Por Alejandra Carmona/El Mostrador
La localidad de Centinela, en La Unión (XIV Región) está en pie de guerra. Hace unas semanas la prensa local informó que siete colegios de las zonas rurales de esa comuna cerrarán por baja matrícula, en una decisión del Concejo Municipal.
El panorama no era auspicioso: Huecucura, Loncotregua y San Pedro de Coique tenían tres alumnos. Trumado, dos. Putraro tiene un solo alumno que viaja desde la Unión para llegar a clases.
-Yo tengo cinco alumnos- dice Ricardo Delgado. Él es director y profesor de la escuela Centinela hace 24 años. Empezó con 36 alumnos, hoy pasa materia a este pequeño puñado de niños de entre Primero y Sexto Básico y aunque son pocos, no encuentra explicación para el cierre.
-Es como darle un golpe al corazón de Centinela–, dice con tristeza. Desde su escuela de madera color marrón y techo de zinc, ha visto nacer orgulloso a algunos próceres de entre los 300 habitantes de la localidad. “De las últimas generaciones salió una enfermera universitaria que ahora trabaja en la Clínica Alemana de Osorno; también un profesor de Educación Física”. En la escuela de 100 mts2 hay más de cinco puestos -por si llega un nuevo compañero-, dos computadores de la red Enlace, dos notebook y un data.
En este sector de Chile, donde llueve el 90 por ciento de los días, los niños deberán salir a las 6 de la mañana para retomar clases en una nueva escuela.
Pero no es el único lugar del país donde se repite la escena. En Concepción, de los 38 colegios públicos, dos deberán ser cerrados y dos fusionados. “En los últimos diez años hemos tenido una disminución del 50 por ciento de la matrícula. Esto es un fenómeno nacional, pero a nosotros nos ha afectado particularmente fuerte. Esta es la real causa del por qué se deben hacer estos ajustes, de otra forma se pone en peligro la totalidad del sistema de educación municipal”, señala el alcalde de esa ciudad Patricio Kuhn.
Aunque hay quienes apuntan al reciente movimiento estudiantil por la baja de las matrículas, éste es un fenómeno que supera las dos décadas. Según un estudio de la Fundación Sol, el año 2012, 91 comunas tendrán una matrícula pública inferior a 40% en una historia que se comenzó a desgranar en 2008 cuando por primera vez los alumnos de escuelas particulares subvencionadas superaron a los colegios municipales. (Ver documento adjunto).
Las cifras internacionales no mienten y si hay un indicador que a la elite chilena le gusta mirar, es el de la OCDE. Y éste es el estándar según la organización internacional: las matrículas en la educación pública llegan a un 90 por ciento.
El informe de la Fundación Sol también destaca que en 1981, el 78 por ciento de la matrícula se concentraba en escuelas públicas, “por tanto Chile tenía un pilar público y complemento privado. En 1990, la matrícula municipal representaba el 57,8 por ciento del total”.