Publicada en CNN Chile el 28 de septiembre de 2022
Por Andrea Sato, investigadora Fundación SOL
En medio del debate por la ratificación de tratado transnacional, la investigadora de Fundación SOL manifestó que “se observa cómo hay sectores representantes de la derecha y el ‘progresismo’ que hoy avalan la firma de uno de los acuerdos comerciales más complejos de la última década, sin la realización de análisis técnicos, sin debates democráticos y con una completa indolencia ante los impactos de firmar este tipo de acuerdos en el escenario económico actual".
Durante abril del año 2019 la Cámara Baja aprobó el TPP11 (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico) para ser debatido en el Senado, esta discusión fue paralizada por las protestas masivas que se desarrollaron en Chile durante el segundo semestre del mismo año, las que se inspiraron en la defensa de la dignidad para los pueblos. Tres años después de las manifestaciones que encendieron Chile, el Senado logró poner en tabla dicho tratado que atenta contra el buen vivir, y que será votado este día miércoles 28 de septiembre.
En esta discusión es importante señalar que Chile es el país del mundo con más tratados de libre comercio, tratados bilaterales de inversión y acuerdos comerciales vigentes, según el estudio realizado por Fundación SOL Chile: 30 años de Tratados de Libre Comercio: el país mantiene 29 acuerdos comerciales vigentes con más de 60 países. Esta situación responde a la política de Estado que ha llevado el país durante las últimas tres décadas, una política económica basada en la privatización de bienes comunes naturales, cuestión que ha producido una reprimarización de la economía nacional en el marco de una matriz productiva primario exportadora profundamente agresiva con la sostenibilidad del medioambiente, y bajo un escenario mundial totalmente desigual, en el cual nuestro país está condenado a un modelo que garantiza la explotación de sus bienes para ser aprovechados por los centros económicos globales.
La excusa para firmar y ratificar este tratado ha sido el crecimiento y la disminución de las barreras arancelarias. Sin embargo, en Chile existe un estancamiento en el crecimiento justamente por la matriz productiva dependiente de los mercados internacionales que rige en la actualidad. También existe hoy una reducción constante del PIB tendencial en el país ya que la posibilidad de “crecer” en una economía primario extractivista es limitada, se proyecta por debajo del 3%. Además, con los 10 países con quienes compartimos el acuerdo del TPP11 existen otros convenios comerciales previos, por lo que las rebajas arancelarias serían marginales.
Es fundamental comprender que la firma y ratificación del TPP11 por parte de Chile atenta contra las comunidades y territorios, que verán afectada su propia autonomía, ya que dicho acuerdo regula leyes laborales, propiedad intelectual, compras públicas entre otros temas en los cuales se obliga a los países firmantes a obedecer, por ejemplo, en materia medioambiental que las regulaciones sean “compatibles con las restricciones del Tratado” estableciendo mecanismos sancionatorios si Chile incumple alguna norma.
Las demandas de las corporaciones son un claro ejemplo de cómo los Tratados de Libre Comercio pueden mermar la calidad de vida de las comunidades. Esto debido a las protecciones para las inversiones en el marco de los acuerdos firmados por los Estados, que determinan los derechos de las corporaciones inversoras. Estas atribuciones son utilizadas para demandar a los Estados cuando consideran que las políticas de los países pueden afectar sus utilidades o ganancias, a pesar de que sean políticas sociales en escenarios de crisis.
En el marco de la pandemia por COVID-19, el Estado de Chile recibió varias amenazas de demandas por políticas que se levantaron para apalear la crisis. A continuación, te especificamos dos casos emblemáticos a nuestro parecer:
La amenaza de demanda de las compañías de seguros debido a los retiros de fondos de pensiones de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), política que tenía como objetivo hacer transferencias directas de ingresos a los hogares por los altos niveles de empobrecimiento. Las corporaciones detrás de las rentas vitalicias consideraron que este plan social violaba el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Además, advirtieron consecuencias si es que en Chile se realizan cambios estructurales en el sistema de pensiones.
Otro caso fue la amenaza desde el sector sanitario por parte del grupo francés Suez. En julio de 2019, en Caipulli, Región de Los Lagos, la empresa de servicios sanitarios ESSAL tuvo que cortar el suministro debido a un derrame de petróleo en su planta. Frente al escenario de incumplimiento, porque el acceso al agua no fue garantizado se buscó finalizar con la concesión y multar a la empresa. Sin embargo, el grupo francés Suez bajo el alero del Tratado Bilateral de Inversión entre Chile y Francia, amenazó con llevar al Estado a un centro internacional arbitrarial.
Estos son algunos casos que nos permiten vislumbrar los riesgos que se corren al adherirse o aprobar el TPP-11. Estos tratados van en contra del buen vivir de las comunidades, ya que cuando las corporaciones transnacionales ven en riesgo sus inversiones acuden a las propias estructuras que han construido para proteger sus capitales.
Además, según el doctor en economía y ciencias políticas, Gabriel Palma, de los 30 capítulos del documento, solo cinco tratan específicamente del comercio, lo que deja en evidencia que el TPP11 es un acuerdo político, que requiere una respuesta política de los pueblos. Sobre todo, si se considera que excede los debates acerca del crecimiento y el comercio, ya que regula aspectos relacionados con lo más íntimo de la vida de las comunidades y se ha observado que los TLC no han mejorado la calidad de vida de las personas en las últimas décadas.
Vale la pena recordar entonces que en Chile no se han realizado estudios de impacto gubernamentales respecto a los más de 30 tratados y acuerdos comerciales vigentes, por lo que ni siquiera existe una evaluación periódica del beneficio que podría presentar o no la firma de este nuevo acuerdo, de lo que si hay certeza es que Chile no presenta expectativas de crecimiento si se sigue basando en la matriz primario exportadora que se refuerza con el TPP11. No obstante, se observa cómo hay sectores representantes de la derecha y el “progresismo” que hoy avalan la firma de uno de los acuerdos comerciales más complejos de la última década, sin la realización de análisis técnicos, sin debates democráticos y con una completa indolencia ante los impactos de firmar este tipo de acuerdos en el escenario económico actual.
Cabe destacar además que, las políticas económicas de apertura comercial basadas en las firmas de tratados multilaterales no han permitido el “progreso” en las últimas décadas, más bien, han garantizado la dependencia de los mercados de las periferias globales a los países “desarrollados” a costa de la explotación de los territorios y de quienes los habitan.