¿Aguanta usted una cuarentena? Radiografía económica del hogar chileno que se enfrenta al Covid-19

La grave expansión del coronavirus parece llevarnos a una cuarentena. ¿Cómo afectará eso a las familias chilenas? En esta entrevista, el economista de la Fundación Sol, Marco Kremerman, advierte que 3 millones 600 mil trabajadores se verán en serias dificultades para quedarse en la casa porque carecen de un contrato que les dé protección. Si el Estado no asegura un ingreso mínimo por hogar, advierte, colapsarán o simplemente no podrán cumplir la cuarentena.

Publicado por CIPER el 17 de marzo, 2020

Los datos parecen indicar que Chile deberá recurrir a una cuarentena para enfrentar la expansión del coronavirus. Esta medida no se debe a que toda la población esté en riesgo (80% de los infectados desarrolla síntomas similares a los de un resfrío común), sino a que hay un 4% que enfermará gravemente y va a necesitar atención hospitalaria. El problema es que si muchos chilenos se enferman al mismo tiempo, el sistema de salud colapsará y no podrá atender a todos los enfermos graves. Como han advertido los expertos, “lo que quede fuera de la capacidad del sistema puede transformarse en fallecimientos” (ver columna).

En ese escenario, las recomendaciones de distancia social y de no salir de la casa son razonables. Pero, ¿qué familias chilenas pueden permitírselo? El economista Marco Kremerman, que ha dedicado gran parte de su carrera profesional a entender el mercado laboral chileno, estima que para la mayoría de los trabajadores será difícil o imposible acatar el llamado a quedarse en la casa si no cuentan con algún soporte económico del Estado.

“Muchas personas, desde el día uno, van a tener problemas importantes, pues necesitan generar recursos diarios para poder costear las necesidades básicas y llegar a fin de mes”, explica.

Un primer grupo vulnerable, dice, lo constituye un 38,9% de la fuerza de trabajo ocupada, casi 3 millones 600 mil personas, “que no tienen la protección mínima adecuada, es decir, un contrato de trabajo”. Se trata de un grupo heterogéneo, donde hay una mayoría de independientes que trabaja en condiciones precarias y con ingresos muy bajos y también trabajadores dependientes (pero sin contrato), situación que se ve en la construcción o el servicio doméstico (ver recuadro).

-¿Ese 38,9% es el grupo más vulnerable en esta crisis?

-Ese es un punto de partida, porque nos estamos refiriendo a quienes no tienen un vínculo laboral que de alguna manera les dé algún grado de protección o formalidad que los cubra ante una falta al trabajo; o ante un decreto donde se les inste a no salir de sus casas. Si bien hay heterogeneidades dentro de este grupo, solo un porcentaje pequeño puede hacer trabajos desde la casa, porque tienen un alto nivel de educación. La mayoría, sin embargo, se enfrentará a la pregunta urgente: ¿cómo lo hace para comer? ¿cómo lo hace para llegar a fin de mes? Es probable que tengan que salir a la calle igual.

-Dentro de este grupo, ¿cuántos son los que están bien económicamente?

-Es difícil cuantificar eso, pero cuando uno revisa los empleos que se han creado en los últimos diez años, y mira los independientes, ve que la mayoría son independientes de baja cualificación. No son profesionales con postgrado que pueden resolver esta situación a través del teletrabajo, ni son los consultores que pueden escribir sus documentos desde la casa. Son independientes que no tienen educación media completa y están subempleados. Es decir, son personas que trabajan pocas horas o menos horas de las que necesitarían trabajar. O sea esta idea de que el independiente es un emprendedor próspero es una situación marginal en Chile.

-¿Qué otro grupo de trabajadores está en riesgo?

-El otro gran grupo vulnerable, que es gigante, es el que recibe bajos salarios, donde una mayoría puede tener contrato. Los últimos datos disponibles indican que la mitad de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $400 mil líquidos; y el 70% gana menos de $550 mil líquidos. Es importante esa cifra porque $550 mil hoy en Chile es un valor muy exiguo en términos del costo de vida. Que el 70% de los trabajadores y trabajadoras esté recibiendo esa cantidad, da cuenta de una alta vulnerabilidad. Ello, a pesar de que gran parte de ellos está trabajando jornada completa.

Hoy hay entre un 26 y un 30% de los adultos mayores trabajando. Eso es más del doble de lo que uno observaba hace 20 años.
 

-Hablemos del nivel salarial de quienes tienen contrato. ¿Es mejor que el de los sin contrato?

Según un estudio que realizamos, la mitad de los trabajadores asalariados de las empresas privadas gana menos de $400 mil, que es la misma cifra que a nivel nacional. En tanto, el 70% gana menos de $568 mil. También hicimos un zoom dentro de los asalariados de empresas privadas, sobre aquellos que trabajan en empresas con más de 200 trabajadores, es decir grandes empresas. Si bien los salarios son un poco más altos, tampoco se están abanicando: la mitad gana menos de $480 mil líquido, y el 70% gana menos de $700 mil líquido.

-Si dentro de los próximos días se dispone que esas personas permanezcan en sus casas, ¿ellos van a seguir recibiendo esa remuneración?

-Eso depende del tipo de medidas que se implementen y la capacidad de pago de las empresas. Pero supongamos que por distintos factores esas personas logran mantener su remuneración por uno o dos meses. El problema es que, de esas personas, la mayoría están precarizadas, están endeudadas. Entonces, actualmente, muchas de ellas obligatoriamente hacen horas extras. Y en un mismo hogar se da una combinación de situaciones: personas que trabajan con contrato y otras que no lo tienen. Esto es bien importante. Aquí la unidad clave de análisis es el hogar, y a veces no se ve así desde las políticas públicas o de gobierno. Entonces quizás yo puedo resolver la situación de una persona y llegar a $400 mil, pero lo que pasa es que en ese mismo hogar, para llegar a fin de mes y poder pagar las deudas, al menos trabajan 2 ó 3 personas, y esos otros son cuenta propia o independientes, quienes pueden quedarse ahora sin trabajo. Entonces en ese hogar va haber igual un desmedro importante, porque una persona va a perder su fuente laboral, total o parcialmente. Entonces hay una serie de combinaciones que los hogares en Chile realizan para llegar a fin de mes. Y el otro tema es la deuda. La obligatoriedad que ésta genera para la mayoría de los hogares, donde se trabaja formal o informalmente. Esa mayoría tiene que seguir produciendo como resultado de la deuda contraída.

-Según los estudios que la fundación ha publicado, se registran en Chile 11,5 millones de personas endeudadas. ¿Qué sabemos del endeudamiento de los hogares? ¿Hay mucha morosidad?

– Las deudas las podemos diferenciar entre deudas patrimoniales, que son aquellas que en teoría te permiten un mejor pasar en el futuro, y ahí se ubica la deuda hipotecaria y la deuda automotriz, entre comillas. Y en algunos casos la deuda por educarte, cuando efectivamente logras estar mucho mejor luego de haber salido de la educación superior y ello te permite pagar con creces la deuda contraída. La otra deuda es aquella que contraes para llegar a fin de mes: la deuda para vestirse, para comer, para pagar cuentas básicas, para pagar salud y también para pagar educación cuando se transforma en una técnica de sobrevivencia. Este tipo de deuda ha ganado harto espacio en el último tiempo y lo más preocupante, además del número de endeudados, es el número de deudores morosos, que son los deudores que no pueden pagar las deudas que han contraído, y esto puede ser más de una deuda en condición de impaga. Los morosos son 4 millones 700 mil personas según el último informe de Dicom Equifax.

No más de un 20% de la fuerza laboral ocupada podría pasar esta situación con cierta tranquilidad.

-Entonces la informalidad, los bajos salarios y el endeudamiento son los principales factores que afectarán la situación de la mayoría de los trabajadores en Chile y su posibilidad de quedarse en sus casas a causa de la pandemia… 

-Sí, y al grupo de los bajos salarios agregaría los subempleados, que son las personas que realizan jornada parcial involuntaria. Vale decir, aquellos que necesitan y están disponibles para trabajar más horas. Esas personas en Chile llegan a los 850 mil, es decir, son más que los desempleados. Estamos hablando de personas que probablemente necesitan trabajar la jornada completa, pero la economía no les brinda ese tipo de trabajo. En Chile, casi la mitad de las personas que trabajan jornada parcial lo hacen de manera involuntaria, no porque quieren trabajar menos horas y quieran combinar con vida familiar o por necesidades propias, sino porque no les queda otra, porque la economía no les brinda un trabajo más sólido.

-¿Ese subempleado tiene alguna edad? ¿Tiene un género?

-Mira, se da un poco más de subempleo en los hombres que en las mujeres de acuerdo a los datos. Y eso puede explicarse porque las mujeres no pueden trabajar más horas porque no tienen quién cuide a los hijos. Se da muy fuerte el subempleo en la construcción y en la industria, y en algunas actividades de servicio. Las regiones con mayores nivel de subempleo son la VI, Libertador Bernardo O’Higgins; la región de Los Ríos; las regiones de La Araucanía y Atacama. Esas son las cuatro regiones con más subempleo.

-Si analizamos la dimensión salarial por sector, ¿qué trabajadores son más vulnerables?

-Los trabajadores de la agricultura, comercio, algunas áreas de servicio e industria y construcción. Esos son los sectores más vulnerables en Chile en términos salariales, pues perciben menos de $400 mil. Y en términos de contrato, o asalariados que no tienen contrato, los sectores con más problemas son la agricultura, la construcción y el servicio doméstico.

-Una población de riesgo en particular son los adultos mayores. ¿Cómo puede afectar esta crisis a los adultos mayores? ¿Tenemos datos de su ocupación o nivel de endeudamiento?

-Sí, ahí hay un dato interesante. Según la encuesta del gran Santiago de la Universidad de Chile, hoy entre un 26 y un 30% de los adultos mayores (mujeres mayores de 60 y hombres mayores de 65 años) está trabajando. Esto es, más del doble de lo que uno observaba hace 20 años (ver gráfico a continuación). La misma encuesta muestra que cerca del 11% de los adultos mayores se encontraba trabajando en el año 80; y para el año 92, hay un 12%. Pero en 2019 estamos hablando de 28% aproximadamente.

-Hasta ahora hemos hablado de vulnerabilidad y desprotección. Pero qué pasa si hacemos la pregunta al revés. ¿Cuántas personas en Chile, de los ocupados, pueden enfrentar un mes de trabajo desde el hogar con restricción de movimiento?

-Si uno junta la dimensión salarial, las deudas, los trabajadores cuya remuneración tiene un componente variable, yo creo que no más de un 20% de la fuerza laboral ocupada podría pasar esta situación con cierta tranquilidad. Pero también hay que tomar en cuenta que hay personas que pueden tener salarios más altos, por ejemplo las mujeres, pero ellas necesitan que otra mujer en general cuide de sus hijos, a través de un contrato de trabajo o una relación laboral. Pero si esas mujeres no pueden asistir a realizar esas labores, se genera una complicación. Entonces ahí hay otro efecto muy importante: ¿quién hace las labores de casa en el caso de aquellas familias con ingresos medios que no les queda otra que contratar otra persona para que realice todo o parte de las labores de casa? Ahí tenemos otro problema: el de los cuidados. Cuando esas personas no pueden llegar a los hogares, ¿quién lo hace? Producto de temas como éste en España, que es uno de los cinco países más afectados por el coronavirus, se está discutiendo la posibilidad de un plan de choque social. Este contemplaría suspender el alquiler, que no hayan despidos, y que se genere una discusión sobre la renta básica para quien se quede sin ingresos. Es decir, que exista un piso salarial para todas las personas.

-Tomando en cuenta las distintas dimensiones y problemas que hemos identificado, ¿qué políticas debiese llevar adelante el gobierno y los privados para permitirles a la diversidad de los trabajadores enfrentar esta crisis?

Marco Kremerman.

-Hay como tres líneas. Una línea tiene que ver con la seguridad o el reemplazo de los ingresos, me refiero a aquellas personas que no tienen una relación laboral típica, o a los independientes que no pueden trabajar. Ahí sin duda se va a tener que discutir una especie de renta básica temporal, para no adelantarnos a la discusión estructural y de fondo. Esa es una discusión clave que debiese darse junto con otra, igual de central, que son las causales de despido. Porque en Chile tenemos un mundo del trabajo enormemente flexible y las causales de despido por necesidades de la empresa o por fuerza mayor debiesen suspenderse o implementarse ciertas medidas para que no se apliquen de la misma manera que antes de esta crisis. Por último están las empresas pequeñas. Sin duda que estas requieren un acompañamiento especial. En algunos casos tienen que ser tratadas como trabajadores, en términos de acceso a crédito, de condiciones de pago. Ahí se requiere un plan de verdad, para que ellas puedan tratar a sus trabajadores de la mejor manera posible.

Las causales de despido por necesidades de la empresa o por fuerza mayor debiesen suspenderse.

-¿De qué empresas estás hablando?

-Hay de todo, empresas de servicios, comercio, almacenes. De acuerdo a nuestro datos, más del 45% de los asalariados en Chile está en empresas grandes. Si le sumas las medianas, llegas a más de un 60% de los trabajadores asalariados. Pero yo creo que el tema de cuidado central son las mypes, las micro y pequeñas; esas son las unidades productivas donde el gobierno tiene que aplicar un plan de protección especial en este período, porque son las más vulnerables en términos efectivos, son las contratistas de las grandes y medianas, reciben pagos de ellas, les cuesta una enormidad acceder a créditos, están endeudadas con la banca.

-Así como estas mypes, otra unidad de análisis debiese ser el hogar, más que cada trabajador en particular

-Sí. Sin duda hay que ver un tratamiento del hogar porque conviven diferentes unidades de análisis: subempleados, informales, contratados. Y otro grupo dentro de la unidad del hogar son los pensionados. Porque acá se está juntando el coronavirus con una importante crisis económica que se está incubando. Entonces las personas que están a punto de jubilarse este año, no les conviene pensionarse ahora, porque sus fondos administrados por las AFP están siendo afectados. O los que en estos momentos están recibiendo su plata de la AFP a través de la modalidad de retiro programado, la crisis puede afectar también las tasas de interés del retiro programado. Y también están los pensionados que reciben muy bajas pensiones. A lo mejor se va a tener que adelantar la pensión básica solidaria, de 165 mil pesos, para el resto de los pensionados, que son casi el 80% de los que faltan para llegar a los 165 mil pesos .A lo mejor se va a tener que adelantar ese reajuste, lo cual es un gasto fiscal que les pueda permitir a los pensionados enfrentar mejor lo que se está viviendo.

 

LOS TRABAJADORES MÁS VULNERABLES: 3,6 MILLONES DE PERSONAS

Marco Kremerman señala que los trabajadores que pueden tener más dificultades para enfrentar una cuarentena son los trabajadores sin contrato. Estos constituyen el 38,9%  de la fuerza de trabajo ocupada (3,6 millones) los que se dividen en “independientes”, “dependientes” y “trabajadores a honorarios”.

El 26% de la fuerza de trabajo son “independientes”, los que a su vez se dividen en tres categorías: trabajadores por cuenta propia, empleadores y familiar no remunerado.

El grupo de los “cuenta propia”, explica Kremerman, constituye un mundo heterogéneo compuesto principalmente por trabajadores vinculados al “trabajo ambulante o con muy pocas horas de trabajo”. Otro tipo de independientes es el “familiar no remunerado” y el emprendedor, “que se asocia con una persona que trabaja desde su casa y le va bastante bien, pero que es un grupo minoritario”.

Un 11% de los trabajadores son “dependientes” (más de 1 millón de personas). Estas personas tienen que cumplir horarios, reciben órdenes, pero no tienen un contrato de trabajo escrito. Este tipo de trabajos se da en el área de la construcción, el sector comercio, los servicios y el servicio doméstico. Los datos indican que más del 10% de la fuerza de trabajo ocupada en Chile tiene estas características: un trabajador o trabajadora dependiente pero que no tiene contrato de trabajo escrito.

Finalmente están los trabajadores a honorarios (principalmente los del Estado) que tienen un vínculo laboral a través del código civil, “pero tienen menores prestaciones que los que tienen contrato”.