“No es amor, es trabajo no pagado: La realidad de las mujeres trabajadoras en Chile” es el nombre del más reciente estudio de Fundación SOL, a través del cual se presenta un panorama extendido de la realidad laboral de las mujeres en Chile, y se entrega información que permite comprender cuán prioritario e importante es el rol del trabajo doméstico y de cuidados para hacer posible todas las otras actividades que están vinculadas al desarrollo de la vida.
Publicado por El Ciudadano el 18 de enero, 2020
La investigación propone, además, nuevos índices que visibilicen otras pobrezas que no están relacionadas exclusivamente con la economía monetarizada. Andrea Sato, investigadora de Fundación SOL e integrante del equipo de autores del estudio, considera que “es importante visibilizar lo que históricamente ha aparecido como no valorizado o despojado de valor. Apostar por la construcción de indicadores que cuestionen la denominada ‘economía real’ permite entender el rol central del trabajo doméstico y de cuidados en la sociedad”.
Es así como el estudio integra un novedoso índice sobre “pobreza de tiempo”, que entrega una mirada exploratoria a otros “despojos” que no sólo se vinculan a la falta de ingresos. Por ejemplo, en las personas que se encuentran ocupadas, un 43,4% tiene una carga global de trabajo semanal mayor a 67,5 horas semanales. Si esto lo vemos de forma diferenciada, las mujeres presentan un 53,1% de pobreza de tiempo en comparación a un 35,8% de los hombres.
“La división de las tareas dentro de los hogares no es aleatoria, es consecuencia de un modelo de relaciones que construye roles diferenciados entre hombres y mujeres, mientras las mujeres son las encargadas principales de las tareas domésticas y de cuidado, ellos se dedican a proveer el hogar”, señala Sato.
Dos de los datos más determinantes de esta realidad muestran quedel total de personas que se encuentran“inactivas” por tener que realizar quehaceres en el hogar, un 96,6% son mujeres y sólo un 3,4% hombres. Y, en segundo lugar, si las personas clasificadas como “inactivas” por “quehaceres del hogar» fuesen medidas como ocupadas, la tasa de participación femenina en el empleo subiría de 52,7% a un 68,8%. Esto implica que las mujeres “inactivas” están participando activamente en la economía, pero no se les reconoce.
Pero la pobreza no es sólo de tiempo. También es posible observar que las mujeres jefas de hogar están más empobrecidas que sus pares varones. Según datos de la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) 2017, un 44,7% de los hogares nucleares monoparentales con jefaturas femenina presentan pobreza por ingresos, es decir, hogares donde las mujeres además deben hacerse cargo de los cuidados de los hijos e hijas que lo conforman.
“No tengo tiempo para nada”
“La condición de cuidadoras de las mujeres impacta en la cantidad de tiempo disponible que tienen para dedicarse a otras actividades. En la actualidad, las mujeres, en promedio, destinan diariamente dos horas más que los hombres a labores no remuneradas, independiente de la jornada de trabajo remunerado que tengan”, explicó Francisca Barriga, investigadora de Fundación SOL y también autora del estudio.
Las mujeres entre 46 y 65 que realizan trabajo voluntario para otros hogares, en promedio, dedican 3,5 horas a esta actividad diariamente. Se trata de una red invisible de cuidados, fundamental para el funcionamiento de la economía y que opera en base a trabajo no pagado a las mujeres mayores.
Otro dato interesante muestra que las mujeres ocupadas trabajan, en promedio, 41 horas a la semana en tareas de trabajo no remunerado, es decir, una jornada laboral más por semana, en comparación a las 19,9 horas de los hombres.
La alta carga de trabajo se manifiesta, incluso, en segmentos etarios avanzados. Particularmente, llama la atención la carga semanal de trabajo que presentan los/as adultos/as mayores en el país. Las mujeres mayores de 66 años están trabajando 59 horas a la semana, mientras que los hombres lo hacen en 52 horas. En detalle, las mujeres mayores de 66 años están trabajando no remuneradamente 34,4 horas semanales, y los hombres, del mismo tramo etario, 19,7 horas.