Chile elige entre centroizquierda, derecha y ultraderecha
El 1% prepara sus fauces - Semanario Brecha Montevideo Uruguay

Entrevista a Gonzalo Durán, académico Universidad de Chile e investigador Fundación SOL en Semanario Brecha - Montevideo Uruguay 

Por Cristián González Farfán desde Valparaíso

Foto: AFP Raúl Bravo

Pocos dudan de que el domingo la exministra de Trabajo de Gabriel Boric y militante comunista Jeannette Jara sea la candidata más votada en la primera vuelta de las presidenciales chilenas. Pero, sumados, la derechista Evelyn Matthei y los ultraderechistas Johannes Kaiser y José Antonio Kast serían claramente mayoritarios.

A dos días de las elecciones presidenciales y parlamentarias, la única duda que subyace es qué candidato de la derecha acompañará a la oficialista Jeannette Jara en segunda vuelta. Las últimas encuestas con credibilidad apuntan al triunfo de la exministra de Trabajo de Gabriel Boric este domingo, y solo faltaría por dilucidar si su rival en el balotaje será el ultraderechista José Antonio Kast, exdiputado y líder del Partido Republicano, que se presenta por tercera vez a la presidencia del país, el aún más ultra Johannes Kaiser, diputado y fundador del Partido Nacional Libertario, o la abanderada de la coalición de la derecha tradicional Chile Grande y Unido, Evelyn Matthei, exalcaldesa de la comuna santiaguina de Providencia, en su segunda postulación a La Moneda.

En esta ocasión, el padrón electoral habilita a 15.779.102 electores para definir al sucesor o sucesora de Boric en los próximos cuatro años y a los diputados y senadores que obtendrán un cupo en el Congreso.
Las elecciones de este domingo marcan una notable diferencia con la última, de 2021. Había entonces poco más de 15 millones de habilitados y regía el voto voluntario. En la primera vuelta, concurrió a las urnas el 47,3 por ciento del padrón y en la segunda el 55,6. En ambos procesos hubo una alta abstención

Es ahí justamente donde podría aparecer un factor sorpresa, dice a Brecha la doctorante en Ciencia Política de la Universidad Católica Michelle Hafemann. «Hay un signo de interrogación sobre cómo será el voto de alrededor de tres millones de personas que no habían sufragado antes porque no tenían mayoría de edad o se abstenían. Ahora que hay voto obligatorio, entran al padrón todos los jóvenes que cumplieron 18 entre 2021 y 2025. La sorpresa puede venir tanto de ellos como de los que se abstenían y ahora estarán obligados a votar.»

Por otra parte, vaticina la politóloga, el escenario será totalmente distinto si Kaiser avanza a la segunda vuelta en lugar de Kast. Ambos son nostálgicos del pinochetismo, pero si pasa Kaiser, «cambia la dinámica porque el nivel de polarización se ampliaría entre los proyectos políticos de Jara y el del fundador del Partido Nacional Libertario. Si Kaiser avanza, es posible que reciba de inmediato el apoyo del Partido Republicano de Kast y del Partido Social Cristiano (los tres partidos van juntos en una misma lista parlamentaria, Cambio por Chile). Pero no me atrevería a asegurar que ese apoyo sea tan inmediato desde Chile Grande y Unido, la coalición de Matthei.

Ese traspaso de votos no sería tan fluido. Lo más probable sería que la derecha tradicional llamara a la libertad de voto», augura Hafemann, integrante de la Red de Politólogas en el ámbito latinoamericano.
Y hay otro factor que se tiene en cuenta muy poco: cómo quedará el Congreso. El domingo se renovarán los 115 escaños de la Cámara de Diputados y 23 de los 50 del Senado. «La gente está poco informada sobre quiénes son los candidatos a diputados y senadores. Es una gran incógnita cómo se van a componer las mayorías. Se cree que la derecha tradicional va a ser la fuerza más amplia, pero queda en duda si actuará como bloque con Kast y Kaiser o qué fuerzas de centro habrá. El presidente no gobierna solo. De hecho, Boric no pudo cumplir la totalidad de su programa por no tener mayoría parlamentaria», dice Hafemann.

LAS PROPUESTAS

Jara, militante del Partido Comunista apoyada por una amplia coalición de izquierda y centro-izquierda que incluye a la Democracia Cristiana, propone en su programa medidas que conciben al Estado como garante de derechos sociales como la salud, la vivienda y la educación. Impulsa la creación de un ingreso vital mínimo de 750 mil pesos chilenos (unos 805 dólares) y la conformación de una agencia nacional de empleo que vele por el empleo formal y el crecimiento de las pymes, así como el fortalecimiento de las policías y el control de las fronteras. En el tema previsional, se plantea implementar la reforma que ella misma lideró. El gran objetivo de su programa «es producir condiciones para un crecimiento justo, inclusivo y sostenible», según se lee en el texto. La política exterior no es un diferencial entre Jara y el resto porque allí ha habido continuidad en Chile desde la salida de la dictadura, resume Hafemann.

Entre derecha y ultraderecha hay coincidencias en algunos grandes puntos, con matices: disminución del impuesto a las empresas para presuntamente atraer la inversión; millonarios recortes fiscales (varían entre los candidatos solo en el monto); fortalecimiento de las policías para el control del crimen organizado y expulsión masiva de migrantes irregulares. «Entre las tres candidaturas de derecha y ultraderecha existe un diagnóstico común de que la seguridad es la temática que genera más preocupación entre ciudadanas y ciudadanos. Varían entre ellas en cuántos carabineros sacar a la calle, en cómo hacer uso del poder de fuego, en usar o no armas de forma preventiva, en fin, en los mecanismos de coerción.»

En materia económica, los tres principales exponentes de la derecha se distancian de Jara, quien «defiende la participación del Estado» en función de una concepción socialdemócrata. Matthei es la más moderada (plantea «una combinación entre mercado y Estado»), mientras que tanto Kaiser como Kast dicen que el Estado tiene que limitarse a aspectos muy específicos y que empresas y ciudadanos deben tener «todas las libertades». Kaiser, el más cercano al libertariano argentino Javier Milei, va más lejos aún y sostiene que el Estado solo debe ser garante de la defensa y de la propiedad privada.

MÁS DESIGUALDAD

Gonzalo Durán, economista de la Fundación SOL y académico del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Chile, un centro de investigación que busca producir conocimiento crítico en materia económica, social, laboral y sindical, cuestiona tanto el realismo como los fundamentos de la propuesta de reducción de impuestos a las grandes empresas y de recorte fiscal de las tres candidaturas de derecha. La primera idea, señala a Brecha, parte de una premisa falsa. «Decir que con la supresión de impuestos corporativos las empresas van a llegar al país con sus maletas llenas de plata para aumentar la inversión no es cierto. Es la famosa teoría del chorreo, y lo que nos dicen los datos es que esa teoría no ha funcionado ni funcionará. Solo es una suerte de cariño a los empresarios para reproducir la situación de desigualdad en Chile, donde un 1 por ciento de la población acumula un 50 por ciento de la riqueza.»

El mismo resultado tendría la propuesta de recortes fiscales fabulosos, que Kast sitúa en 6.000 millones de dólares en los primeros 18 meses de su eventual gobierno. «Cuando uno exige un detalle de cómo van a hacer eso, se nombra solamente como principio general, y eso nos lleva a una cuestión más ficticia. Los comandos de Kaiser y Kast se han pasado hablando de los “parásitos” del sector público, pero si se recorta salario del aparato estatal, jamás se llegará a esos montos», señala. Y agrega: «Si se sacan 6.000 millones de dólares de la economía, se generará un problema automático de demanda interna, porque el gasto público es un elemento fundamental de la economía. Si lo restringes, habrá una suerte de recesión, y eso no es bueno ni siquiera para los empresarios, que no querrán invertir. No es muy razonable».

En materia de pensiones, no hay grandes diferencias entre la centroizquierda y las derechas. Jara no incluye ninguna medida adicional en su programa, aunque en el último debate televisado, el lunes 10, se comprometió a implementar un seguro para las «cuidadoras», aquellas personas (muy principalmente mujeres) que sin remuneración alguna brindan asistencia permanente a familiares o personas con discapacidad. Esta medida de reconocimiento figuraba en el proyecto original de la reforma previsional comandada por ella misma cuando era ministra de Trabajo, pero los sectores que hoy apoyan a Matthei, Kast y Kaiser votaron en contra.

La reforma de Jara, observa Durán, dejó intocadas las administradoras de fondos de pensiones (AFP), «que fue una industria armada para el lucro del sistema privado y que está ganando a manos llenas, dejando pensiones miserables. Le inyectó más recursos al sistema y las AFP siguen presentes».
En el otro lado del espectro político, indica Durán, las candidaturas de derecha tienen una «narrativa común» en este terreno: mejorar la formalidad laboral para aumentar las densidades de cotización. En otras palabras, ponerle más combustible al sistema y con ello entregar mejores pensiones. Pero «eso es una falacia», esgrime el economista de la Fundación Sol. «Analicemos el caso perfecto de personas que cotizaron 35 o 40 años en el sistema, sin lagunas previsionales. Tienen pensiones menores a 300 mil pesos (322 dólares). La mitad de quienes están en ese perfil tienen tasas de reemplazo menores al 30 por ciento [la tasa de reemplazo es la relación entre el nivel de pensión recibido por el beneficiario y su remuneración en su etapa activa]. O sea, la pensión financia apenas un 30 por ciento de su último sueldo. Si se solucionan las lagunas previsionales o si el empleo es más formal, a lo máximo que van a aspirar es a una tasa de reemplazo de un 30. No es ninguna solución.»

El sistema de capitalización individual de pensiones urdido en dictadura por el exministro de Pinochet José Piñera, hermano del expresidente Sebastián Piñera, y aún vigente en sus trazos gruesos «está pasando por una tremenda crisis debido al bajo monto de las pensiones», apunta Durán. Y cita el caso de las pensiones autofinanciadas, sin intervención del Estado, cuyo promedio es menor a 85 mil pesos (91 dólares) para los hombres y a 44 mil pesos (47 dólares) para las mujeres. Gobiernos anteriores potenciaron las pensiones financiadas con los impuestos generales y así se llegó a la pensión garantizada universal (PGU), aprobada en 2022 durante el gobierno de Piñera y cuyo monto equivale a 224 mil pesos chilenos (241 dólares). La PGU aplica para mayores de 65 años y registrará un aumento progresivo luego de la reforma previsional liderada por Jara. Kast prometió «no tocarla», mientras Kaiser opina que este beneficio debe ser «un premio al esfuerzo previsional» de cada uno, y anunció que los futuros pensionados que no realicen cotizaciones voluntarias solo recibirán la mitad del monto. Lo que el ultra quiere en realidad, comenta Durán, «es que la gente se autofinancie sus pensiones».

DICTADURA Y DERECHOS

El pasado reciente es el tema que más polariza el debate entre Jara y sus rivales, dice Hafemann, quien se dice «muy alarmada» por los retrocesos que podría experimentar Chile «en términos valóricos, culturales e identitarios» si la ultraderecha llega a La Moneda.

Mientras la candidata oficialista apuesta por la educación de los policías en derechos humanos y procura por verdad, justicia y reparación para las víctimas de la dictadura, Matthei, Kast y Kaiser no consideran que ni uno ni otro punto sean relevantes. El que más lejos ha ido, una vez más, ha sido Kaiser, que ha profesado en público su respaldo al golpe militar de 1973 y al pinochetismo. En los debates de campaña se mostró decidido a «cerrar capítulos» de la dictadura, lo que incluye indultos a agentes del Estado condenados por crímenes de lesa humanidad.

Algo similar sucede cuando se abordan asuntos relacionados con «políticas de género, derechos de disidencias y diversidades sexuales, autonomía de los cuerpos, salud sexual y reproductiva. Son proyectos de sociedad opuestos los que plantean Jara e incluso Matthei en este tema respecto a los de Kaiser y Kast», dice Hafemann. Ambos ultraderechistas «buscan restablecer un orden de género tradicional, una visión que se asocia a la figura patriarcal en la que la mujer debe estar orientada a la crianza, una noción de énfasis en las familias tradicionales, sabiendo que hay muchas familias diversas». La experiencia comparada demuestra, agrega esta académica feminista especializada en movimientos sociales, que «cuando han gobernado proyectos de ultraderecha o de populismo de derecha radical de tipo autoritario nacionalista ocupan las reglas democráticas para erosionar los sistemas democráticos». Kaiser se abrió a revisar la ley de aborto en las tres causales que rigen en Chile, incluso en la causal de violación. «Sería una situación anómala y digna de estudios que un partido que cumple con todas las características de la ultraderecha como es el Partido Nacional Libertario no avanzara en ese sentido», observa Hafemann.
Con Cristóbal Huneeus, de la plataforma de datos Decide Chile
«Los votantes de Kast se fueron para el lado de Kaiser»

—La cuota de incertidumbre en esta elección es sobre la oferta de derecha en la segunda vuelta.

—Sí, es muy seguro que Jara pase a segunda vuelta, y hay una competencia en la derecha, y lo más probable es que pase Kaiser, que ha venido creciendo en las últimas ocho semanas. Es muy poco probable que sea Matthei, que está estancada. Kaiser encontró un nicho bien interesante en la «batalla cultural» a dar contra la izquierda en temas de valores.

—¿Cómo explica el avance de Kaiser, el más ultraderechista de los candidatos?

—Kaiser hoy es el Kast de 2021. Cuando Kast se corrió hacia el centro, muchos de sus votantes se fueron a Kaiser, que siempre tuvo una línea dura. Hace cinco meses, Kast y Kaiser se parecían más, y hoy se parecen más Matthei y Kast.

—¿Cambia mucho el escenario si pasa Kaiser a segunda vuelta a la hora de que la derecha se pliegue para enfrentar a Jara? ¿Cree que Jara puede ganar la elección?

—Es muy difícil que Jara gane la elección, pero si Kaiser llega a pasar, mucha gente se pondrá muy nerviosa en la derecha, porque es un escenario no previsto. Si a Kast se lo critica por tener muy poco equipo, Kaiser tiene mucho menos aún. La facción de la derecha liderada por Matthei se siente particularmente incómoda con Kaiser, y Kast se ha acercado a ellos pensando en una segunda vuelta y un potencial gobierno.

—¿Pero esa diferencia de Matthei con Kaiser hará que se vuelque con Jara para la segunda vuelta?

—No, ninguna posibilidad de que se vayan con Jara.