Columna de opinión publicada en Radio U.Chile el 12 de marzo 2024
Por Benjamín Sáez, investigador Fundación SOL
Debido a la caída en la rentabilidad de los fondos de pensiones, destinar un 3% o incluso un 6% de cotización adicional a las cuentas individuales, no permite mejorar directamente las pensiones de quienes ya han jubilado y, a mediano plazo, no le permitirá a los nuevos y nuevas pensionadas obtener jubilaciones mayores que quienes cotizaron 10% durante los últimos 40 años. En lugar de mejorar las pensiones, la cotización de un 3% adicional es una moneda de cambio con el capital financiero, con un nuevo mercado para administrar e intermediar en transacciones de fondos de cuentas individuales.
Uno de los pocos indicadores disponibles para observar la rentabilidad de los fondos de pensiones desde el inicio del sistema de pensiones es la rentabilidad real bruta anual del valor cuota del fondo C (deflactada por la UF), sin descontar comisiones. Según este indicador, la rentabilidad de los fondos de pensiones en la década de los 80 fue de 12,04%, en la década de los 90 fue de 9,93%, en la década de los 2000 de un 5,72% y en la década del 2010 de un 4,8%. En lo que va de esta década, la rentabilidad real de los fondos ha sido de -1,2%. Esta es una tendencia del mercado de capitales nacional, pero también una tendencia mundial al descenso de las tasas.
Si un punto menos de rentabilidad implica una caída de entre un 18% y un 20% en la pensión obtenida al final de la vida laboral, y durante la última década la rentabilidad real promedio fue de 4,8%, con la propuesta de adicionar un 3% de cotización a las cuentas individuales, quienes pensionen en 35 o 40 años más cotizando el 13% obtendrán una tasa de reemplazo menor que quien cotizó un 10% durante su vida laboral y se jubiló con el sistema actual, considerando que las demás variables se mantengan constantes y proyectando una rentabilidad inferior al 5%. Por ello, en lugar de mejorar las pensiones, la cotización de un 3% adicional no es más que una moneda de cambio, que permitirá mantener por algunos años un sistema desahuciado, pero relevante para el mercado de capitales local y para el sector financiero internacional. El costo social y económico de mantener un sistema de pensiones basado en cuentas individuales podría ser irreparable para futuras generaciones.
La única forma de revertir la crisis del componente contributivo del sistema de pensiones en Chile es con una disminución relevante del componente de cuentas individuales y un aumento equivalente de la solidaridad, para mejorar las pensiones actuales y futuras, mediante la capitalización colectiva de los fondos como en los sistemas de reparto modernos. Una solución de este tipo carece por el momento de apoyo político.
De forma transversal, los sectores políticos en los poderes ejecutivo y legislativo, han optado por contener el problema de las bajas pensiones, con un mayor gasto en el antiguo Pilar Solidario y su actual versión, la Pensión Garantizada Universal. Pero esto solo permite ganar tiempo.
Así lo muestran las tasas de reemplazo del sistema de AFP y Compañías de Seguros. Estas tasas reflejan el porcentaje de los ingresos que representa la pensión obtenida al final de la vida laboral. De acuerdo a estimaciones recientes de la OCDE en Pensions at a Glance, las tasas netas de reemplazo promedio de las pensiones de vejez con PGU serían de 45,7% para los hombres y 43% para las mujeres (muy por debajo de la media OCDE de 61,4% y 60,6%). En enero de 2023 en una presentación del Ministro Marcel se estima una tasa de reemplazo mediana auto financiada para las pensiones de vejez es de 25% para los hombres y 10% para las mujeres, sin PGU; aumentando a 61% y 49%, respectivamente, con PGU. El aumento de las tasas de reemplazo mediante un mecanismo como la PGU es una política que no permite mejorar los resultados del componente contributivo auto financiado.
De prosperar la reforma actualmente en discusión, el aumento de la PGU a $250.000 aprobado por el congreso “siempre que las condiciones tributarias lo permitan” mejorará las actuales pensiones, pero estas quedarán apenas por sobre la línea de pobreza unipersonal de $228.507 (a diciembre 2023), que es un estándar de sobrevivencia.
Para miles de personas mayores pensionadas se trata de un problema urgente. Para el capital financiero y las grandes compañías dueñas de AFP y Compañías de seguros, es la posibilidad de participar del nuevo mercado de cuentas individuales (pudiendo en el peor de los casos demandar al Estado chileno en tribunales internacionales por los tratados de libre comercio suscritos). Para las empresas que reciben inversiones de los fondos de cuentas individuales, probablemente no haya grandes cambios, al no variar los criterios de inversión.
La falta de acuerdo político para implementar una solución estructural que mejore las pensiones actuales y futuras, solo postergará la crisis causada por mantener un sistema contributivo basado 100% o 80% en cuentas individuales, en un ciclo de baja rentabilidad. El curso de la economía mundial dirá cuánto tiempo ganarán con esta nueva reforma los grandes grupos económicos que lucran con el modelo de cuentas individuales en la seguridad social.
“(…) El sistema actual está logrando rentabilidad positiva en la medida en que el mundo da una rentabilidad positiva. Ahora, si no sucede así, nadie puede garantizarla. En el fondo, el sistema está ligado a cómo funciona la economía chilena y la mundial, y eso no lo puede mover nadie”. José Piñera, ministro del Trabajo y Previsión Social 1980, Junta Militar Acta 398-A pp.19-20.
Benjamín Sáez, investigador Fundación SOL