Economista de Fundación Sol: “El sueldo mínimo actual debería ser al menos de $410.000”
Publicado en el diario Fortín Mapocho el 12 de agosto de 2017. Marco Kremerman, quien conversó con Fortín Mapocho, considera que con los actuales niveles macroeconómicos, sumado a los recursos del sector privado, se puede llegar a esa cifra. “Falta voluntad política y de las empresas, porque consideramos que un sueldo decente para que una familia viva dignamemte, en este país, corresponde a este margen de sueldo”. No hay que ser economista para percatarse de que con el sueldo mínimo actual ($270.000) una familia, compuesta por cuatro personas, por ejemplo, no puede vivir. Tal vez sobrevivir, pero subsistir dignamente con ese nivel de ingresos es, prácticamente, imposible. Aunque día a día vemos cómo las personas, hacen malabares “financieros”, cual magos, para llegar a fin de mes. Para explicar esta realidad, el economista de Fundación Sol, Marcos Kremerman, habló con Fortín Mapocho. Se refirió a los bajos ingresos en Chile, que deberían ser más altos, y a los niveles de pobreza que hoy-en pleno siglo XXI-siguen vigentes. Atraso salarial Para el economista, el salario mínimo debería estar por sobre la línea de la pobreza que Chile ha determinado como estándar básico de vida para un hogar promedio. Cabe en indicar, que el pasado 01 de julio, se reajustó el el sueldo mínimo en $6 mil, pasando de $264 mil a $270 mil, lo que corresponde a un aumento de 2,3%. Con esta alza-dice el investigador-, el valor de 1 hora de trabajo queda en $1.400, lo cual refleja un incremento de apenas $31 pesos por hora. Según datos de Fundación Sol, Chile, actualmente, ha fijado una línea de la pobreza por ingresos para un hogar promedio de 4 personas en $412.369. Esta cifra supera en un 90% el valor del salario mínimo líquido al descontar el pago para cotizaciones ($216.000) y en más de 50% el valor del salario mínimo bruto ($270.000), que ganan aquellas personas que además del sueldo base reciben gratificación legal. “Entonces, creemos como algo básico que, para vivir dignamente, el sueldo mínimo actual debería ser al menos de $410.000 (…) Y sí, se puede, pero siempre las autoridades dicen que no, porque habría una desestabilidad económica, lo cual no es cierto”, asevera. Kremerman cree que una de las bases para el desarrollo es que existan trabajos decentes con remuneraciones acordes a un mercado laboral competitivo y moderno. “Falta voluntad política y de las empresas, porque consideramos que un sueldo decente para que una familia viva dignamemte, en este país, corresponde a este margen de sueldo”, dice. El economista, ha dicho en una columna, que la política de bonos y subsidios solo debería ser una medida temporal para aquellos hogares que no tienen ingresos del trabajo. Sin embargo, cuando pasan a ser políticas permanentes para contener el valor mínimo de la fuerza de trabajo, se da un escenario vergonzoso: “El salario mínimo en Chile no permite la subsistencia mínima de quienes lo ganan y los salarios que se pagan no alcanzan para vivir en este país”, plantea. A lo anterior, añade: “Si en una familia dos personas desean trabajar, está bien si es una decisión voluntaria, pero si esto pasa a ser una acción involuntaria de sobrevivencia, porque no alcanza la plata con un sueldo mínimo, entonces quiere decir que es un problema de atraso salarial que enfrenta Chile”. Por eso, justifica un ingreso mínimo mayor. “Con los niveles actuales de crecimiento de las empresas, esto se puede costear, pero no lo hacen, porque priorizan crecer, ganar utilidades y no traspasar esa ganancia a los trabajadores (…) Es cierto que las Pymes si pagaran un sueldo mínimo de $500 mil podrían verse perjudicadas, pero si las grandes empresas que contratan a las Pymes, les pagaran mucho antes de seis meses a éstas, y practicaran con el ejemplo de pagar sueldos dignos, la realidad cambiaría”, argumenta. Mayor pobreza En la entidad sin fines de lucro creada en 2008 y de la que Kremerman es investigador, realizaron un informe (“Pobreza y fragilidad del modelo”) en que se asegura que la pobreza en Chile asciende a un 26,9% si no se agrega el “alquiler imputado”. Lo que se traduce, en que prácticamente 3 de cada 10 chilenos no cuenta con los ingresos autónomos suficientes para dejar de ser pobres. La Encuesta Casen mide esta realidad, con una metodología que es a través de la figura del “alquiler imputado”, que considera que si una familia es dueña de una vivienda (o estar pagando el dividendo) u ocupa una a título de cesión de parte de familiares, por trabajo, o en usufructo, se le imputa como ingreso del hogar el equivalente al costo que tiene un arriendo en el sector o manzana donde habita. En el caso de la pobreza informada oficialmente en el país (el 11,7%), se registran 1.368.566 (de un total de 2.046.404) personas en situación de pobreza con alquiler imputado. Si bien la Casen 2015 informa que el índice de pobreza el Chile llega a un 11,7%, si se extraen los subsidios y transferencias que entrega el Estado, la pobreza sube a un 15,8%. Y, de hecho, considerando una canasta de alimentos de calidad y el ingreso autónomo de las familias, la pobreza por ingresos podría llegar hasta un 42%, lo que equivale a casi 7,3 millones de personas. “Si se busca evaluar qué tan efectivos son los salarios en Chile para superar la pobreza, el indicador más adecuado parece ser el que se expone en este estudio, es decir, la pobreza medida con ingresos autónomos”, señala Kremerman. Al calcular la pobreza según ingresos autónomos (sin considerar los subsidios ni el alquiler imputado) según sexo, se observa que para los hombres llega a 25,4%, mientras que entre las mujeres alcanza un 28,3%. Asimismo, el estudio muestra cuán sensible es la medición de la pobreza ante cambios en algunos parámetros, tales como la Canasta Básica de Alimentos. Por ejemplo, si se utiliza una Canasta Alimentaria de Calidad (CAC), equivalente a un aumento de un 36,1% del costo de la canasta de referencia, la pobreza por ingresos totales subiría de 11,7% a 24,8%. “Incluso, la cifra podría llegar a más de 7 millones de personas si considerara una canasta más exigente para la población, con todas las necesidades de alimentación, salud, traslado, etc., de una familia promedio”, comenta el especialista.