Daniela Marzi Muñoz/Colaboradora Fundación SOL
Profesora de Derecho del trabajo Universidad de Valparaíso, Magister en Derecho del trabajo Universidad de Bolonia, (c) Doctora Universidad Autónoma de Madrid
Para querer referirse a un caso que suena tan local como el referéndum de la FIAT en sus sedes italianas, habría qué explicar las razones que lo hacen fascinante[1]: se trata de un caso absolutamente cargado de simbolismo (…)
La negociación colectiva con el actual gerente Sergio Marchionne trajo consigo una cadena de hechos nuevos, a distintos niveles. Primero, la “negociación” se desarrollaría en un terreno peligroso porque las opciones serían adherir a la propuesta de la empresa o el cierre de ésta, encrucijada de todo o nada bajo la amenaza de pérdida del trabajo, que evidentemente es incompatible con el término negociación.
El sindicato metalmecánico no firmó, por lo que la empresa decidió someter la aprobación de la propuesta a un referéndum por parte de los trabajadores.
¿Cuál es la propuesta?
En suma, lo que se ha tratado de explicar como de interés general, no obstante las evidentes particularidades de las relaciones colectivas italianas, es que FIAT manejada por Marchionne, ha comunicado su capacidad de celebrar contratos respecto de cualquier cosa, ámbitos mínimos definidos durante casi un siglo por la ley laboral y hasta por el Código civil; derechos constitucionales expresos y elementales como la huelga, que se vincula como una arteria con el trabajo que, paradojalmente es el primer valor reconocido por la Constitución italiana
Pero, ¿cuál es el escenario verdaderamente nuevo? El que se produce ante un Gobierno, (y que lamentablemente no hace parte de “un particularismo más de Italia”), cada vez más confundido o travestido con el sector privado y, que por lo tanto, no tiene motivos para actuar como garante del Estado de Derecho. Esa tarea, dadas las dificultades del movimiento sindical para responder de forma sostenida en el tiempo por medio de huelgas generales, parece que terminará recayendo en los jueces, ya que resulta profundamente desleal que se recurra a un referendum para hacer caer el peso de la decisión en las espaldas de cada uno de los trabajadores, (esos que parecen no son tan dinosáuricos como a veces queremos imaginar y que siguen pasando sus horas junto a la cadena de montaje). A los que se les dice que la alternativa a la adherencia a la propuesta empresarial es el cierre de la empresa o el llevársela a Serbia o a Polonia[8]. Es desleal porque se manipula, con una figura propia de la democracia directa y colgándose del prestigio o legitimidad que ello pueda reportar, un instrumento, como es el referéndum, diseñado para ser respondido en términos de sí o no, a una pregunta clara y que contenga elementos que se excluyan entre sí[9], y no a cuestiones que no son en lo absoluto equivalentes (y menos transparente) como es: ¿está de acuerdo en nuestra propuesta de contrato? cuando en realidad se está preguntando ¿quiere perder el trabajo?.
Para la redacción de contratos existe un sistema preciso y muy adecuado y enriquecedor para una democracia: la negociación colectiva entre actores sociales (…)
¿Por qué tendría que importarnos esta historia? Porque estas empresas se están desplazando y parece prudente preguntarse de qué modo nos presentaremos ante ellas. No es que se haya decidido que las sociedades igualitarias no nos gustan o que no aspiramos a un Estado de bienestar, pareciera que lo que nos quieren aclarar es que eso no es posible para todos y ya ni siquiera para Europa. Y si eso fuera de este modo, cabe preguntarse entonces si tiene alguna posibilidad Europa de competir por la vía de la mano de obra barata. Eso parece altamente improbable dada su historia, aunque baste decir, muy concretamente, por su cantidad de trabajadores disponibles.
Y Chile en el escenario de ofertar numerosa mano de obra barata tampoco debiera imaginar demasiada proyección, si es que asumirá como su competencia el modelo con el que se produce y trabaja en China o India. Ante un momento que pareciera tan angustiosamente crucial, se agradecerían Gobiernos que, como Estado, representen claramente los intereses de los ciudadanos, sin travestismos ni mascaradas y un sindicalismo fuerte que haya tomado una posición al respecto.
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[1] En su sentido de atracción irresistible por medio del engaño, ofuscación o turbación de ideas. [2] Sólo tres pausas de 10 minutos y aquella para comer se desplaza al final del turno, es decir, 8 horas en la cadena sin comer, más 120 horas extraordinarias obligatorias. [3] Como lúcidamente propone Luigi Mariucci tres son los niveles que se pueden observar de este caso: la discutible idea de productividad que impone; la contratación respecto del derecho de huelga y el impacto sobre el sistema de relaciones industriales. Ver Mariucci, Luigi, “Perché il modello proposto dalla Fiat viene respinto”, www.pietroichino.it. [4] Muy ilustrativo en este sentido es el documental “Ridotte capacitá lavorative” sobre el caso, dirigida por Massimilano Carboni en 2010. [5] “Regio decreto Legge” del 13 de noviembre de 1924. [6] Ver al respecto las notas con que Pietro Ichino comenta el artículo de Mariucci. [7] Representación Sindical Unitaria. Ésta constituye el órgano de representación de los trabajadores en las empresas con más de 15 dependientes. [8] Pero como certeramente se indica la empresa “ya se fue”, en realidad sus inversiones principales están en Brasil. Ver el artículo de Antonio Lettieri “La sinistra ai piedi di Marchionne” publicada el 8 de enero de 2011 en “Il Manifesto”, http://www.megachipdue.info/tematiche/fondata-sul-lavoro/5402-la-sinistra-ai-piedi-di-marchionne.html [9] Como pueden ser ¿quiere ser monarquía o República?, sobre el punto ver “Le ragioni di un dissenso”, de Norberto Bobbio, “MicroMega: le raggioni della sinistra”, Nº4, 1987, páginas 70 a 78.