Publicada en Blog La Tercera 01/07/2012
Por Gonzalo Durán, Investigador Fundación SOL
En estos días y luego de la simbólica conversación entre la CUT y el Gobierno, la discusión sobre el reajuste del sueldo mínimo se encuentra en tierra parlamentaria. Es el mismo cuento de todos los años. Se detiene la discusión en criterios técnicos de productividad, desempleo e inflación, y se mantiene al margen el problema de la satisfacción de necesidades básicas, espíritu original del salario mínimo (o sueldo vital como se llamaba en un comienzo). Haciendo un ejercicio esencial respecto a esta cuestión de las necesidades cubiertas, si tomamos en cuenta que el promedio de los reajustes reales para los últimos 10 años es de 2,3% y lo proyectamos a la misma velocidad en los años venideros, suponiendo una canasta de necesidades básicas con un ajuste de 5% por IPC, tendremos que nuestro sueldo mínimo llegaría a cubrir el 100% de la línea de pobreza familiar recién para el año 2090.O sea, quedarían todavía 79 largos años de espera con sueldos mínimos “basura”. Esta lenta velocidad de reajuste hoy condena a cerca de 1 millón de trabajadores. De seguir así, sin cambios, sin discusión real, sin poner el pie en el acelerador y sin pasar la palanca de cambio y girar bruscamente, llegaremos al año 2018 con un PIB per cápita de US$ 20 mil y sí, técnicamente habremos entrado al anhelado desarrollo, pero solo para unos pocos. Otros muchos, tendrán que esperar 72 años más para tener al menos un sueldo mínimo que cubra sus necesidades básicas. Aberrante. Como también es afirmar que $185.000 es mucho, casi como queriendo decir que estamos al borde de un técnicamente llamado “maxi-salario mínimo”.
Seamos honestos, en la discusión chilena las reivindicaciones no plantean subir el mínimo en un 100%, sin embargo, los argumentos de quienes se oponen al aumento suponen que ese fuera el planteamiento. En este aspecto, de manera responsable, la Fundación SOL ha propuesto un plan de reajuste que permite llegar al año 2017 con sueldos mínimos que al menos cubran la línea de pobreza familiar. Sin riesgo de desempleo, sin las temidas presiones inflacionarias. La propuesta consiste en que el salario mínimo cubra la línea de la pobreza para una familia promedio de 4 personas.
Se plantea que al menos este año debe aumentar a $205 mil para llegar el 2017 a un valor de $379 mil cubriendo el 100% la línea de la pobreza familiar (corresponde al escenario más conservador, ya que la línea de la pobreza ha sido cuestionada incluso por el actual ministro de Hacienda – antes que asumiera en el cargo, obviamente). Con esto, y para quienes temen desobedecer las leyes de la economía de la sala de clases, la razón entre salario mínimo y PIB per cápita avanzaría de 0,34 (34%) a 0,44, situándose en un valor intermedio del rango recomendado internacionalmente (entre 0,30 y 0,60).
O sea, no se trata de un maxi-salario mínimo (entre 0,6 y 1) que pueda poner en riesgo el empleo ni los niveles normales de inflación. Este plan de reajuste, permite que el 2017 se logre un mínimo vital, requisito básico que bien deberían saber quiénes conducen el país en búsqueda del esquivo desarrollo inclusivo. Nos deja también en el piso de los estándares de la OCDE, donde los sueldos mínimos cubren holgadamente las necesidades básicas para una familia promedio. Ahora la decisión es de los parlamentarios. ¿Se informarán adecuadamente sobre el tema?, ¿repetirán el mismo cuento de todos los años? Columna Publicada en La Tercera.cl