Señor director:
En una columna publicada el 6 de marzo, Francisco Parro, coordinador laboral del Ministerio de Hacienda cuestiona a los analistas que corrigen la tasa de desemple descontando los empleos con apoyo fiscal (que Libertad y Desarrollo calculaba hasta marzo de 2010, bajo el nombre de tasa de desempleo real).
Si bien el uso de viejos indicadores son necesarios para la comparación, pierden relevancia en un escenario distinto, donde la calidad del trabajo es el punto central. Desde el 2010 disponemos de un rico cuestionario de empleo, alineado con los más exigentes estándares internacionales, cuyo foco está en la calidad. Y tiene sentido.
A nivel internacional, para ser considerado con ocupación, basta con trabajar al menos una hora durante la semana. La vieja encuesta preguntaba respecto de la actividad a la que se dedicó mayor tiempo en la semana, no si trabajó al menos una hora.
Este nuevo enfoque permite capturar los empleos de incluso una hora a la semana y confeccionar indicadores suplementarios, tales como el subempleo o personas que trabajan pocas horas a la semana estando disponibles y deseosos de trabajar más. En parte, esta dura realidad queda reflejada en una clara tendencia: el 2010, el 43,4% de los subempleados trabajaban tres horas al día, mientras que el 2011 subió a 47,2%. Los empleos de pocas horas a la semana no son soluciones de calidad y reflejan un mercado laboral estrecho.
Más allá de ajustar o no por los empleos con apoyo fiscal, sería fundamental que tuviéramos en cuenta que en Chile, junto a los 539 mil desempleados, tenemos 609 subempleados y 109 mil desalentados que mueven la tasa de desempleo de un 6,6% a 11,2%. No se trata de ajustes antojadizos, sino que de metodologías ocupadas por economistas como el Nobel Joseph Stiglitz para monitorear la real situación del mercado laboral en EEUU.
Gonzalo Durán
Marco Kremerman
Economistas Fundación SOL
Publicado en La Tercera