En lo grueso, ninguna medida afectará las profundas desigualdades del país si no es estableciendo nuevos impuestos al gran capital, sostienen los investigadores Marco Kremerman y Recaredo Gálvez, quienes destacan que, por el contrario, la batería de propuestas persiste en una lógica regresiva.
Publicado por El Soberano el 24 de octubre de 2019
¿Una agenda corta para aliviar la vida de chilenas y chilenos? “¿Aquí y ahora?”, responde Recaredo Gálvez, investigador de la Fundación Sol, aprestándose a simplificar algo que en estas circunstancias cuesta tanto simplificar: “Lo urgente ahora es atacar con urgencia temas como los salarios, pensiones y salud. Eso es lo más urgente si lo que queremos es impulsar una agenda corta”, sostiene
El mundo social hace mucho que tiene clara esta película: el sueldo mínimo debe escalar en un corto plazo al umbral que se fija para separar la pobreza de la clase media. Ese monto se ubicaría cerca de los 450 mil pesos. ¿Pensiones? La pensión no puede ser menor al sueldo mínimo actual, y eso como un primer paso. Y en salud hay que hacer una inversión importante en infraestructura, especialistas y medicamentos, y además para pagar las deudas de un modelo privatizador. El objetivo del “modelo” es simple: demoler lo público para no tener que pagar impuestos.
Todo lo anterior se conseguirá en la medida que “el pueblo chileno conserve su capacidad de movilización organizada a efectos de ejercer presión sobre la clase política y empresarial”, sostuvo el economista de la Fundación Sol, Marco Kremerman. “Hasta aquí los anuncios del Presidente Piñera no tocan el modelo, sólo abordan aspectos marginales y parciales sin afectar un ápice los pilares del modelo creado en dictadura y amplificado en estos 30 años, que fue profundizando el estado neoliberal convirtiendo servicios públicos en nichos de emprendimiento privado”, señala.
“Desde luego que hay un pequeño elemento progresivo, que es elevar un tramo de impuestos al 40% de los ingresos que excedan los 8 millones de pesos, pero esto sigue siendo un impuesto al trabajo, en este caso un impuesto a las jefaturas y gerencias, pero no es un impuesto al capital, al dueño de la empresa. Hasta ahora tampoco desaparece la integración del sistema tributario. Son, en definitiva, parches curitas pequeños que son financiados con la plata de todos nosotros, incluso de las personas más pobres”, agrega Kremerman.
Recaredo Gálvez sostiene, a su turno, que “ninguno de estos problemas en pensiones, salarios y salud, que son los más acuciantes, se resolverán si no es cambiando el esquema neoliberal, y la respuesta del Presidente Piñera en ningún caso pretende hacerlo. No creo que se haya hecho un gran esfuerzo, uno que pase por aplicar impuestos a las grandes fortunas que se amasan en Chile. Sólo así se puede generar un cambio redistributivo y más progresivo. Hay que fijar la mira en el gran capital”.
Kremerman, por su parte, señala que ya existen las propuestas para convertir los pilares de la desigualdad chilena. No hay que inventar la rueda en este sentido. “Necesitamos un nuevo sistema de pensiones en el marco de un nuevo sistema de seguridad social. Ninguna pensión puede ser inferior al salario mínimo, y para eso ya hemos preparado una propuesta técnica que triplica las pensiones actuales sin que tengamos que farrearnos la plata, contribuyendo además a alterar una matriz productiva que ya no da para más”, indica.