Nota publicada en Radio Universidad de Chile el 21 de agosto de 2018
Este martes el Ejecutivo dio a conocer los resultados globales de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, Casen, correspondiente al año 2017.
Según las cifras, se constató una disminución de la pobreza por ingresos de 3,1 por ciento con respecto a 2015, año de la última medición del indicador.
Los guarismos dan cuenta que en la actualidad existen 1.528.284 personas que subsisten bajo una precaria situación, tomando en cuenta sus escasos ingresos económicos.
Casen también midió la extrema pobreza, que en 2017 alcanzó un 2,3 por ciento lo que equivale a que 412.839 personas no pueden satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir.
Estos resultados también empeoraron el indicador de distribución de ingresos en Chile. El 10 por ciento más rico tiene 39 veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre, peor que en 2015 donde era 33,9 veces.
Asimismo, la encuesta dio cuenta que la distribución de la renta medida por los ingresos del trabajo, son los que ha mostrado mayor inequidad, los asalariados de más bajos ingresos no han visto subir sus sueldos en los últimos dos años. Lo que se ratifica con lo mostrado por la Encuesta Suplementaria de Ingresos y el Índice de Remuneraciones, que demuestra un estancamiento de los pagos en el último tiempo.
Para el investigador de la Fundación Sol, Alexander Páez, la encuesta Casen demuestra que trabajar en Chile no significa salir de la línea de la pobreza, menos cuando la familia está constituida por más de cuatro personas.
A juicio del sociólogo de la Universidad de Chile, las políticas públicas del Estado, más allá de los gobiernos de turno, han ido disminuyendo la pobreza en general, a través de transferencias monetarias de ingreso, sin resolver el bajo valor del trabajo en Chile, que a juicio del especialista es el principal problema.
“Ya hemos constatado que el aumento es bastante paupérrimo, uno de los más bajos de los últimos años, por lo tanto, las señales no van por el camino de aumentar la economía de los hogares por medio de los ingresos del trabajo, sino que más bien es una política que soluciona el problema a corto plazo, pero no en el mediano y largo plazo, como lo resolvería una política remuneracional que proyectara mayor estabilidad de los hogares y mayor autonomía económica de los mismos”, afirmó.
Una mirada similar tiene el Director Ejecutivo de América Solidaria Chile, Tomás Reyes, para quien la solución no pasa necesariamente por insistir en el crecimiento económico o tener buenos índices en el Producto Interno Bruto, sino que requiere de políticas públicas asociadas que permitan ir avanzando en términos de desigualdad.
Para el máximo representante de la fundación dedicada a la superación de la pobreza infantil, una de las claves es mover los márgenes de los salarios, sin embargó, para el profesional, los 300 mil pesos brutos establecidos recientemente como sueldo mínimo no ayudan en nada a subsanar el problema.
“Si no tenemos salarios más dignos, no existe ninguna posibilidad de que ese índice se mueva. Por otro lado, todavía tenemos problemas de habitabilidad, por ejemplo, en Antofagasta, donde ha costado mucho construir viviendas sociales y donde existen grandes campamentos, entonces tenemos ahí dos cosas concretas de la que tenemos que hacernos cargos como país, como sociedad para comenzar a estrechar los índices de desigualdad brutales”, argumentó.
La encuesta Casen 2017 también midió la pobreza multidimensional, la que llegó a un 20,7 por ciento, lo que representa un estancamiento, leve retroceso comparado con la del 2015 que la situó en un 20,9 por ciento. Fundamentalmente por que las dimensiones de trabajo y seguridad social se vieron empeorados, aunque este ítem también mide las carencias en educación, salud y vivienda.
En relación a la situación del país, la región de La Araucanía, es la que presenta la tasa de pobreza más elevada, duplicando la tasa nacional.