para financiar una operación, pagar la educación de sus hijos o suplementar las escuálidas pensiones. Un gran chorreo de "modernidad".
En la misma entrevista, Larraín Matte agregó: "Hay sectores políticos que están sobreinterpretando ese malestar y que con sus propuestas ponen en riesgo el progreso, la gallina de los huevos de oro".
No obstante, en esta última cita, el vocero de los grupos económicos omitió mencionar que el acceso a "la" gallina de los huevos de oro, para la mayoría de los chilenos ha sido en varias cuotas mensuales, a través de la deuda, por tanto, se trata de "su" gallina, la gallina de los huevos de oro de los dueños de Chile. ¡Cuánta modernidad!